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La expulsión de Sánchez

Me gusta el sistema que se utiliza en las Grandes Ligas en relación a todo el esfuerzo que se hace por mantener conectadas a todas las generaciones.

Por Edgard Rodríguez C.

Me gusta el sistema que se utiliza en las Grandes Ligas en relación a todo el esfuerzo que se hace por mantener conectadas a todas las generaciones.

Mientras en Tampa usted puede encontrarse a ex jugadores como Reggie Jackson o Yogi Berra, en Vero Beach era común ver a Sandy Koufax o Fernando Valenzuela, motivando a los jóvenes a entregarse al máximo en el entrenamientos, que es lo que eventualmente lleva al éxito.

Aquí, el interés es por salir lo más pronto posible de los viejos, sin importar cuanta gloria hayan dado a un equipo o al país. Y si no regresan a fregar, mejor. Es cierto, el pasado está pagado, pero debería de existir un tratamiento distinto con figuras que ayudan a promover el juego.

En León se hizo un esfuerzo en este sentido, pero no sé si se permanece. En el estadio Héroes y Mártires había sillas con los nombres de Andrés Torres y creo que de Julio Moya y Julio Juárez también. Eso fue admirable. No sé si en algún otro parque existe eso, pero más bien he visto viejas glorias batallando por entrar.

El último golpe al pasado es el que ha dado el Bóer con la salida de Julio Sánchez. No me mal interpreten. Jamás he perdido de vista, que los responsables de cualquier empresa tienen la facultad de remover a quien deseen. En eso no hay discusión. Pero a lo mejor el procedimiento no fue el mejor con Julio.

Nos agrade o no, Sánchez ha sido un símbolo en el beisbol nacional y, más específicamente, lo es en el Bóer. Su jonrón ante Dominicana en Venezuela es uno de los momentos más emocionantes en la historia de la pelota pinolera. Y en el Bóer brilló como jugador, y más aún, como timonel y entrenador.

Como jugador, Sánchez personificó el atleta entregado, dispuesto a todo por alcanzar la victoria. Podía jugar de cátcher, primera, segunda o donde se le pusiera, sólo con el afán de ayudar. Y como mánager dirigió lo que en mi opinión es, el mejor año que ha tenido una Selección Nacional, que fue 1995.

Muchos jugadores lo despreciaron como mentor, pero luego reconocieron que su firmeza les hizo cambiar de actitud en aquel equipo. De igual modo, llevó al Bóer a tres títulos en cuatro años y ha sido un buen entrenador. Por eso creo que merecía salir no a través de un empujón, sino con una palmada de agradecimiento, por lo menos.

Deportes Bóer Julio Sáncez Liga Profesional de Beisbol archivo

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