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Cartas al Director

Nación

“Una nación desarrolla de ordinario sus intereses en la misma dirección de sus aspiraciones políticas y los individuos se aprovechan hábilmente de esta circunstancia para servir a la vez a la patria y a su bolsillo particular”.

 

Ángel Ganivet (1865 – 1898); escritor y diplomático español.

RÍO SAN JUAN

El hermoso y codiciado río San Juan, y más aún, el nacionalismo que él nos produce, me ha hecho reconocer que fuera del río, todos seguimos estirando y rompiendo la hermosa estructura asedada de nuestra Nicaragua. Y es que, muy a pesar de que hoy nuestros insignes diputados se hayan unido hasta para ir a sesionar al San Juan, siguen tanto ellos como el resto de la Nación haciendo pedazos lo que aún queda de Nicaragua. ¿Por qué no nacionalizarnos o unirnos por esta nación?

¿Si Nicaragua tiene marcados sus días de miseria, es algo inherente a nuestra cultura o es simplemente una de las tantas pruebas que debemos pasar? ¿Por qué no salimos del atraso cultural? ¿Por qué no podemos ser buenos en algo más que los conflictos y la guerra? ¿Por qué todos tenemos miedo, o es la política del miedo la que nos ancla el pensamiento, las acciones y el progreso? Aunque no tenga la solución, he enlistado una serie de comportamientos que en un aspecto microsocial o bien personalizado podemos cuestionarnos para mejorar, y dejar de echarle la culpa de todo a nuestros padres de la Patria, aunque reconozco que bien merecida la tienen.

Primeramente es reconocernos agentes de cambio. Teniendo este título debemos saber que todo lo que hagamos es nuestra responsabilidad y se transmite de generación en generación, por lo cual mi aspiración debe ser buscar el bien común. Ahora, reconociendo que por lo menos alguna parte de la población tiene trabajo, ¿cuántos de nosotros acudimos puntuales a nuestros centros de trabajo?, ¿cuántos damos más de lo que tenemos, cuántos nos ocupamos el tiempo que nos pagan para distraernos en chats, Facebook u otros atractivos?, ¿cuántos estamos dispuestos a mejorar nuestras relaciones de trabajo?

Por otro lado, si somos miembros de familias numerosas, ¿cuántos valores transmitimos a nuestros hijos, les enseñamos que debemos actuar en orden, con honestidad, o bien, delante de ellos nos cruzamos la roja en el semáforo, sobornamos a los policías de tránsito, pagamos por debajo de la mesa por un trámite rápido? ¿Hablamos de corruptos o somos corruptos? Hablamos de que los políticos deben mejorar su actitud ¿y qué mejoramos nosotros en nuestras casas? Además de fomentar una cultura de valores dentro de nuestro círculo familiar, debemos procurar una actitud positiva de ir hacia adelante, de tratar de mejorar. Y habrá que tener cuidado de que eso no se transforme en una ambición por llegar al poder o al Estado para apropiarse de lo ajeno, sino de hacer lo máximo que esté a mi alcance para sentirme satisfecho personalmente e intrínsecamente hacer progresar a mi país.

Estemos claros de que esto es una cuestión de generaciones, quizá los cambios no los veremos nosotros, pero nuestros nietos vivirán en una Nicaragua más digna, más culta, educada y ¿por qué no soñar con que saldremos de la pobreza, del atraso y seremos una gran Nación?

Grethel López M.

ASAMBLEA ITINERANTE

Según las más recientes noticias, los di- putados van a sesionar en río San Juan, dizque para luchar en el mero campo de batalla y foco de la infección, como si eso fuese necesario. El mal trabajador seguirá siendo malo aunque trabaje en el taller más sofisticado.

Sin duda alguna, lo que los señores diputados quieren es salir de ese “horrible lugar” llamado Asamblea Nacional (AN) y “trabajar” en el mismo lugar del conflicto, llamando una vez más la atención del pueblo sencillo que les cree la maniobra. ¿Por qué no realizan la sesión en la AN y dejan de gastar inoficiosamente el dinero del pueblo? ¿Cuánto costará esa movilización? Sean honestos alguna vez en la vida. Si no han hecho nada en absoluto en bien del pueblo en el edificio, mucho menos harán fuera de él.

Ramón Pineda

LOS TICOS Y E. PASTORA

Han pasado los años, y los ticos recordamos a un Edén Pastora beligerante y determinante en sus acciones en contra de la tiranía. Pastora convivió parte de su exilio en nuestra querida Costa Rica. No lo sentimos asilado, e incluso vimos a sus hijos asistir a nuestras escuelas y compartir con nuestros hijos.

Edén vivió con sus temores y sus sueños de esperanza en Costa Rica, pero vivió seguro. Luego regresó a su Nicaragua, pero parece que se le olvidó el trato afable que recibió en nuestra sociedad.

El señor Edén nos conoce, por lo tanto, no se aproveche de la bondad de los ticos y reconozca que se equivocó. Por favor no confronte a dos naciones hermanas.

Felipe Ureña Castro

Y ASÍ ESTÁN LAS COSAS

Hay palabras que a casi nadie dejan indiferente. Aborto es sin duda una de ellas. Según el diccionario de la lengua española, aborto es la interrupción del embarazo por causas naturales o provocadas. Las primeras forman parte de la dinámica natural del ser humano y poco se puede hacer para evitarlas. Son las segundas las que provocan reacciones encontradas y a nadie dejan indiferente, hasta tal punto que hasta para el concepto mismo se buscan palabras que disminuyan la carga real o emocional que la palabra provoca. Me refiero al empeño por utilizar el término “interrupción voluntaria del embarazo”.

El fondo del asunto arranca de una realidad que hoy en día, y desde el punto de vista científico, nadie puede poner en duda. Y es el hecho de que existe vida humana desde el primer momento de la concepción. Es verdad que es una vida dependiente de la madre, pero no más dependiente de lo que lo es el niño recién nacido.

Este verano entró en vigor en España la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, mediante la cual, además de otras cuestiones, se consagra el derecho de la mujer para abortar hasta la 14 semana de gestación sin que medien más requisitos o condiciones.

La ley concede esta autonomía para abortar también a las chicas a partir de los 16 años con conocimiento o sin él —si le provoca a la menor un conflicto grave— de uno de sus representantes legales.

Se pueden hacer bastantes reflexiones acerca de esta ley. Hoy me limitaré a unas pocas: La primera sería conceptual y vendría ligada al hecho de que la Organización Mundial de la Salud utiliza el término aborto y especifica los distintos tipos y clases del mismo. Parecería razonable que se adoptara la terminología de la OMS, es decir, aborto en vez del término “interrupción voluntaria del embarazo”.

La segunda vendría ligada al hecho, sin duda muy positivo, del respeto y protección que la sociedad y nosotros individualmente prestamos a la vida e integridad física de las personas: somos firmes defensores de la abolición de las torturas y de la pena de muerte, no entendemos cómo ha podido existir la esclavitud, nos causa pavor recordar los ejemplos de genocidio masivo de razas y enfermos que practicó el nazismo, etc. Y si estos logros son así y nos llenan de satisfacción, ¿por qué la sociedad no cuida y defiende de igual manera la vida humana del no nacido? ¿Tienen un pensamiento coherente las personas que defienden el respeto a la vida solamente en algunos casos y no en otros?

La última reflexión, por el momento, tiene que ver con el hecho chocante de que una chica de 16 y 17 años no pueda votar en unas elecciones ni pueda beber alcohol en un bar, pero sí tenga, prácticamente sin la ayuda y consejo de nadie, la autonomía para abortar.

Dicen que las leyes deben ser hechas para salvaguardar el bien común, para hacer que nuestra sociedad sea más justa, para favorecer la convivencia, para proteger los derechos de todos, pero en especial de los más débiles. ¿Seguro que esta ley protege a los más débiles, hace que la sociedad sea más justa y favorece la convivencia de todos los españoles?

Luis Ciprés Casasnovas

Opinión Asamblea Nacional Edén Pastora San Juan archivo
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