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Juana Calero López expuso en la feria alimentaria la miel que produce junto con ocho mujeres en Masaya. LA PRENSA/G. MIRANDA

Cooperación ayuda a salir de la pobreza

Hace un año Juana Calero López, originaria de La Concepción, Masaya, sobrevivía con el poco dinero que su esposo conseguía como albañil y carpintero. Ella nunca fue a la escuela, por eso se dedicó a cuidar a sus tres hijos en medio de serias limitaciones económicas.

Hace un año Juana Calero López, originaria de La Concepción, Masaya, sobrevivía con el poco dinero que su esposo conseguía como albañil y carpintero. Ella nunca fue a la escuela, por eso se dedicó a cuidar a sus tres hijos en medio de serias limitaciones económicas.

Pero doce meses después, esta mujer se ha convertido en una pequeña empresaria, productora y comercializadora de miel de abeja, porque ingresó a un programa de Visión Mundial Nicaragua, que maneja fondos de organismos de cooperación internacional.

Con evidente dominio de su nuevo negocio, Calero explica a los clientes cómo se produce, procesa y empaca la miel de abeja artesanal, la que vende en Masaya. Las técnicas las aprendió en el programa financiado por la cooperación externa, que igual apoya a otras ocho mujeres pobres en ese departamento.

Calero fue una de las decenas de productoras y pequeñas empresarias que expusieron los frutos de la cooperación internacional, en el ámbito de la seguridad alimentaria durante la feria alimenticia que concluyó ayer en la Universidad Agraria (UNA) y fue auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

EL CASO DE YOLANDA

Yolanda Barrera, de la comunidad El Chonco, Chinandega, cuenta que desde que ingresó al programa Fortalecimiento a la Agricultura Familiar para una mayor producción de alimentos, financiado por la Unión Europea, ha podido garantizar alimentación y estudios a sus hijos, quienes antes vivían en pobreza y con desnutrición.

“Ahora nuestros hijos tienen el pan cada de cada día porque estamos trabajando el campo, la tierra”, relató Barrera, quien a través del programa ha recibido semillas de frijol, sorgo y maíz para habilitar cinco manzanas de tierra que por años estuvieron en abandono.

Armando Hernández, coordinador del programa agrícola europeo, ejecutado por el organismo Plan, explicó que el acceso a tecnología y financiamiento continúan siendo las barreras que impiden el crecimiento productivo en Nicaragua.

A través de ese programa atienden a más de 2 mil personas en 19 municipios, quienes acceden a tecnología y son capacitados en la creación de bancos de semillas para enfrentar los efectos del cambio climático.

YA SABE ELEGIR LA SEMILLA

Karla Molina Vargas es otra campesina originaria de San Juan de Limay, que ha logrado salir de la pobreza a través de un programa alimenticio de la FAO.

“Hemos aprendido tecnología para mejorar la productividad en el campo”, cuenta.

Señala que ahora maneja con mayor precisión el tipo de suelo que tiene y eso le permite conocer qué tipo de semilla necesita para sembrar y obtener mejores rendimientos.

Desde que ingresó al programa de la FAO, Molina ha logrado elevar la productividad agrícola en más del 70 por ciento, pero afirma que el financiamiento continúa siendo su principal preocupación.

Myriam Valdez de Conde es propietaria de un pequeño negocio dedicado a la producción de embutidos artesanales. Dice que pronto ofrecerán sus productos en los supermercados, gracias al programa estadounidense Empresas y Empleo, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Economía campesinos cooperación pobreza archivo

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