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Migdonio Blandón B.

Todo a su tiempo

El Plan de Salvación Nacional expuesto recientemente, por la Alianza Patriótica, el que podría asegurarse ha sido de la aceptación de la gran mayoría de los que a grandes rasgos lo hemos conocido, ya que dicho plan sintetiza el ideal democrático de la ciudadanía consciente, que en parte adormilados soñamos con la Nicaragua grande, que sentaron y confirmaron sus bases nuestros próceres, en dos gloriosos septiembres del siglo XVIII, que cada año conmemoramos.

Aunque el plan en referencia requiere de hecho una reforma constitucional o más bien una Constituyente, que bien lo vale tal motivación; pero en la situación actual, en que la epidemia corruptiva ha desvirtuado el sentido de la política, como se dice: podría salir el tiro por la culata, supuesto el desmedido irrespeto que se hace de la actual Constitución, en que con desfachatez se tergiversa, de la nueva tratarían de hacer un adefesio. Pero amerita el riesgo.

Si se reconoce septiembre como el Mes de la Patria, a pesar de haber tanta depravación, que con pena debe reconocerse, invade todos los sectores, es tiempo de que la ciudadanía consciente tome como misión permanente despertar la adormilada conciencia cívica, en el pueblo en general y sobre todo en la juventud, que es la mayoría; y a la que Dios mediante, no haya llegado la putrefacta pandemia politiquera mercantilista que amenaza destruir la Patria.

Sí es necesario reconocer que aunque la desastrosa pandemia sea grave, que más que todo afecta su contagio a los que han perdido los principios morales y cristianos que tradicionalmente recibimos de nuestros ancestros, habiendo sido vacunados por el bautismo en la fe cristiana, sólo quienes se han apartado de Dios, para temerosos meterse en la cueva de su propio ego, son los más propensos a contagiarse de, para todos, tan despreciable mal.

Humanamente hasta quienes han alcanzado la santidad han sido tentados o de cierta manera atraídos por fatuos espejismos, pero todo el que habiendo aceptado al divino Redentor trata de mantener su relación con Él, aún si llegase al propio albedrío tal tentación, ésta pasaría fugaz al haberse tomado la debida conciencia de lo que se debe hacer, por lo que si hubiesen dudas, es necesario un autoexamen con el prisma de Dios; y si se detecta algo, rectificar.

De la independencia al presente, a excepción de un pequeño intervalo de treinta años, en nuestra sufrida Patria, más que todo por la conquista del poder, ha sido continua la lucha, antes para conquistarlo y luego con rarísimas excepciones para conservarlo; y en tal estado de cosas el sentido de patria en casi todos los casos se ha desvanecido, siendo que la riqueza potencial de la tierra, que el Creador con magnanimidad nos ha dado, viene siendo dilapidada.

Septiembre que con razón se ha denominado Mes de la Patria, es tiempo de, con civismo luchar por ella. Lo desastroso de tantas familias damnificadas, a pesar de lo riguroso del invierno, a éste no se le debe culpar de tales daños, ya que tal culpa es de los gobiernos y del pueblo en general que ha visto siempre con indiferencia, el que con raras excepciones los gobiernos, luchando sólo por el poder, han administrado mal.

Este septiembre, haciendo honor a nuestros próceres y mártires que han ofrendado su vida por la bendita tierra que nacimos; por nuestros hijos y las futuras generaciones, es tiempo de hacer algo positivo por la Patria, que es herencia de nuestros ancestros. Por todo ello también los renuentes a ofrecerle su ególatra individualismo rectifiquen, para unidos poder salvarla.

El autor es miembro de Ciudad de Dios y Redemptor Homini.
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