El único puente que conecta el Pacífico Oriental de Nicaragua con el resto del país está rodeado de pescadores. Esto no ocurría desde hace 12 años, cuando el huracán Mitch hizo crecer el lago Xolotlán a niveles sin precedentes.
Hace un año las canoas estaban abandonadas en Tipitapa, o se les encontraba faenando muy adentro del lago.
En las últimas semanas las canoas llegan a las puertas de las casas que aún quedan en pie, a orillas del desaguadero del Xolotlán, donde nace el río Tipitapa, en el municipio del mismo nombre, 23 kilómetros al noreste de Managua.
A juzgar por los techos de algunas casas inundadas, el agua ha llegado a dos metros de altura. Sus dueños aseguran que eso es más de lo que provocó el huracán Mitch en 1998, cuando causó inundaciones sin precedentes en Nicaragua.
Según los registros del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter), el Xolotlán ha crecido este año un promedio de cinco centímetros por día.
El ritmo ya es alto, pero se han reportado días en que el nivel se eleva hasta diez centímetros en sólo 24 horas.
Actualmente el Xolotlán descarga 58 metros cúbicos por segundo, según el Ineter. Esto equivale a ver pasar unas seis cisternas cada segundo.
OLAS DESTRUYEN CASAS
Pero en La Bocana no se trata de ver desfilar el agua, sino de sentir cómo se mete incluso por sobre el techo.
- Este martes la delegación del Distrito Seis de Managua intentaba abrir el paso en la entrada a la urbanización Praderas del Doral.
Un ingeniero, que prefirió omitir su nombre, criticó el trabajo de la urbanizadora que construyó el acceso a Praderas del Doral.
Aseguró que en una pendiente no se construye una carpeta de tres centímetros de grueso y con una cantidad de asfalto tan precaria, que parece hecha de arena.
Su crítica probablemente no prospere, porque el dueño de la urbanizadora es un funcionario del Gobierno.
Aunque la nueva tormenta Karl probablemente no afecte hoy al país, un nuevo eje de vaguada, junto con la zona de convergencia intertropical, podrían generar lluvias débiles o moderadas.
Las lluvias han causado 43 muertes y han afectado a 16,921 personas en el Pacífico de Nicaragua.
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“Crece poco a poco, pero a veces viene en tumbos, son olas gigantes que se nos llevan hasta los techos”, comenta Nelson Díaz Mercado, uno de los que se quedó sin casa por la crecida del Xolotlán.
Los llamados tumbos destruyeron 17 casas en total en La Bocana, informó el teniente coronel Néstor Solís, jefe de la Defensa Civil de Managua.
Solís explicó que no se trataba de ola gigantes, sino de olas propias de una lluvia, pero acompañadas de fuertes vientos, que juntos pueden arrasar los techos.
Hubo casas, como la de Maritza Guzmán, que por un solo tumbo desaparecieron.
“Era de noche, sólo alcancé a agarrar a mi hija y salimos, perdimos todo, no tenemos ni ropa”, comentó Guzmán.
Junto al puente, Juan Díaz Altamirano lamenta haber perdido ocho de 20 cerdos que criaba junto a su taller de talabartería, a causa de las inundaciones.
Existen tres versiones. Una es que se los robaron aprovechando que el cuidador no puede salir de noche al patio, otra es que se los comió un lagarto o varios.
De cualquier manera, se vio obligado a vender los que le quedaban.
Lo peor, sin embargo, está por venir.
El agua ya le llega a los tobillos dentro del taller. Si sigue lloviendo tendrá que abandonar el lugar. “Como estamos, si ganamos un peso, gastamos cinco”, dijo el talabartero.
“Con el Mitch no llegó tan alto, podíamos trabajar en lo seco, pero ahora ya no”, se lamentó Díaz, quien junto a su hijo mantiene a nueve personas, y le da trabajo a dos.
Todavía se puede alcanzar la puerta por medio de un “puente” hecho de piedras sobre piedras, pero igual se llega en canoa a la misma entrada.
La casa está en alto, el agua casi alcanza la copa de los árboles de coco en el barranco junto al río.
DESPLAZADOS
Quienes ya no especulan con su futuro son los que están en el propio punto de donde nace el río Tipitapa.
Ahí hay casas donde el agua le llega al pecho a la gente, o al cuello si salen al patio.
La gente de esa zona está refugiada y los que no, ya están trasladando sus pertenencias.
Soraya Brenes tenía la esperanza de aguantar un día más dentro de su casa, pero esta semana el agua empezó a emanar del suelo.
Su cama, cocina, todo, quedará guardado mientras regresa, o hasta que encuentre casa.
El problema de los refugiados es que la última vez que el agua llegó a estos niveles, el Xolotlán tardó dos años en retroceder.
Luego habrá que ver si repite el comportamiento, pues hay quienes temen que no sea así.
Una de estas personas es Teolinda Hernández, quien habita cerca de las casas inundadas.
Hernández y su familia aseguraron que el pozo que tienen en el patio nunca se había llenado tanto. Ya superó el nivel de la tierra, algo que no ocurrió ni siquiera con el huracán Mitch, que disparó todos los niveles de
precipitación e inundación registrados en Nicaragua antes de 1998.
El temor de gente como Wilmer Tijerino, habitante de La Bocana, es que los zancudos se están multiplicando y los niños son sus víctimas principales.
Mientras tanto, algunos tipitapeños desempleados aprovechan para llevar algo de comida a sus hogares, pescando cerca del puente o en el mismo patio de sus casas.
No venden lo que pescan, pero seis pescados pequeños pueden costar 20 córdobas.
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