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Ernesto González Valdés

¿Deben decirme qué tiempo debo estudiar?

El nombre de la columna de hoy permite posiblemente identificar que hablaremos de todo aquella persona que estudia, y que suele adquirir la condición de alumno o alumna. Etimológicamente alumno es una palabra que viene del latín alumnum , que deriva de la palabra alere , que significa alimentar, significa también “alimentarse desde lo alto”, contraponiéndose al significado de “alumno” como “carente de luz”; ¿Y quiénes somos los responsables de “alumbrar”? Padres y madres de familias y docentes.

El nombre de la columna de hoy permite posiblemente identificar que hablaremos de todo aquella persona que estudia, y que suele adquirir la condición de alumno o alumna.

Etimológicamente alumno es una palabra que viene del latín alumnum , que deriva de la palabra alere , que significa alimentar, significa también “alimentarse desde lo alto”, contraponiéndose al significado de “alumno” como “carente de luz”; ¿Y quiénes somos los responsables de “alumbrar”? Padres y madres de familias y docentes.

Suele utilizarse por algunos académicos la palabra estudiante, como sinónimo de alumno, sin embargo, me resulta un poco complicado entender que al alumno “se le alimenta, como si fuese un polluelo en un nido, donde sólo basta que abra el pico para que trague o deglute los conocimientos del agente transmisor (el docente).

Estos términos con la evolución de la educación se han visto modificados y en una nueva definición se incorporan el cambio, donde el joven o la joven debe ser capaz de liderar con su actuar los cambios, soluciones a los problemas, pero además capaz de aglutinar a los que por una razón u otra quedan un tanto rezagados.

Pero independientemente del término que asociemos al joven que tenemos dentro de nuestras aulas, él o ella tienen un compromiso, una obligación: ¡Estudiar! La problemática estará en que si lo cumple cabalmente o no.

Hay estudios realizados que señalan que por cada hora teórica que reciba en su centro de enseñanza, deberá dedicarle al menos entre 2 ó 3 prácticas diarias.

La indiferencia de muchos jóvenes en no tomar como una disciplina la regulación de su horario de estudio, conlleva al finalismo; los desvelos, que a veces los padres en ese momento decimos “hijo o hija, mereces un descanso, estás haciendo un gran esfuerzo”, frase que no comparto, porque realmente está usted haciendo una apología a dejar las cosas para lo último.

¿Acaso no le preocupa, cuando usted llega de su centro de trabajo y le pregunta a su hijo: “¿Qué tal la escuela, la universidad?”. Y la respuesta es un “BIEN” (por lo visto, nada explícito y mucha ambigüedad).

Si a lo anterior le añade “¿y hoy no tienes tareas asignadas?”. “No, ¡ningún profesor puso tareas!”. Respuesta bastante incongruente, poco lógica, algo así como haberse sacado la lotería.

Queda claro, que los mayores estímulos, las mejores opciones están para los que se esfuerzan, para los que se sacrifican, para aquéllos y aquéllas que suelen “quemarse las pestañas”, los que saben distinguir en qué momento descansar.

Por supuesto, siempre habrá lugar para el resto, aunque posiblemente no sean ni las mejores posiciones, ni los mejores salarios., A no ser que los “encontronazos” le permitan rectificar a tiempo.

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