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“El pueblo miskito tiene sangre derramada”

Los recuerdos de esa noche están frescos para el sacerdote. No importa que ya hayan pasado más de veintiocho años. Él no puede olvidar aquella caminata que duró siete días desde la comunidad de San Carlos hasta el sitio conocido como La Tronquera, ubicado en el camino entre Bilwi y Waspam, hoy parte de la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN). Tampoco lo que sufrió en el campamento al cual los trasladaron. “Es un éxodo muy doloroso y trágico y yo oro para que no se vuelva a repetir nunca”, dice el sacerdote.

Rodolfo French Naar Sacerdote miskito

Rodolfo French Naar sólo era un muchacho de 18 años que a los 14 fue desalojado de su comunidad en Río Coco Arriba junto a su madre embarazada y sus cinco hermanos. Veintiocho años después, él aún tiene fresca aquella experiencia

Fotos de LA PRENSA/ Arlen Cerda

Era una noche sin luna y en la penumbra él apenas divisaba sus propias manos. Pero los hombres armados que llegaron a sacarlo junto a su familia y sus vecinos asentados en la comunidad de San Carlos, ubicada en la ribera del río Coco fronterizo con Honduras, les ordenaban que siguieran caminando. Bajo sus pies descalzos la tierra estaba cubierta por varas de bambú largas y repletas de una espina finísima, “que por gracia de Dios ninguno nos enterramos”, recuerda el sacerdote católico de la etnia miskita, Rodolfo French Naar, quien aquella noche de enero de 1982 —cuando él tenía 14 años— fue desalojado de su tierra junto a su madre embarazada y sus cinco hermanos menores.

Los recuerdos de esa noche están frescos para el sacerdote. No importa que ya hayan pasado más de veintiocho años. Él no puede olvidar aquella caminata que duró siete días desde la comunidad de San Carlos hasta el sitio conocido como La Tronquera, ubicado en el camino entre Bilwi y Waspam, hoy parte de la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN). Tampoco lo que sufrió en el campamento al cual los trasladaron. “Es un éxodo muy doloroso y trágico y yo oro para que no se vuelva a repetir nunca”, dice el sacerdote.

¿Qué es lo que recuerda de esos días?

Yo recuerdo esos días con mucha tristeza. A la mañana siguiente a la noche que iniciamos la caminata entre espinas llegamos a la comunidad de Leimus. Yo ahí estuve llorando con mis hermanos porque no habíamos comido nada desde que salimos. Tampoco sabíamos si íbamos a volver a ver a nuestra mamá, porque ella, que estaba embarazada y llevaba a los dos hermanos menores, fue montada en un helicóptero con otras mujeres, niños y ancianos y no sabíamos nada de ellos.

¿Cuándo volvió a ver a su madre y al resto de su familia?

Hasta que llegamos a La Tronquera, que está a cuarenta kilómetros de Waspam, en el camino hacia Bilwi. Ahí nos montaron en uno de esos camiones grandes como los que ahora ocupan en los pueblos para recoger basura. Ahí nos llevaron a la comunidad de Tasba Pri, que en lengua miskita quiere decir Tierra Libre, pero que de eso no tenía nada. Ahí estuvimos hasta por cinco años.

¿No se le ocurrió escapar? ¿Sabía para dónde y por qué los llevaban?

El grupo que caminaba era un total de ochocientas personas, entre los comunitarios y militares. Algunos hombres salieron por la noche cruzando el río Coco (hacia Honduras), pero siempre nos llevaban por grupos salteados: un grupo civil, otro militar. Tampoco nadie nos dijo a dónde nos llevaban. Escuchamos que era porque la zona (San Carlos y resto de comunidades en la ribera) iba a ser un lugar de guerra. Lo que nos llamó la atención es que por las comunidades que íbamos pasando mirábamos las casas destruidas y los cerdos y otros animales muertos, podridos entre el lodo.

¿También había personas muertas?

No. No vimos personas muertas ni que mataran. El maltrato a nuestro grupo fue hacer el camino desde San Carlos, Río Coco, hasta La Tronquera. Más de 240 kilómetros de camino a orillas del río Coco, una parte, y luego entre los llanos. También hubo muchos casos de familias separadas. Por la noche el esposo o la esposa no se percataba que los armados los separaban a uno del otro y era hasta despertar que el hombre se miraba a un lado y a la esposa con los hijos del otro lado, en otro bloque. Después en la caminata los grupos otra vez eran separados y hay muchas familias que se encontraron hasta después de cinco, diez o quince años. Algunos todavía hoy no se han encontrado. Siguen separados.

Ese desalojo que usted vivió y el de otros grupos más fueron incluidos en una demanda de crímenes de lesa humanidad en contra del Estado, pero este Gobierno la engavetó. ¿Qué piensa de eso? ¿Usted está de acuerdo?

Me he sentido muy triste por eso, porque las cosas que sucedieron en la Mosquitia yo las cuento porque duele y sé que hay gente que ha vivido peores momentos: encarcelados por nada, asesinados, violados. Fueron momentos tristes y mucha gente también me ha expresado su indignación sobre esto, pero en la Tierra todo se paga.

El Ministerio Público no dio curso a la demanda porque alega que le falta mérito.

Causa y mérito yo no creo que falte. Estamos viviendo en un país donde los acuerdos políticos y judiciales se hacen por detrás, sin decisión del pueblo. Nadie sabe qué hay en verdad. Yo quisiera que se continuara y creo que se debe continuar la demanda. En Chile hasta el último momento (Augusto) Pinochet estuvo demandado por todos los crímenes que cometió. Igual en Kosovo, en Sudán y en otros países. El pueblo miskito tiene sangre derramada. Eso fue un éxodo doloroso.

Pero ahora hay líderes miskitos aliados el Gobierno que veinte, treinta años, atrás ordenó ese éxodo.

Sí. Ésas eran personas que la gente admiró muchísimo. El pueblo ve esas alianzas con mucha preocupación y tristeza. Antes ellos tenían un apoyo grandísimo del pueblo, pero ahora ellos han olvidado a su pueblo, de donde iniciaron esas grandes ideas que ellos antes habían promovido, de la Costa Caribe, y me refiero a todos los grupos: miskitos, creoles, mestizos, ramas, sumo-mayangnas, todos. Se sienten traicionados.

Dice que en la Tierra todo se paga. ¿Qué espera que pase sobre esta historia de tragedia y traiciones que recuerda?

Hay tiempo. La historia misma sabrá juzgar y las personas pasan. Habrá personas que llegarán a su tiempo y le darán forma a esto o no, y la historia también las va a juzgar. Puede ser que ahora las personas y las instituciones tomen una decisión por una persona y todo lo que sabemos, pero llegará el momento en que la justicia venga a ser una realidad. Tiene que cumplirse el deseo del pueblo miskito de que las personas que cometieron crímenes contra ellos y sus familiares paguen por eso, como ahora paga el que roba una gallina y está solo.

Algunos líderes miskitos dicen que hoy la guerra puede volver a la Costa Caribe, ¿cree que eso pueda pasar?

Creo que la guerra a cómo fue antes no. Lo que me preocupa grandemente y pienso que ahora es más peligroso es el narcotráfico. Ahí cada vez más domina el narcotráfico, que se aprovecha de la situación de pobreza y abandono, que todavía viven las comunidades. ¡Dios nos libre de una lucha como la que se vive en Ciudad Juárez (México)! b

Primer sacerdote miskito b

La Prensa Domingo

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