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Pacquiao, ¿no tiene límites?

A través de ese fenomenal boxeo, que electriza multitudes y vapulea oponentes, Manny Pacquiao sigue agrandando su leyenda y motivando comparaciones con los mejores pugilistas de la historia.

A través de ese fenomenal boxeo, que electriza multitudes y vapulea oponentes, Manny Pacquiao sigue agrandando su leyenda y motivando comparaciones con los mejores pugilistas de la historia.

De hecho, el boxeo nunca había visto nada como Pacquiao, un pugilista que se ha dedicado a imponer su ley desde las 112 libras hasta las 154, mientras captura ocho títulos y revitaliza un deporte que se aprecia mejor en vídeos que en vivo y a todo color.

Con una impresionante velocidad de piernas, y más expedito aún, lanzando sus disparos con ambas manos, el filipino mantuvo a Margarito en el centro del ring y lo convirtió en un puching bag, que se sostuvo en pie, más por su corazón, que por sus condiciones físicas.

Aunque en el primer round, Pacquiao no aceleró a fondo, sí dejó en claro que él impondría el ritmo al combate, y lo hizo a base de una velocidad que desbordó al azteca, cuyos extensos brazos parecieron más bien una desventaja ante el vértigo del filipino, que no cesó de disparar.

Una vez que Pacquiao apretó el acelerador, no hubo forma de verle la vuelta. Y a partir del cuarto asalto, cuando le partió el pómulo a Margarito, su dominio se tornó más evidente y se mantuvo así a través de los 12 asaltos, de una pelea que terminó casi en masacre para el mexicano.

Margarito tuvo sus chispazos en el cuarto y quinto asalto, pero su mejor momento llegó en el sexto, cuando aprovechó que a Pacquiao se le trabó el brazo entre las cuerdas y le dejó ir una combinación de golpes que estremecieron al filipino, quien sin embargo, se salió del hoyo.

Y no sólo eso. PacMan se salió y continuó disparando con feroz precisión y más velocidad todavía, en ruta hacia la victoria que lo consolida en la cumbre del boxeo, y le hace fuerte para resistir comparaciones con cualquier pugilista de cualquier época.

Margarito le sacó cinco pulgadas de altura y 17 libras de peso a Pacquiao, quien por momentos pareció necesitar empinarse para alcanzar a su oponente, pero lo logró con poder y precisión, hasta volverlo una calamidad andante.

Obviamente no vi pelear a Sugar Robinson y a muchos otros púgiles que encabezan los rankings históricos, pero después de observar a Pacquiao, créanme que no lo lamento. Lo que este tipo hace, no lo había hecho nadie.

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