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Las bailarinas del Ballet Folklórico Nicaragüense se preparan para tomarse el escenario de la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío. LA PRENSA/Héctor Esquivel

El corre-corre mientras inicia la función

Empiezan a salir los primeros rayos del Sol, en la ciudad de Diriamba, detrás del imponente reloj, testigo mudo de la algarabía cultural de esta pintoresca ciudad. Los bailarines del Ballet Folklórico Nicaragüense están en los preparativos para engalanar con su arte el Teatro Nacional Rubén Darío. Muy temprano sus bailarines suben al autobús que los traerá a la capital, junto a los más de 16 baules donde vienen los coloridos y elegantes trajes con los que salen a escena.

Empiezan a salir los primeros rayos del Sol, en la ciudad de Diriamba, detrás del imponente reloj, testigo mudo de la algarabía cultural de esta pintoresca ciudad. Los bailarines del Ballet Folklórico Nicaragüense están en los preparativos para engalanar con su arte el Teatro Nacional Rubén Darío.

Muy temprano sus bailarines suben al autobús que los traerá a la capital, junto a los más de 16 baules donde vienen los coloridos y elegantes trajes con los que salen a escena.

A esta agrupación también los acompaña un grupo de niños llamados Los Cumiches, futuros prospectos del arte danzario.

A eso de las 9:00 a.m. los bailarines junto al maestro Ronald Abud Vivas llegan a la capital. Ya en el escenario, se ensaya con mucho detenimiento cada una de las veinte piezas folclóricas que presentarán por la noche.

Al caer la tarde, empieza los preparativos y el corre-corre termina al finalizar la función. Las bailarinas se maquillan entre sí, incluso hasta los varones. Se empolvan los mentones y uno que otro se da una pasadita de lápiz de cejas. A cada quien se le asigna su vestuario, que puede ser de diez a doce cambios, según las danzas a presentar.

El Ballet Folklórico Nicaragüense  derrochó talento y creatividad durante su presentación el pasado sábado.
LA PRENSAHéctor Esquivel

INICIA LA FUNCIÓN

Con ropa en mano, cada bailarín escoge un rinconcito detrás del escenario para colocar sus prendas, porque a la hora de los cambios cada quien debe saber dónde está lo suyo.

A pocos minutos que empiece la función en la Sala Mayor, el maestro Ronald Abud luce elegante para dar las palabras de bienvenida a los presentes.

La Danza del Toro Huaco da apertura a la espectacular noche danzaria. Aquella Indita, Barrio de pescadores, sin faltar El solar de Monimbó y el Baile de los viejos se tomaron el escenario.

Terminada una pieza, corren al cambio de vestuario. Durante este momento todos se apoyan entre sí, incluso pueden pedir ayuda a cualquier persona que tengan cerca.

El corre-corre continúa aún después de terminada la función, pues deben recoger su cosas para retornar a la tierra del Güegüense que los ve llegar entrada la medianoche.

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