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Arturo Rojas Huerta

¿Y la educación preescolar?

Hace unos días escuché a un especialista en educación superior decir “que hay una relación muy importante entre la educación primaria y secundaria y la educación superior”. Obviando un nivel educativo que casi siempre no es tomado en cuenta y parecería que es hasta subestimado no sólo por especialistas educativos nacionales sino también extranjeros.

Se puede ver que en los medios de comunicación masivos hay un debate constante sobre el seis por ciento para las universidades públicas y ahora sobre el tema de la universalización del sexto grado de primaria; dejándose al margen la educación preescolar y se promueve la idea de que cualquier nivel y modalidad del sistema educativo requiere más atención del Estado y de la sociedad civil que la educación preescolar. Aunque se sabe a ciencia cierta y hay suficientes evidencias de que en su mayoría las instituciones de los niveles educativos de preescolar, primaria, superior y de las modalidades de educación de adultos, brindan un servicio de baja calidad. Sin embargo, es mucho más preocupante en lo que respecta a la educación preescolar.

Muchos tal vez piensan que en los centros de educación preescolar el niño sólo juega, pinta y canta, porque no saben que es a través de una correcta aplicación de la ludopegadogía que el niño puede aprender muchas cosas, adquirir buenos hábitos y ser muy feliz porque socializa con otros niños de su misma edad.

Investigaciones sobre la biología del aprendizaje demuestran que si bien el cerebro es plástico y la educación un proceso continuo que se da a lo largo de la vida, existen momentos en que éste se encuentra en mejores condiciones para aprender y es durante los primeros años, es decir, en la etapa preescolar, en la que los niños son especialmente sensibles al desarrollo de destrezas básicas.

Por lo tanto, la experiencia temprana de socialización resulta determinante para el desarrollo cognitivo y psicoafectivo del niño, lo que se consigue en un centro preescolar con docentes capacitados y especialistas en las áreas cognitivas y socioemocionales, pero éstos deben estar también debidamente remunerados para tener la motivación de prepararse y brindar una mejor educación a los niños.

Que el niño reciba estimulación temprana resulta clave para reducir el bajo nivel de rendimiento escolar y las probabilidades de repitencia en un 40 ó 50 por ciento en la primaria y secundaria. Por lo consiguiente si se invierte en educación preescolar se puede reducir la necesidad de realizar costosas intervenciones posteriores.

Estudios realizados en los Estados Unidos de América, muestran que el niño que ha recibido educación preescolar aumenta su coeficiente intelectual y también adquiere notables beneficios en las habilidades sociales y emocionales. Llegan más motivados a la educación primaria. Un dólar que se invierte en la primera infancia tiene un retorno de ocho dólares más tarde.

En conclusión, el lugar donde se imparte educación preescolar debe contar con personal especializado en niños, la infraestructura debe ser la adecuada, debe contar con recursos didácticos adecuados y necesarios, y el currículo debe responder a un proyecto o metodología, pero antes de todo esto se debe partir del concepto de educación preescolar como segundo hogar.

Columna del día Opinión
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