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Rosa María Vivas Moncada

La crisis y esos viejos hábitos

Es tópico de carácter urgente en los foros internacionales y nacionales, el preferido por los editoriales del New York Times en EE.UU. y LA PRENSA en Nicaragua, surge como factor en la resolución de casos de las más prestigiosas escuelas de negocios del mundo, resuelta a grosso modo en alguna tertulia sabatina.

El tema en cuestión es: la crisis mundial. ¿Cómo resolverla? ¿Cuándo terminará este letargo de la economía mientras sentimos menguar nuestras finanzas y languidecer los cheques? Mientras unos se cuestionan otros emprenden, han visto ante la adversidad una oportunidad: “Para nosotros, la educación es una cuestión de supervivencia”, dice Tan Chorh Chuan (presidente de la Universidad Nacional de Singapur)

“¡Es momento de educarnos!, de ser bilingües y más competitivos, incursionemos en las matemáticas, promovamos las ingenierías…” concibieron los tomadores de decisiones de países que hoy figuran en las economías más prometedoras del mundo, ¡entre tanta crisis mundial que a otros nos asfixia! La educación es la única alternativa para poder paliar la crisis económica y tal planteamiento no es negociable. Países que en el pasado ostentaban la posición de países tercermundistas hoy se consideran modelos de desarrollo: Irlanda, Singapur, China, por citar algunos.

Un país es vulnerable ante las crisis cíclicas de la economía cuando sus ciudadanos están más enfocados en atender noticias escandalosas —que literalmente paralizan al pueblo— como las posibles enmiendas que el gobernante de turno hará a la Constitución de la República para perpetuarse en el poder, o la nueva reforma tributaria que hará tambalear al mediano empresario. Lo que indica un paralelismo inevitable entre lo que se estima corrupción y desarrollo económico. En las economías de libre mercado existe un escenario donde se promueven las condiciones para el desarrollo de capitales: una armoniosa convivencia humana con la práctica de valores y principios, siendo el respeto por la ley uno de los más estimados y muy por sobre todas las cosas se encuentra un Estado de Derecho.

¡La educación es imperante! Y debe estar renovándose. Una decisión que a paso aletargado se está llevando a cabo en algunas universidades de la región —y muy eficientemente en un reducido número— donde la oferta académica y la inclusión del currículo por competencias, insertado en un contexto globalizado altamente competitivo, es la nueva tendencia. Las ideas románticas de pérdida de identidad cultural por culpa de la globalización son soberanamente trilladas porque precisamente los países que se despojaron de esos prejuicios hoy son más competitivos, se han insertado en las economías de libre mercado y figuran en los rankings de las naciones con mayor ingreso per cápita.

Para finalizar se hará hincapié en la integración de los modelos de economías pujantes pero diseñados según el contexto doméstico, siguiendo las directrices elementales: educación, inversión extranjera, práctica de valores como la puntualidad y el respeto por la ley, la correcta inserción de la filosofía emprendedora en el currículo de las universidades autónomas y privadas, y un diálogo nacional donde se integren los sectores más importantes como el Gobierno, el Consejo Superior de la Empresa Privada, sindicatos, entre otros.

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