Ligia Arana lleva 28 años de trabajar en la educación superior, ocupando con éxito diversos cargos de dirección, secretaria académica, decanatura, y en la actualidad se desempeña como directora del Programa Interdisciplinario de estudios de Género (PIEG-UCA), pero lo que a ella le satisface es sentir la emoción al entrar a un aula de clases y encontrarse con un grupo de alumnos. “Me siento totalmente realizada cuando estoy impartiendo clases con la nueva concepción de construir en conjunto con los estudiantes los conocimientos. Tenemos una relación más horizontal y no aquella relación vertical de años atrás”.
Arana se declara una militante y luchadora de los derechos de las mujeres: “Siempre les digo a las mujeres con las que me vinculo en los procesos de formación que no permitan que la política nos divida, porque todas tenemos derecho a tener nuestra opción política, una ideología, eso es un derecho ciudadano, pero que eso no signifique rupturas entre las mujeres, eso no favorece la lucha por nuestros derechos”.
Ligia Arana no es quizás la feminista tradicional, tampoco está afiliada a ninguna organización. “Soy feminista en la medida en que me reconozco como tal y en la medida que lucho por los derechos de las mujeres. Una buena parte de ese trabajo es un voluntariado para desarrollar los estudios de género y para que las mujeres a través de los procesos de formación se sensibilicen y que sean más consientes de todas las potencialidades que tenemos y de las que podemos desarrollar”.
De hablar fluido y muy explicativo, tal cual lo haría en el aula de clases, Ligia Arana comenta que sus dos hijos y su esposo, el conocido periodista Marcio Vargas, también son feministas. “Ellos son profundamente respetuoso de las mujeres. Nunca he soportado a un macho que me diga lo que tengo que hacer y pensar”.
Con 34 años de matrimonio, ella profesa un gran amor por su esposo, pero se sigue firmando al igual que la inscribieron sus padres al nacer. “Yo adoro a mi esposo, pero creo que el nombre de uno es parte de nuestra identidad, por eso no uso el ‘de’, ni tampoco he adoptado otro apellido. Todos los matrimonios tienen luces y sombras, pero creo que yo he tenido más luces que sombras”.
Señala que una de las claves del éxito de su matrimonio ha sido tener muchas cosas en común con su esposo, como por ejemplo la ideología política, el amor por la literatura y muchos sueños por alcanzar. Pero sobre todo un profundo respeto, cada quien en su espacio profesional y compartiendo la crianza de los hijos.
A pesar de sus deseos de superación, Arana nunca quiso estudiar fuera, por la crianza de los hijos. “Y no me arrepiento, pienso que la formación de los hijos necesita la orientación de los padres. Ellos necesitan crecer con referentes y no sólo de discurso, sino con el ejemplo, con valores morales y espirituales. Lo que ven es una forma de enseñanza más efectiva que lo que se les dice”.
Ligia Arana, directora del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género de la UCA
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