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Donde hasta 1979 estuvo un monumento ecuestre al dictador Anastasio Somoza García, hay desde el 2008 uno a Augusto C. Sandino montado en una mula. La suerte de los monumentos depende de los ánimos político-partidarios.

Monumentos

En marzo de 1907, durante la batalla de Namasigüe, en la que Nicaragua venció a Honduras y El Salvador, un muchacho de 14 años murió peleando por el país y fue declarado como héroe nicaragüense. El gobierno del liberal José Santos Zelaya (1893-1909) encargó la construcción de una escultura hasta la ciudad inglesa de Liverpool, de donde la trajeron para ser inaugurada el 1 de enero de 1909, en el antiguo Parque Central de Managua.

y cuyas direcciones generalmente parten de algún comercio famoso, lomas e incluso edificios que ya no existen o estuvieron ahí en otro momento, los monumentos son otro punto de referencia, pero no por eso escapan al desinterés y el abandono ni dejan de estar sujetos a los vaivenes partidarios

Fotos de LA PRENSA/ Germán Miranda

La estatua de Montoya es todo un punto de referencia en la capital y es también el monumento más antiguo que aún existe. Pero 95 años atrás estuvo a poco de ser fundida para ser parte de una campana para la Catedral de la ciudad de Granada.

En marzo de 1907, durante la batalla de Namasigüe, en la que Nicaragua venció a Honduras y El Salvador, un muchacho de 14 años murió peleando por el país y fue declarado como héroe nicaragüense. El gobierno del liberal José Santos Zelaya (1893-1909) encargó la construcción de una escultura hasta la ciudad inglesa de Liverpool, de donde la trajeron para ser inaugurada el 1 de enero de 1909, en el antiguo Parque Central de Managua.

La estatua está hecha de bronce y muestra a un muchacho que viste una camisa desabotonada, un pantalón chingo y un sombrero de palma con ala levantada hacia atrás. Va descalzo y tiene el brazo derecho extendido. Bajo el otro lleva una corona de laureles y también carga una colcha y un salbeque con tiros. A sus pies hay otra escultura de mármol que simboliza a la Patria, triste y contemplativa.

Este año la estatua cumplió 101 años y como punto de referencia es tanto o más famosa que “el arbolito”, otro punto sin el que a muchos managuas les sería muy difícil brindar una dirección.

Pero 95 años atrás “Montoyita” sólo fue considerado como buen material para una campana, porque los conservadores que sucedieron a Zelaya prohibieron una serie de monumentos erigidos por los liberales y la estatua acabó abandonada en una caballeriza del antiguo Palacio Nacional, hasta que el entonces presidente Emiliano Chamorro la donó a la Catedral de Granada. La estatua se salvó porque otro granadino se la compró al obispo en 250 dólares y en 1945, cuando se inauguró la ahora vieja Avenida del Ejército, fue puesta en el lugar donde hoy permanece.

Para el escritor e historiador Roberto Sánchez esta anécdota de la estatua de “Montoyita” resume muy bien la situación de los monumentos de la capital, que —a excepción de algunos tiempos en los que se han impulsado esfuerzos para cuidarlos y ordenarlos— se construyen e instalan sin respeto a la Ley, reciben poco o nada de mantenimiento y dependen, sobre todo, del ánimo político-partidario.

En Managua ,la Alcaldía cuenta más de 109 monumentos. Pero menos de sesenta de ésos cumplen en realidad las características para serlo. Julio León Báez, autor de la investigación inédita

Arte público monumental del siglo XX , advierte que “no a cualquier cosa se le puede llamar monumento”, pues para que una obra sea considera como tal debe cumplir varios requisitos. “Empezando por elementos artísticos y estéticos elementales”, señala.

Otra investigación inédita en poder de Sánchez y hecha por el arquitecto Noel Carcache Gonzaga, titulada Patrimonio cultural: Mueble e inmueble de Nicaragua , confirma que el descuido con el cual se manejan los monumentos se extiende hasta las declaratorias del patrimonio cultural y nacional, sobre el cual muchas veces ni se conoce su motivo y ubicación y casi nunca recibe una asignación presupuestaria para su cuidado, promoción y conservación.

“Las autoridades casi nunca se han preocupado por las declaratorias de los patrimonios culturales. A veces se ha dejado la administración de determinados monumentos a comisiones específicas, pero la mayoría tampoco funcionan”, lamenta Sánchez. Para el historiador, uno de los primeros pasos debería ser la publicación de obras como la de Carcache Gonzaga, pues destaca que “hay una ignorancia enorme sobre qué es y qué no es un monumento y la mayoría se hacen con poca responsabilidad”.

“Un monumento —define Sánchez— es una obra erigida en memoria de algo o alguien. Los antiguos los construían para conservar esa memoria. Y lo más importante es que no se levanta un monumento por capricho de nadie. Aquí lamentablemente según quien gobierne se bota o se levanta. Los monumentos dan identidad a un pueblo, pero aquí eso no se comprende. No se conservan”, reclama.

A principios de junio del 2007, en víspera de la celebración del 28 aniversario la revolución armada de 1979 y la primera que el actual Gobierno del Frente Sandinista celebró en el poder tras el regreso de Daniel Ortega a la Presidencia, una veintena de empleados públicos amanecieron demoliendo una fuente musical luminosa instalada ahí a finales del gobierno liberal de Arnoldo Alemán Lacayo (1997-2002), en 1999.

La crítica y la condena a lo que la oposición, principalmente la liberal, calificó como un acto vandálico, no se hizo esperar. Uno de los críticos fue el entonces ex director del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC) durante el gobierno de Alemán, Clemente Guido, hoy director de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua y a la vez codirector del INC.

Guido declaró que “con la destrucción de la fuente luminosa se les quitó a los managuas uno de los pocos lugares de recreación dominical, pública y gratuito, en la capital”. “¿Qué sigue? ¿Demolerán la Casa Presidencial porque fue donada por los chinos capitalistas y la usaron los presidentes liberales?”, reclamó Guido, quien ahora ha cambiado su discurso.

El otra vez funcionario incluso niega el abandono de los monumentos. Dice que la Alcaldía invirtió el año pasado más de 300 mil córdobas en la reparación de más de veinte estructuras y que este año también se destinaron 100 mil córdobas más para brindarles mantenimiento. Pero en realidad esos “monumentos” son en su mayoría unas piezas de concreto en forma de trapecio, que sirven de base para placas conmemorativas de héroes y mártires de la revolución de 1979, instaladas en algunos barrios de Managua, donde el trabajo de la Alcaldía ha sido reinstalar algunas placas y pintar de rojo y negro esas piezas de concreto.

La política-partidaria es ingrediente fijo para los monumentos. Ahí está el más reciente y polémico ordenado para recordar al ex tricampeón mundial de boxeo Alexis Argüello, cuyos hijos aún no están satisfechos con la investigación sobre su supuesto suicidio. U otros como el Cristo Rey, en la rotonda de Santo Domingo, que a más de diez años de su inauguración parece inconcluso, pero sirve para exhibir una gigantografía del Gobierno actual. b

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La Prensa Domingo

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