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El pelo podría “salvar” a una persona de los estragos que causa un infarto en las células cardiacas, según un método desarrollado por científicos canadienses para medir los niveles de “la hormona del estrés”.

El pelo alerta del riesgo de infarto

“Se ha salvado de un infarto ‘por los pelos’. Si tarda unos minutos más quizá no estaría en condiciones de contarlo...”. Habitualmente esta frase se refiere a aquellas personas que han acudido a un centro sanitario al experimentar los primeros síntomas de un ataque al corazón y han podido ser tratados a tiempo, o aquéllas que han sido intervenidas tempranamente de un episodio cardíaco poco antes de que las lesiones en el tejido del miocardio fueran graves e irreversibles.

Por Omar R. Goncebat/ EFE

Fotos de LA PRENSA/ Agencias

 

“Se ha salvado de un infarto ‘por los pelos’. Si tarda unos minutos más quizá no estaría en condiciones de contarlo…”.

Habitualmente esta frase se refiere a aquellas personas que han acudido a un centro sanitario al experimentar los primeros síntomas de un ataque al corazón y han podido ser tratados a tiempo, o aquéllas que han sido intervenidas tempranamente de un episodio cardíaco poco antes de que las lesiones en el tejido del miocardio fueran graves e irreversibles.

Pero a partir de ahora esta expresión podría cobrar un significado totalmente diferente, porque los pelos podrían “salvar” a una persona de los estragos que causa un infarto en las células cardiacas o incluso de perder la vida, por otros medios más ligados a la ciencia que al azar: al convertirse en una señal de alerta temprana del riesgo cardiovascular de una persona.

Hasta ahora, para medir la salud de las arterias y el corazón de un individuo, y las posibilidades de que enferme o ya lo esté, se emplean —entre otros muchos métodos y pruebas de diagnóstico— los análisis de sangre y orina, líquidos en los que pueden detectarse proporciones ínfimas de sustancias que indican la composición, alteración y funcionamiento de los tejidos.

A los análisis de sangre y orina podría sumarse dentro de poco el del cabello, según se desprende de una reciente investigación de expertos de la Universidad de Ontario Occidental (University of Western Ontario) en Canadá.

Este trabajo asegura que el nivel de cortisol, una hormona que el organismo secreta en mayor cantidad durante las situaciones estresantes, puede medirse en el pelo, permitiendo controlar los niveles de estrés meses antes de que se produzca un problema agudo.

Algunos factores causantes de estrés, como el trabajo, los problemas de pareja o matrimonio o financieros han sido relacionados con un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, incluso ataques al corazón.

Pero hasta ahora no había habido un marcador biológico que sirviera para medir de modo directo, el estrés crónico, el cual —según han demostrado los investigadores de Ontario por primera vez— juega un papel decisivo en los ataques cardíacos.

Los científicos canadienses han desarrollado un método que permite medir los niveles de cortisol presentes en el cabello, lo cual aporta un medio seguro para controlar los niveles de estrés meses antes de que el organismo sufra un problema agudo, como un infarto, según el estudio publicado en la revista

Stress y que recoge la publicación digital Tendencias 21 .

El cortisol está considerado “la hormona del estrés”, porque el organismo humano aumenta su secreción cuando se halla en situaciones estresantes. Hasta ahora, sus niveles se medían en la orina o en la saliva, pero estas mediciones sólo permiten conocer los niveles de estrés en un momento determinado y puntual, pero a lo largo de un lapso prolongado de tiempo.

Según el doctor Gideon Koren, responsable del trabajo, “dado que en promedio, el pelo crece un centímetro al mes, si tomamos una muestra de pelo de seis centímetros de largo podemos determinar los niveles de estrés durante seis meses midiendo el nivel de cortisol en el cabello”.

Para su estudio los investigadores recogieron muestras de pelo de tres centímetros de largo de 56 hombres adultos, y así consiguieron establecer una relación entre altos niveles de cortisol en el cuerpo y los ataques de corazón acontecidos entre los participantes es meses más tarde.

Según Koren, “sabemos intuitivamente que el estrés no es bueno pero no es fácil de medir”. Este estudio —asegura el investigador— aporta la primera evidencia directa mediante un marcador biológico que muestra que el estrés crónico juega un importante papel en los ataques cardiacos.

Según los autores, el estrés es una parte seria de la vida moderna que afecta a muchas áreas de la salud y la vida, y además puede controlarse mediante cambios en el estilo de vida y la psicoterapia, por lo cual este estudio puede tener implicaciones para la investigación y en la práctica clínica.

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