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Adolfo Miranda Sáenz

¿Infiltrados en la Iglesia?

Mediante masivos correos elec- trónicos se están dando ataques a la Iglesia católica por estar supuestamente “infiltrada” de personas que han establecido prácticas contrarias a “las práctica correctas” (o sea, únicamente las de mediados del siglo pasado). Dichos correos supuestamente vienen de “personas piadosas” exhortando a reenviarlos para “salvar a la Iglesia”. Algunos verdaderos católicos ingenuamente creen que es verdad lo que les dicen y reenvían por montones dichos correos, sin comprender el mal que hacen.

En LA PRENSA del 4 de octubre bajo el título de “Escándalos en la Iglesia” se publicó una carta firmada por Dolores Bravo, de Barcelona, España, con un contenido igual de novelesco y escandaloso que el de los correos que circulan por Internet.

Esas personas —si acaso son católicas— están actuando contra el Magisterio de la Iglesia en actitud de rebeldía agravada por las mentiras que propagan, pero me inclino a pensar que más bien son los verdaderos infiltrados en la Iglesia con intención de dañarla. El católico de verdad debe rechazar las barbaridades que dicen, como que el Concilio Ecuménico Vaticano II aprobó “cambios destructivos” y “documentos confusos y dañinos” impulsados por comunistas que llegaron a ser arzobispos y cardenales, miembros de la Curia Romana, influyentes asesores del Papa y hasta superiores de las congregaciones religiosas.

Son muchos los temas que ellos tratan presentándose como católicos conservadores y tradicionalistas que rechazan “el modernismo” dentro de la Iglesia, el cual lo atribuyen a que los Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II se equivocaron dejándose influenciar por comunistas ateos y que Benedicto XVI no rectifica los cambios que el Magisterio de la Iglesia ha hecho en aspectos pastorales y litúrgicos (retrocediendo a 1958) porque tiene miedo de que se le rebelen muchos obispos (es decir, según ellos el Papa es un miedoso cómplice de lo malo).

Por el espacio limitado de este artículo no puedo tratar cada tema de los varios que esas personas abordan. Tan sólo me referiré a uno de sus favoritos: recibir la comunión en la mano, aprobado por Pablo VI y regulado por las Instrucciones Mernoriale Domini (1969), Immensae Caritatis (1973) y el Ritual de Sacra Communione (1973). Lo cual continúa con Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Al respecto debo decir que yo personalmente he visto al Santo Padre Benedicto XVI dar la comunión en la mano a quien así lo pidió.

En su campaña contra la Iglesia afirman que “se profana” el cuerpo de Cristo (ya no se diga cuando la comunión la distribuyen ministros laicos de la comunión contra los cuales lanzan furiosas diatribas “por atreverse a tocar al Señor con manos no consagradas”, ignorando el sacerdocio universal de todos los bautizados por el cual los laicos actúan en determinados casos autorizados como “ministros extraordinarios”). ¡Los Papas —según ellos— al autorizar estas cosas son artífices de una profanación masiva del cuerpo de Cristo!

Llegan a inventar fábulas, como que en la Última Cena Cristo dio la comunión directamente en la boca y que cuando los primeros cristianos “partían el pan” tomándolo todos con las manos, era “porque todavía no estaban claros de que Jesús estaba en cada migaja”, contradiciendo los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles y la Tradición Apostólica. Últimamente afirman que la Santísima Virgen María apareció en Argentina (?) para condenar la comunión en la mano. ¡Ahora la Virgen aparece para desautorizar a los Papas! ¡Sí que son atrevidos!

Los católicos tenemos la obligación de rechazar tales difamaciones, disparates y actitudes.

El autor es abogado y periodista.

Opinión columna Iglesia infiltrados archivo
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