El sábado en el estadio de los Vaqueros de Dallas, Antonio Margarito sacó a relucir su bravura y casta de boxeador mexicano ante el filipino Manny Pacquiao.
Margarito mostró un enorme aguante y deseos de terminar en pie ante un fenómeno del boxeo como Pacquiao, pero las consecuencias fueron graves: hoy, Margarito tendrá que someterse a una cirugía porque sufrió la fractura de un hueso cerca del ojo derecho, producto del brutal castigo sufrido en los 12 asaltos del combate.
Cualquiera puede pensar que la esquina de Margarito, encabezada por Robert García, un joven entrenador, ex campeón mundial, debió suspender la pelea desde muy temprano, para evitar tanto castigo innecesario.
¿Pero qué papel jugó el réferi Laurence Cole en el combate? ¿Acaso no es el principal responsable de cuidar la integridad física de los atletas en un cuadrilátero? ¿Por qué dejar que Margarito sufriera tanto castigo si desde la mitad de la pelea Pacquiao era el claro dominador en el ring?
Ciertamente, Cole tiene muchas preguntas que contestar alrededor de su cuestionada labor del sábado, con muy poca autoridad y sentido común para evitar no sólo una fractura como la que ocurrió, sino una posible lesión permanente que mande al retiro a Margarito.
“La pelea debió ser parada desde el décimo round, tomando en cuenta la cantidad de golpes que estaba recibiendo Margarito”, comentó el general de brigada Juan Alberto Molinares, presidente de la Comisión Nicaragüense de Boxeo Profesional (Conibop).
“Si bien es cierto que el mexicano estaba respondiendo, también es cierto que no estaba haciendo nada por ganar y lo más idóneo, por la salud del mismo boxeador, era haber detenido la pelea. Éste no es el primer caso, hemos visto otros recientemente y es un llamado de alerta para el trabajo arbitral”, añadió el general Molinares.
Margarito sufrió mucho ante Pacquiao el sábado, porque desde el quinto asalto ya tenía el pómulo derecho inflamado. Para el noveno, el pómulo y el ojo derecho de Margarito ya lucían enormemente deteriorados, pero ni la esquina de García, ni el árbitro Cole tuvieron piedad del peleador tijuanense.
El colmo de la noche fue que Cole detuvo a ratos las acciones desde el décimo asalto, para comprobar la visibilidad de un Margarito terriblemente afectado, con una clara lesión en su rostro, mientras su carnicero entrenador nunca decidió abandonar.
“La esquina tuvo que haber parado la pelea. Pero no lo hicieron, lo dejaron seguir y lamentablemente ni su entrenador, ni el árbitro tomaron la decisión de evitar tanto castigo”, reiteró Molinares.
Sin duda alguna, esta pelea debe poner bajo la lupa el trabajo de árbitro, porque Cole prefirió ser figura en una pelea de audiencia mundial, que preservar la integridad física de un boxeador, pese a que Pacquiao le pidió en varias ocasiones que parara la pelea en los últimos dos rounds.
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