“La oposición debe emplazarse a sí misma”

Fotos de LA PRENSA/ Manuel Esquivel

El abogado y escritor Sergio García Quintero (Managua, 1932) no es el tipo de persona que anda con contemplaciones. Él dice lo que piensa sobre cualquier tema o persona y hasta toma la iniciativa para opinar al respecto. Pero además, lo hace con ese tono de voz pausado, que recuerda el de un maestro cuando dicta la lección, por eso uno se impacta todavía más cuando en ese tono compara a los políticos con “capos” y se refiere a las marchas cívicas como “carnavales políticos”.

Su falta de contemplaciones alcanza a Arnoldo Alemán y Eduardo Montealegre, a quienes sostiene que conoce porque con ellos compartió mesa en la directiva de cada uno de sus partidos o movimientos. Pero además salpica al aspirante presidencial Fabio Gadea Mantilla, quien no lo convence porque cree que otros son los “verdaderos presidenciables”.

En esta entrevista con Domingo el abogado, que tiene 52 años de experiencia, también recuerda cómo Anastasio Somoza Debayle trató de sobornarlo con una cantidad de dinero que hubiese resuelto todas sus necesidades, cuando él apenas daba sus primeros pasos en la profesión y relata cómo la rechazó. Él cuenta esa anécdota porque cree que la actitud que él tuvo, hoy hace mucha falta entre los líderes políticos y funcionarios públicos. “Ahora no hay integridad, sino un enorme desastre, desde la misma Corte Suprema de Justicia”, sostiene.

¿Para usted por qué es un enorme desastre lo que ocurre en la Corte?

Mi experiencia como síndico y abogado me hace tener una visión más amplia de la justicia en el país, especialmente de la Corte Suprema de Justicia. Lo sabemos quienes conocimos a magistrados como Salvador Mayorga Orozco, Ernesto Sequeira Arellano, Rafael Antonio Díaz, Julio Linares… eminencias en cuanto al derecho y extraordinarios ejemplos en cuanto a la ética profesional. Eso se perdió por completo en la situación actual, en la cual vemos una Corte compuesta por dieciséis magistrados, que yo pienso es la más numerosa de América y también de Europa. ¡Ni la Corte Internacional de Justicia tiene tantos! Pero que sea numerosa no mejora el trabajo ni lo hace más rápido o expedito, sino retrasa la justicia, la mantiene en una situación caótica.

¿Antes la justicia no era un caos?

Aún a riesgo de que se me diga que soy un apologista de gobiernos anteriores a 1979, puedo asegurar que la justicia en Nicaragua antes era mucho más respetada y, por lo menos en el caso mío que estuve a cargo de cinco diferentes juzgados, nunca fui objeto de presión de parte de nadie. ¡Y no sólo eso! También había un enorme respeto por la autoridad judicial. Uno era consecuente con la investidura que tenía. Esa investidura era sagrada, pero ahora anda por el suelo, peor que un lampazo, porque los magistrados dejan mucho que desear. Ese retorno de los magistrados liberales a la Corte Suprema es posiblemente el acto más deplorable, bochornoso y triste de toda la historia judicial en el país.

¿Por qué cree eso?

Lo creo porque ellos mismos se han encargado de que uno lo crea. Ahora están recorriendo de regreso el camino que mantuvieron durante unos días, en cuanto a oponerse a resoluciones y sentencias falsificadas y decretos inconstitucionales. Pretenden engañar a la opinión pública diciendo que en cada resolución van a poner una razón sobre su protesta a la ilegalidad de las sentencias, pero definitivamente con ellos hay quórum y el Poder Judicial queda en una situación más dura e incómoda. La esperanza está en que Sergio Cuarezma se mantenga en la posición que ha señalado: La de no reintegrarse como protesta a la situación que se mantiene en la Corte Suprema.

¿Por qué cree que los magistrados liberales realmente decidieron reintegrarse a la Corte?

No es nada sorprendente. El liberalismo desgraciadamente ha estado encabezado por una cúpula delincuencial. Hay capos manejando partidos políticos y poderes públicos, de ésos que piensan primero en su beneficio personal y luego en los beneficios de su grupo, traicionando los intereses nacionales.

Todos están pensando en reformar la Constitución y las leyes, que al final son objeto de interpretaciones para que tengan un efecto contrario, y luego está la interpretación de la interpretación y así nos han llevado a un callejón sin salida legal. Eso es lo que ocurre cuando la ley se estira y se encoje, cuando aquí a la justicia se le da vuelta como caramelo de melcocha y se abusa de las interpretaciones.

Según usted, ¿quiénes son los capos?

Yo he medido la falta de seriedad, decoro y patriotismo de la oposición con sólo hacer una pregunta fundamental y clásica de criminología cuando se comete un delito: ¿A quién beneficia este delito? En Nicaragua hemos visto que a quien ahorita beneficia que no se llegue a ningún acuerdo es a Arnoldo Alemán, porque no comparte con el resto de la oposición los mismos intereses, porque tendría que repartir cargos y eso debilitaría su poder, su ámbito de acción. Igual pienso que no habría ninguna salida con Fabio Gadea, que me parece la historia más hábil y fraudulenta en la historia de Nicaragua.

¿Por qué piensa eso?

Porque Fabio continuaría el gobierno interrumpido de Arnoldo, y ambos sometidos al Frente Sandinista, porque por más que se quiera decir que él mantiene total independencia de su consuegro, la verdad es que no.

Gadea niega que exista ese tipo de relación ¿Usted por qué lo asegura?

La Radio Corporación estaba en una verdadera crisis económica cuando emparentaron las dos familias (Gadea y Alemán). La radio estaba condenada a cerrarse por falta de medios. Arnoldo elevó a la Corporación como la primera radioemisora del país, cuando estaba muy lejos de serlo. Además de eso, Arnoldo ha permitido que una enorme cantidad de familiares de Fabio tengan cargos y él mismo sigue siendo empleado y escogido de dedo por Arnoldo, como diputado ante el Parlamento Centroamericano.

¿Cree usted que Fabio Gadea le debe demasiado a Arnoldo Alemán como para estar separado de él entonces?

Definitivamente. Además, la hija de Arnoldo y nuera de Fabio (María Dolores Alemán) ha heredado las habilidades de Arnoldo, porque a Arnoldo nadie le puede discutir el agudo talento que tiene para la política. ¡El mismo Maquiavelo tendría que haber venido a aprender aquí! Además, está la falta de escrúpulos que completa su compleja personalidad y lo ha hecho incidir en la historia de este país. Es más, estamos viendo a un procesado con una pena que luego los sandinistas le quitaron por complicidad, pero sigue con otros procesos. Es decir, hay una enorme falta de ética y pereza mental. Los líderes de partidos políticos, y los nicaragüenses en general, son enemigos de analizar a los posibles candidatos a la Presidencia. Yo he mencionado varios nombres que son mucho mejores que él (Gadea), porque en Nicaragua, aunque no abunden, todavía hay nicaragüenses decentes y preparados.

Por ejemplo…

Luisa Molina (de la Coordinadora Civil), Vilma Núñez (del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos), Carlos Fernando Chamorro (periodista), Eduardo Montiel (economista y ex Ministro de Hacienda), Manuel Ignacio Lacayo (empresario)… son gente que no tiene compromisos con ningún partido político y tienen un historial ciudadano de lucha cívica o desarrollo propio impecable.

Pero la mayoría son personas conocidas en un ámbito muy reducido.

Por supuesto que no tienen ningún programa como firuliche o Pancho Madrigal, sino que aparecen en la opinión pública por las acciones que a diario realizan, de tal manera que en materia de publicidad todavía habría tiempo para que sean más conocidas. Decir, como cree el campesinado, que tener a Fabio de presidente será como tener a Pancho Madrigal de presidente es una ligereza mental. Los problemas de Nicaragua son tan complejos y difíciles que se necesita una formación académica seria para darse cuenta de todos los problemas.

Pero Gadea Mantilla promueve una propuesta de plan nacional…

Es incapaz de hacerlo. Está sujeto a la opinión de un equipo de asesores, que es el más grande que yo he visto. Ahora, yo lo que creo es que la oposición debe dejar de estar emplazando a Ortega. Lo que debe hacer es emplazarse a sí misma para encontrar fórmula y agendas mínimas: cuatro o cinco puntos que puedan dar fundamento para emplazar al Gobierno de Ortega con una plática seria, porque ya no hay salida si no es con eso. Pero normalmente los pactistas se oponen. Ellos lo que quieren es una componenda.

Usted habla de diseñar agendas mínimas. En la oposición está la iniciativa de la Alianza Patriótica que ya ha definido un plan de nación, ¿qué piensa al respecto?

Casi no hay un solo partido, grupo, alianza o lo que sea que no haya hablado de un proyecto de nación. La verdad es que un proyecto de nación no puede manejarse como un artículo que se va a promocionar para el mercado. Deberían haber realmente posiciones en las que se notara la preocupación real por el país.

¿Qué es lo que le falta?

El día que se haga valdrá la pena para que todos hagamos críticas, pero ya no habría tiempo. Por ejemplo, ¿qué posibilidad tendría Fabio si Alemán va de candidato? ¡Ninguna! Y no sólo porque las encuestas lo digan, sino porque va a comenzar a declinar su popularidad, porque no se siente que haya consistencia en él ni en su equipo. Además está la conocida y maliciosa intención de los otros grupos que se acercan para ver cuántos ministerios les van a dar, cuántos diputados les tocan. Una repartición antes de matar al venado, en la que Fabio sigue la tradición triste de Arnoldo, que cuando era candidato (a la Presidencia) repartió como 900 diputados. Entonces yo aún estaba en el directorio del PLC y le dije: “Al paso que vas, tendrás que sesionar en el Estadio Nacional” y lo que él me respondió fue que yo no entendía nada de política.

¿Por qué dejó el partido?

Yo soy un liberal. Mi línea de pensamiento es el de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas” y me gusta sentir hondo, pensar alto y hablar claro. Pero en Nicaragua así no son los asesores políticos y eso es lo que pierde a este Gobierno, pero también a la oposición. Además, hay un momento en que Arnoldo se convirtió en un jefe intolerable.

¿De qué manera?

Disponía del partido como un cosa propia y los serviles y vivianes proliferaron alrededor de él. Así cuando había que reclamarle algo, me lo encargaban a mí y la respuesta de Arnoldo era que ésa era una opinión mía, porque cuando él preguntaba nadie respaldaba. Y yo no podía continuar así. Luego también inició la corrupción desde la Alcaldía, se fue convirtiendo en un gánster y yo me aparté de él dentro de la campaña presidencial.

Luego estuvo en el Movimiento Vamos con Eduardo. ¿Qué pasó ahí?

Con Eduardo es idéntico problema. Cuando Eduardo resuelve fusionarse con el PLI (Partido Liberal Independiente) actuó primero inconsultamente, aunque luego le respaldamos porque el PLI nos necesitaba y nosotros necesitábamos al PLI, porque ambos nos extinguíamos por razones legales. A mí de todas maneras el Movimiento Vamos con Eduardo siempre me pareció un movimiento detestable, desde el momento en que llevaba el nombre de una persona. Eduardo tiene un ego, un complejo de Niño Dios de Praga y es totalmente sordo a sus asesores, porque su indecisión, su temor y su cobardía en gran parte son responsables del estado de caos en el que está el país. Eduardo iba in crescendo , pero el problema de los Cenis ha gravitado sobre él, como los otros problemas legales contra Arnoldo. En ese sentido, Ortega ha sido un matrero muy hábil, que conoce a profundidad la sicología de nuestro pueblo e interiormente la sicología de los grupos, de sus líderes, sus debilidades, y sigue jugando con ellos.

¿De qué manera cree que juega?

Las actividades que la oposición hace son manipuladas por debajo por el propio Ortega. Él alienta la oposición en determinados sectores y momentos con el objeto de dividir. Y eso es grave.

¿Usted está activo en algún partido político o movimiento cívico?

No creo en los movimientos. De hecho, yo ya no participo en plantones ni marchas. Hace veinte años que venimos haciendo eso. También he visto la formación de por lo menos veinte coaliciones que toda la vida se quedan en un lenguaje lírico, romántico, retórico y en hacer proclamas y manifiestos, que son muy bien hechos, eso no se niega. Yo inclusive he manifestado que Nicaragua ha perdido un rubro de exportación, porque no se ha decidido a exportar pronunciamientos y proyectos de ley, que se hacen muy buenos para luego pasar por encima de ellos.

La mayoría piensa que la lucha está en las calles ¿Por qué usted ya no cree en las marchas?

Mi criterio sobre las marchas, y lo digo porque yo he participado en casi todas, es que a las marchas asisten cada uno de los que van para hacerse ver y así decir: “Ya llené mi cupo de patriotismo”. ¡Vergonzoso! Otros también van con la vista en la próxima esquina donde se puedan escapar. ¡Ésas no son marchas dignas! Son un verdadero carnaval político. Esa energía debería ocuparse en verdaderas posiciones. Para más los señores de la tercera edad (que han organizado huelgas de hambre) dan un ejemplo a todos.

Antes me dijo que para usted el país está en un callejón sin salida. ¿Quiere decir que no quedan opciones?

Opción legal no hay.

¿Qué es lo que queda?

Los políticos y partidos tienen que hacer verdaderas introspecciones, verdaderos análisis. Si no están dispuestos a eso, no vale la pena que la oposición siga queriendo regresar al poder.

¿Y si la oposición lograra deponer esos intereses, qué seguiría?

Seguir alrededor de una agenda mínima de nación, cuatro o cinco puntos, en el que todos estén de acuerdo. Y no cosas como el acuerdo de Metrocentro II que todos lo han traicionado.

¿Realmente cree que eso es todo lo que hace falta?

Pienso que viendo Ortega a una oposición sólida, sí tendría temor de que realmente se sumen más puntos en su contra, porque aquí, se quiera o no, se va a llegar a una Constituyente. Pero si no, entonces los otros están cómodos con una Constitución prostituida, porque todo el mundo hace lo que quiere con ella.

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