Estorbo
Cada día se le hace más difícil a Arnoldo Alemán justificar su candidatura. Sabe que no tiene posibilidades de ganar la Presidencia porque es incapaz de reunir todo el descontento, porque él es gran parte de ese descontento. Podrá tener muchos seguidores, pero no puede hacer nada contra ese más del 70 por ciento de la población nicaragüense que “jamás” votaría por él. En un contexto de varias candidaturas, podría decir lo que dijo en la campaña presidencial pasada: que se perdió porque los liberales fueron desunidos, pero en la medida que se consolide una candidatura de consenso, Alemán se queda desnudo en lo que es: un estorbo en la oposición.
La liebre
Y la liebre le saltó a Alemán por donde menos lo esperaba. Hasta hace un par de meses tenía claro que si lograba vencer a Eduardo Montealegre en unas primarias, le quitaba argumentos a aquellos que consideramos perniciosa su candidatura. Sin embargo, la repentina aparición de la candidatura de su consuegro, Fabio Gadea Mantilla, cambió toda la perspectiva. Es que don Fabio Gadea, por su reputación de hombre honesto, es hasta ahora incriticable. Ni Alemán ni el mismo Frente Sandinista han encontrado argumentos para descalificarlo, más que la chacota de Pancho Madrigal que, por el contrario, lo engrandece.
Simbiosis
La tragedia de Nicaragua es que Arnoldo Alemán necesita de Ortega como pez del agua, y Ortega, por ahora, necesita de Alemán en una simbiosis, que es, al fin y al cabo, el origen de la mayoría de nuestros males.
Tres escenarios
Estando así las cosas, Arnoldo Alemán tiene tres alternativas posibles: una, se baja del caballo y se une a la candidatura de consenso para limpiarse un poco la cara; dos, insiste en su candidatura y se expone a dejar reducido a su partido a la mínima expresión, y tres, entrega la valija totalmente y empieza a darle al Frente Sandinista todo lo que necesita a cambio de que éste le asegure vía inhibiciones que sólo él va a ser la “oposición”.
¿Cómo dice que dijo?
A ver si alguien me explica esto del “bono socialista, cristiano y solidario”. Primero oímos decir al presidente Ortega que era un regalo de Albanisa, que ya quisiera él que más empresas hicieran eso. Que por eso no estaba en el presupuesto. Es como si estuvieran en el presupuesto las computadoras que regala el Grupo Lafise, dijeron. La discusión no era quién pagaría eso, porque ya estaba claro —Albanisa—, sino por qué no estaba en el presupuesto esa “donación” y cómo se repartiría a través del Estado. ¿Se acuerdan? Pues ahora resulta que Ortega salió con otra cosa y esa donación ya no es donación y la pagaremos todos. Que sólo fue una garantía para dar el bono y que de los 1,400 millones que le acaba de incrementar al presupuesto ya están comprometidos 500 millones para pagar ese bono. ¡Increíble!
Quedarse con el mandado
Es lo mismo de siempre. Viene la donación, fanfarrias agradeciendo a los magnánimos, Ortega se deshace en zalamerías y luego ¡zas!, de repente se queda con el mandado. Que los buses donados por Rusia serán pagados a Albanisa, su empresa. ¿A cuenta de qué? Y que el dinero que Albanisa regaló ahora hay que pagárselo. Siguiendo su misma lógica, sería como que el Grupo Lafise nos cobrara las computadoras que han donado o que la Cuenta Reto del Milenio exija reintegro por el dinero donado ¡Zánganos es lo que son!
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