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¿Qué hará Ramírez?

Pocas veces hemos visto el impacto de un jugador sobre un equipo, tan claramente demostrado como lo hizo Manny Ramírez en los Dodgers de Los Ángeles en la campaña del 2008.

Pocas veces hemos visto el impacto de un jugador sobre un equipo, tan claramente demostrado como lo hizo Manny Ramírez en los Dodgers de Los Ángeles en la campaña del 2008.

Aquella fue una transformación instantánea. Después de haber resumido un average de .299, con 20 jonrones y 68 remolques en 100 juegos para Boston, Ramírez aterrizó en Los Ángeles y en 53 partidos resumió .396, 17 tablazos y 53 empujadas.

Y más que eso, reagrupó a los Dodgers, hasta entonces un grupo lleno de dudas que parecía moverse sin brújula. Les dinamizó el ataque, electrizó las tribunas e hizo que el equipo creyera en sí mismo, al extremo de avanzar a los play offs y regresar el entusiasmo entre sus seguidores.

No se avanzó profundo en la postemporada, pero a nadie le importó mucho. Manny había revivido la fe. Todo parecía perfecto. Al extremo que se creó una localidad en el estadio con su nombre y los fanáticos comenzaron a usar pelucas de largas melenas.

Fue entonces que aparecieron las dificultades. Aquello fue como si de pronto, Manny sacara el repertorio de problemas que había tenido en Boston. Su bate se enfrió, las lesiones se sucedieron una tras otra, su actitud desmejoró y el corolario fue una suspensión de 50 juegos por arrojar positivo en un control antidoping.

Y terminó el 2009 con .290, 19 jonrones y 63 partidos, mientras los Dodgers descubrían que podían sobrevivir sin Manny. Andre Ethier, Matt Kemp y James Loney cargaron el equipo y lo metieron a los play offs. Manny dejó de ser apreciado y él tampoco se ayudó al respecto.

Ahora llegó el momento de salir de él, y los Medias Blancas lo han adquirido con la esperanza que haga en Chicago, algo similar a lo que hizo en Los Ángeles cuando aterrizó en 2008. La diferencia ahora es que tiene dos años más y perdió mucho del respeto que se había ganado.

A Chicago le quedan 32 juegos pendientes y están cuatro por debajo de Minnesota, equipo que ha fortalecido su pitcheo, a diferencia de la tropa de Ozzie Guillén, que ha fortalecido sus designados, porque ya tienen a Andrew Jones, Mark Teahen y Mark Kotsay y ahora agregan a Ramírez.

Sin embargo, vamos a ver qué es capaz de hacer este notable artillero, que pareció diseñado para los momentos cumbres y cuya carrera iba sin frenos hacia el Salón de la Fama, hasta que se descubrió que también había hecho trampa con los esteroides.

Ramírez ha ido a 12 Juegos de Estrellas, coleccionó 14 campañas al hilo con al menos 20 jonrones (entre ellas cinco de 40 ó más), en 12 oportunidades ha remolcado más de 100 carreras y ocupa el cuarto lugar en average (.311) entre los bateadores que ha conectado más de 500 jonrones. Los otros son: Ted Williams, Babe Ruth y Jimmy Foxx.

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