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 El Centro de Infantes San Martín de Porres representa una alternativa para el cuido y educación de niños y adolescentes. LAPRENSA/M.LARGAESPADA

Madres agradecidas con proyecto educativo

Hace diez años nació en Nueva Vida —uno de los barrios más pobres de Ciudad Sandino— el Centro de Infantes San Martín de Porres, a través de la iniciativa de monseñor Miguel Mántica, quien no dudó en gestionar apoyo entre diferentes organismos.

Hace diez años nació en Nueva Vida —uno de los barrios más pobres de Ciudad Sandino— el Centro de Infantes San Martín de Porres, a través de la iniciativa de monseñor Miguel Mántica, quien no dudó en gestionar apoyo entre diferentes organismos.

Lo que en sus inicios era sólo un comedor infantil, hoy es mucho más que eso. Ahora es una referencia en este barrio, ya que además de ser un comedor infantil y guardería, también es un colegio que extiende la enseñanza hasta el segundo año de secundaria.

Nueva Vida fue fundado en 1999 como un asentamiento para reubicar a cientos de damnificados de algunos barrios de Managua, tras el paso del huracán Mitch en 1998, que inundó varios barrios costeros de la capital.

“Por ahora llegamos hasta segundo año, pero si Dios quiere el otro año abriremos el tercer año y así sucesivamente para terminar el bachillerato”, estima Carlos Herrera, director del centro que atiende a más de 400 niños de dos meses de edad hasta los 16 años.

“Éste es un barrio bien peligroso. La guardería evita que los niños estén expuestos al peligro y que se integren a pandillas o que sufran accidentes”, agregó el académico, quien lamentó que exista una cantidad considerable de menores del barrio que no estén integrados al proyecto porque “sus padres los prefieren vendiendo tomates en el mercadito”.

Los niños reciben cuido, atención, protección y alimentación. Más de la mitad ha crecido en el centro que además “brinda una oportunidad de trabajo a más de 40 mujeres de Nueva Vida que trabajan aquí y pueden a la vez estar cerca de sus hijos”, expresó Herrera.

Rina Monge Martínez, de 31 años y madre de cinco hijos que están en la guardería, no contuvo las lágrimas al expresar su agradecimiento por la labor de este centro en su comunidad, lo cual le ha permitido verlos crecer y también trabajar como educadora.

“Me siento muy satisfecha por este lugar que es de gran ayuda para los pobladores , ya que no teníamos con quién dejar a nuestros muchachitos, o lo poco que ganábamos lo pagábamos para el cuido de ellos”, aseveró Monge.

Lisseth Zúniga, madre soltera y quien trabaja en el centro desde hace más de cinco años, cuando llevó a su hija que ahora tiene 9 años, expresó: “Me siento feliz porque esto es un beneficio enorme para nosotras que somos de escasos recursos”.

Juan Carlos Blanco llegó de 8 años a la guardería y hoy es un adolescente de 15 años que cursa el segundo año de secundaria. “Vine bien chiquito, aquí me han enseñado muchas cosas que agradezco y que estoy seguro me ayudarán a ser un profesional en el futuro”, dijo el muchacho.

Un problema para el Centro de Infantes San Martín de Porres es la cercanía de un cauce, que en invierno “pone en riesgo a los niños”, dijo el director Carlos Herrera, quien confía en que las autoridades municipales mejoren las calles de ese sector.

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