Doña Juana Ortiz tiene cinco años de habitar en el asentamiento Rubén Darío de la capital, en donde, a como pudo, improvisó un hogar para sus siete hijos. Unas láminas de zinc viejo, unas bolsas de plástico negro y unos ripios que encontró en la calle fueron los materiales que utilizó para levantar su precaria vivienda.
Hoy su panorama ha cambiado. Ya tiene una casa más digna. Mientras mueve el arroz que tiene en el fogón y vigila a su pequeña Génesis, de un año, comenta que pagará dos mil córdobas por su nueva vivienda, la cual tiene un costo real de mil dólares, según Federico Barrios, director del programa Un Techo para mi País.
La casa tiene una medida de 18 metros cuadrados: seis metros del largo, por tres de ancho, explica Barrios. Fue construida toda de madera de pino curado, y es desmontable, ya que el lugar donde se encuentra ubicada es una de la zonas más propensas a inundación.
372 VIVIENDAS CONSTRUIDAS
La casa de doña Juana es una de las 372 viviendas que desde diciembre de 2008 los voluntarios que trabajan en el programa Un Techo para mi País han levantado en Granada, Masaya, León, Chinandega, Jinotega, Matagalpa y Managua, en 24 comunidades.
Ana Luisa Álvarez, directora social de este programa, comentó que en el asentamiento Rubén Darío han construido 14 casas, siendo doña Juana Ortiz una de las beneficiarias. “Éstas son viviendas de emergencia, donde además estamos desarrollando planes de habilitación social. Hemos contado con el apoyo de mil 800 voluntarios y los fondos se obtienen a través de la empresa privada y personas particulares”, dijo.
Agregó que en este momento están en el inicio de la campaña Un Techo, una Mano, donde pretenden denunciar la exclusión y la marginación.
Ver en la versión impresa las páginas: 4 A