Los magistrados del FSLN en la Corte Suprema de Justicia anunciaron que hoy convocarán a los conjueces, para sustituir a los magistrados liberales que no aceptan la presencia de los ex magistrados orteguistas a quienes ya se les vencieron los mandatos, pero están usurpando los cargos valiéndose de un decreto administrativo de Daniel Ortega.
Si los magistrados del FSLN integran a los conjueces, cometerían otra flagrante ilegalidad, pues como lo han demostrado los magistrados liberales, juristas independientes y académicos del derecho, su incorporación no está reglamentada. Y aunque lo estuviera, los magistrados liberales que rechazan a los usurpadores de magistraturas en la Corte Suprema de Justicia no están ausentes ni recusados, se encuentran en pleno y legítimo ejercicio de sus funciones y por lo tanto legalmente no pueden ser reemplazados por los conjueces.
En realidad, la crisis de la Corte Suprema de Justicia, aunque tiene una envoltura jurídica y legal su contenido es eminentemente político. Se trata de una lucha enconada por el poder, en la que están enfrentados: por un lado Daniel Ortega y el FSLN tratando de tomar el control absoluto de todos los poderes e instituciones del Estado, en este caso la dominación total de la cúpula del Poder Judicial que es la Corte Suprema de Justicia; y por otra parte los magistrados liberales , que están protegiendo sus cargos y la cuota de participación de su partido en el Poder Judicial y tratan de impedir el dominio absoluto del FSLN en la administración de justicia. Además, por añadidura los magistrados liberales están defendiendo la norma constitucional de no reelección, al negarse a aceptar la falsa resolución judicial que en octubre del año pasado fraguaron seis magistrados orteguistas, indebidamente constituidos en Sala de la Corte, con el propósito de suspender el artículo 147 de la Constitución para el caso de Daniel Ortega, a fin de facilitarle su candidatura a una nueva reelección.
Lamentablemente, los magistrados liberales de la Corte Suprema de Justicia han quedado institucionalmente solos en esta lucha del derecho y la justicia contra la poderosa, intimidante y trituradora maquinaria del poder dictatorial orteguista. Los diputados de oposición en la Asamblea Nacional, por culpa de la traición de algunos que les hizo perder la mayoría parlamentaria, fueron incapaces de reunir los 47 votos indispensables para aprobar la ley que hubiera anulado el decretazo de Daniel Ortega. Y esa incapacidad impidió colocar en una dimensión más favorable, la lucha de las fuerzas democráticas, políticas y de la sociedad civil contra el avance del proyecto dictatorial orteguista.
En realidad, sólo los medios de comunicación independientes y democráticos son los que han estado apoyando de hecho, con sus informaciones y comentarios, la resistencia de los magistrados liberales contra la aplanadora dictatorial orteguista y su defensa de la legalidad constitucional en la Corte Suprema de Justicia y en todo el Estado de Nicaragua.
Ahora la lucha en la Corte ha llegado o está llegando a su máxima agudización, al convocar ilegalmente los orteguistas a los conjueces y suspender o amenazar a los magistrados liberales con suspenderles sus sueldos, vehículos, personal de apoyo y todo lo que necesitan para desempeñar sus funciones. O sea que prácticamente están echando a los magistrados liberales de la Corte y de los cargos para los que fueron legítimamente nombrados por la Asamblea Nacional.
Al encontrarse los magistrados liberales en el momento de mayor presión dictatorial del orteguismo, los animamos a seguir resistiendo y a no claudicar. Ellos deben recordar y apropiarse del ejemplo de dignidad personal, valor cívico y firmeza democrática que dieron los magistrados Hernaldo Zúñiga Montenegro, Santiago Rivas Haslam y Rodolfo Robelo Herrera, quienes en diciembre de 1987, en tiempos de la primera dictadura de Daniel Ortega, renunciaron a sus cargos en la Corte Suprema de Justicia pero no se sometieron a la arbitrariedad y la imposición de los comandantes del FSLN.
Y al respecto debemos repetir lo que dijimos en esta misma columna editorial, el jueves 9 de julio pasado: “Si los magistrados liberales resisten aunque los destituyan, se ganarán el respeto de la ciudadanía y pasarán a la historia como personas íntegras y honorables. Pero si por la razón que sea claudican y se entregan al orteguismo, se cubrirán de ignominia, la gente los condenará y pasarán a la historia como seres indignos y despreciables. Ellos tienen libertad de escoger. Nosotros esperamos que elijan la opción de la decencia judicial y de la dignidad personal”.
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