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Nicolás Osorno Falla

La sucesión en las empresas familiares

Participando en una actividad de un proyecto impulsado por la Vicepresidencia de la República de Nicaragua, la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y el BID, proyecto que tiene como fin fortalecer las empresas familiares en nuestra nación, recordé que alrededor del 75 por ciento de las instituciones privadas a nivel mundial han sido conformadas en calidad de empresas familiares. Es decir, constituidas con fondos, capital y aportaciones de padres e hijos, hermanos, primos, etc.

Esto conlleva un trabajo gerencial muy coordinado y de liderazgo muy intenso ya que todos son caciques en la organización y la empresa debe llevar una sola dirección coordinada.

Debido al alto porcentaje de empresas familiares existentes a nivel mundial y del cual Nicaragua no es la excepción, es de suma importancia conocer un poco más al respecto y tener información y asesoría que garantice la perdurabilidad de la empresa en un mundo tan competitivo.

Menos del 30 por ciento de las empresas familiares en el planeta pasan a la segunda generación, la mitad que en otro tipo de empresas. Lo más importante de estos datos es plantearnos la interrogante de ¿cómo manejar exitosamente una sucesión? Para ello es valioso considerar tres aspectos distintos: la familia, el negocio y la propiedad, aunque al inicio de la conformación de la empresa familiar las tres están mezcladas, con el tiempo cada uno se volverán problemas independientes implicando decisiones o soluciones separadas.

La sucesión es parte del desarrollo de la familia, de las relaciones entre padres e hijos y las nuevas generaciones, por lo que se pueden utilizar dos herramientas importantes que son el planeamiento estratégico de la familia y el protocolo familiar. Primero lo primero y es desarrollar las instituciones que separen los tres aspectos anteriormente mencionados, empezando por una junta familiar que aboca los problemas familiares y servirá como vocero de la familia ante la empresa (debiendo tener un consejo, una junta directiva operativa), éste lidera el desarrollo de las reglas del juego sobre la relación entre la familia y la empresa (protocolo).

Segundo, el negocio se maneja y evoluciona independientemente de la familia, pasando típicamente de un solo negocio a entrar en empresas relacionadas como proveedores y distribuidoras y así se desarrolla una cadena de empresas relacionadas, después inicia la diversificación de negocios diferentes. Este desarrollo típico ofrece que las nuevas generaciones se vayan integrando a cargo de los negocios nuevos, cada vez más independencia. Igualmente de una dirección centralizada unipersonal de la empresa se requiere pasar a establecer políticas y procesos descentralizados, a darles cabida a especialistas y administradores no familiares, a una junta directiva capaz de manejar la complejidad de los nuevos negocios con planes estratégicos de negocios excelentemente documentados.

La evolución de la propiedad de la empresa presenta desafíos y oportunidades para la sucesión. Primero debemos diferenciar entre la propiedad y la gestión, después profesionalizar la relación con los accionistas familiares, quienes tienen derecho como todos. También escoger bien a los nuevos accionistas externos, que tengan afinidad con la empresa y que conozcan las políticas financieras de la misma. Finalmente, la capacitación sobre el manejo del patrimonio para los accionistas familiares.

La sucesión no es un problema a largo plazo para cuando los fundadores estén mayores, ni es un problema que se podrá resolver a corto plazo, requiere previsión, empezar cuando no haya problemas. El sueño de todo empresario es que su empresa perdure de manera rentable para el sustento familiar y como orgullo del triunfo en base al esfuerzo, eficacia e innovación impresa en los años de trabajo.

La peor sucesión se da cuando nos encontramos en un despacho legal porque inesperadamente fallece su fundador y se lee su testamento. La sucesión es un caso de liderazgo, en dos dimensiones complementarias: del que quiere hacer y del que deja hacer, es una relación de cariño y respeto entre padres e hijos, pero requiere además preparación con años de anticipación, y tener suficiente conciencia y sabiduría para resolver bien la continuidad de la empresa y del legado familiar.

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