ENTREGA FINAL
Por Meyling Marín Altamirano
El comercio ilegal de unos 40 mil caimanes y cocodrilos anuales, durante más de una década ha puesto en riesgo su sobrevivencia en los hábitats naturales de Nicaragua.
De igual manera especies de tortugas, venados, garrobos, cusucos, langostas, entre otros, enfrentan el reto de la sobrevivencia en sus entornos naturales.
Para proteger diversas poblaciones de fauna amenazadas el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) establece períodos de vedas parciales para ciertas especies que aunque están amenazas por alguna actividad humana, sus poblaciones podrían recuperarse en cierta época del año.
Sin embargo el trabajo del Marena se ha limitado al establecimiento de las vedas, porque durante esta investigación se comprobó que algunas especies de fauna se comercializan sin importar su período de veda.
Por ejemplo el caimán es una especie que se encuentra en veda parcial, entre el primero de marzo al último día de junio, sin embargo, su piel no deja de ser comercializada durante este período.
POBLACIÓN DE CAIMANES Y COCODRILOS
El establecimiento del período correcto para proteger los meses de reproducción de caimanes (o cuajipales) y cocodrilos fue uno de los resultados obtenidos con el primer inventario nacional de estas poblaciones.
El estudio, realizado en el año 2000 y auspiciado por el Marena y la Convención Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (Cites), se desarrolló a lo largo de 12 mil kilómetros de recorrido por todos los afluentes, esteros, ríos, manglares y lagos de Nicaragua.
Fabio Buitrago estuvo a cargo de la investigación y cuenta que lo más relevante del estudio fue descubrir poblaciones de caimanes o cuajipales en sitios como el archipiélago de Solentiname, donde no esperaban, así como no encontrar estas especies en lugares que anteriormente se habían reportado, como en el estero de Padre Ramos, lo cual indica que ahí hubo una fuerte cacería.
Con el inventario se detectó que se estaban explotando unos 40,000 caimanes anuales, cuando la cuota permitida es de 10,000 por año.
Desde entonces, no se ha realizado un nuevo conteo de estas poblaciones, sin embargo Buitrago se mostró preocupado por el aumento de la cacería en los últimos años.
“El futuro para las poblaciones de caimanes y cocodrilos es incierto porque no se están tomando las medidas necesarias para establecer una debida protección y control en el territorio donde existen y en los mercados”, agregó Buitrago.
APROVECHAMIENTO DE FAUNA AMENAZADA
Para don Domingo Domínguez, de la ciudad de Granada, el curtido y procesamiento de piel de caimán o cuajipal, ha sido una fuente de ingreso por más de 25 años.
Cuenta que inició con un pequeño taller de dos trabajadores y hoy en día tiene unos 12 trabajadores que elaboran diversos productos con la piel del caimán.
- Aunque a simple vista parecen similares, la piel del cocodrilo y la del caimán son diferentes. La piel del cocodrilo por tener menos osteodermos (placas de huesos) es más flexible.
Esa similitud entre ambas pieles es aprovechada por los marroquineros para disfrazar entre las pieles de caimán las de cocodrilo.
En el recorrido por diversos talleres de marroquinería se pudo comprobar que aún se trabaja la piel del cocodrilo.
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En el taller de este artesano se curten pieles de caimán procedentes de la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN). Estas pieles llegan en crudo, algunas hasta con la sal encima.
Como comerciante legal don Domingo asegura respetar las disposiciones del Marena. Lamenta que no haya un control de los comerciantes ilegales, quienes perjudican la población de caimanes porque compran pieles fuera de talla (pieles de caimanes pequeños).
Al igual que don Domingo, en Granada, unos 22 marroquineros (personas que procesan la piel de caimán) conforman la Asociación de Marroquineros de Granada (Madgra) y trabajan con permisos del Marena.
Mientras unos 14 marroquineros trabajan ilegales porque no pueden pagar los 50 dólares que les cobra el Marena por el documento.
¿CÓMO SE PROTEGEN LAS ESPECIES?
En enero pasado Nicaragua firmó la Declaración Universal sobre Bienestar Animal para ratificar su interés en la protección de los animales.
La Declaración Universal sobre Bienestar Animal es un acuerdo entre las personas y las naciones para reconocer que los animales sienten y pueden sufrir, que las necesidades de bienestar de los animales deben ser respetadas y que la crueldad animal debe ser erradicada.
A pesar de habernos convertido en el segundo país latinoamericano en firmar la declaración, aún no se visualizan avances en la protección de los animales en peligro de extinción en el país.
¿Cuál es la función del Marena y su división especializada de Biodiversidad en la protección de las especies? ¿Qué acciones realizan para contrarrestar el comercio ilegal de especies en peligro de extinción? ¿Se destinan recursos económicos para la conservación de especies en peligro de extinción? ¿Qué hace el Marena con el dinero que le pagan por otorgar los permisos para el aprovechamiento de especies de fauna?
Para tratar de responder estás y otras preguntas, se contactó en múltiples ocasiones a la división de Biodiversidad del Marena, pero no accedieron a dar entrevistas a este medio.
COMERCIO ILEGAL SIN RIENDAS
Desde billeteras a un costo de 45 dólares hasta carteras de 480 dólares elaboradas en piel de caimán y cocodrilo se comercializan, en la mayoría de los casos sin autorización del Marena, en mercados como el Roberto Huembes, y en los mercados de artesanías de Masaya.
“No es necesario tener un permiso para vender estos productos, si el que los fabrica ya los tiene”, expresó una comerciante del Mercado de Artesanías de Masaya.
No obstante, la norma de comercio interno de fauna silvestre establece que todos los comercios de productos elaborados de fauna silvestre deben solicitar una autorización ante el Marena.
Al respecto, el presidente de la Corporación Municipal de Mercados de Managua (Commema) manifestó que no se involucran en regulaciones de Marena. “Partimos que los animalitos que venden en los mercados se hacen en períodos de no veda”. “Si hay irregularidades, Marena decomisa y se coordina con nosotros”, agregó.
Lo anterior, pone de manifiesto que la cadena de comerciantes ilegales se extiende desde cazadores, acopiadores, marroquineros, hasta los vendedores en los mercados.
Sin embargo, la situación se agrava cuando los comercializadores legales no respetan los períodos de veda de especies y más aún cuando toman ventaja del permiso del Marena para aprovechar otras especies en peligro de extinción, como los cocodrilos. Así se pudo constatar a lo largo de esta investigación.
La cacería de cocodrilos y cuajipales se realiza principalmente en las zonas costeras de las regiones del Atlántico Norte y Sur. Es ahí donde están los centros de acopio más grandes.
El Marena no brindó la información de cuántos centros de acopio legales existen, sin embargo según un sondeo realizado, se presume que existen unos nueve en ambas regiones. Los marroquineros de Granada expresaron que los mismos acopiadores les traen las pieles hasta sus talleres.
EXTINCIÓN DE ESPECIES Y LA SOBREVIVENCIA HUMANA
La desaparición de una especie implica un desequilibrio en la cadena alimenticia, por consiguiente la sobrevivencia humana se ve amenazada.
De manera que los animales juegan un papel importante en la sobrevivencia humana. Algunas especies de fauna sirven para alimentos, otras para limpiar y purificar los ambientes, mientras otras descomponen la materia orgánica que enriquece los suelos para la producción de vegetales y frutas.
Cocodrilos y caimanes juegan un papel importante en la salud de los ríos, ya que estas especies se alimentan de animales muertos y evitan la proliferación de animales que pueden volverse plagas.
Por tanto, el consumo sostenido y la conservación de especies en peligro de extinción debe ser una prioridad para el bienestar humano, sobre todo si se toma en cuenta las especies que favorecen al desarrollo de la vida misma.
La conservación de las especies en peligro de extinción depende de nosotros. Se puede contribuir a reducir el comercio ilegal de especies si disminuye la compra de animales silvestres como mascotas y se evita comprar productos elaborados de especies silvestres, como fajas, carteras y artesanías, entre otros.
El comercio ilegal de fauna fracasará cuando no haya consumidores que sustenten estás actividades. Dado que en los últimos cinco años la cacería indiscriminada de estas especies aumentó producto de una mayor demanda.
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