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Santas reliquias

De acuerdo con el sacerdote Javier Solís, de la Parroquia Santa Gema, todos los altares, parte central del templo católico, al consagrarse colocan reliquias de Santos para que sean partícipes de la Eucaristía y se unan en una sola alabanza la Iglesia celestial y la terrenal.

Fotos La Prensa/Héctor Esquivel

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a palabra Reliquia proviene del latín reliquiae que significa “restos”, pero para la mayoría católica son más que eso, al punto que son colocadas en todos los altares cuando son consagrados.

De acuerdo con el sacerdote Javier Solís, de la Parroquia Santa Gema, todos los altares, parte central del templo católico, al consagrarse colocan reliquias de Santos para que sean partícipes de la Eucaristía y se unan en una sola alabanza la Iglesia celestial y la terrenal.

“Cuando se consagra un Altar se le coloca una reliquia que es autorizada por Roma y autenticada por el Vaticano y la orden a la que pertenece o la resguarda”, afirmó el sacerdote Solís.

Los primeros cristianos consideraban que los restos de los santos brindaban una protección para la persona que los poseía y una ayuda para conseguir aquello que resultara más inalcanzable. Poseer una reliquia significaba poseer una fuerza especial frente a lo adverso, y esto llevó al deseo de éstas a cualquier precio, adquiriendo gran importancia en el siglo XVI y sobre todo en la dinastía de los Austrias.

“Las reliquias son veneradas pues son un ejemplo y un recuerdo de la vida santa de otros seres humanos pecadores como nosotros, pero que alcanzaron la gracia poniendo en práctica el evangelio y nosotros debemos seguir ese ejemplo”, afirmó el sacerdote Solís.

Los cuerpos de los mártires llegaron a ser lo más precioso y digno de veneración para los cristianos, al punto que ponían en riesgo sus propias vidas cuando se precipitaban en la arena de los anfiteatros para recogerlos. Recogían asimismo la sangre derramada, empapándola en esponjas, paños o cualquier otra materia absorbente. Esta reliquia era llamada sangre de los mártires.

Otra manera de obtener estas reliquias era mediante la compra, generalmente pagando en plata. Una vez obtenidas de una forma o de otra, las preparaban con perfumes y ungüentos y las envolvían en ricos tejidos, sobre todo en dalmáticas enriquecidas con oro y púrpura.

Muchas de estas reliquias de cuerpo entero se encuentran todavía en las catacumbas, ubicadas en sitios especiales para su enterramiento llamados loculi. Una vez envuelto el cuerpo en la dalmática buscaban un enterramiento digno y lo decoraban, convirtiéndolo en santuario para sus oraciones y exaltaciones.

El culto a las reliquias estaba totalmente arraigado en este período de los mártires y las persecuciones a los cristianos. El cuerpo de un santo como reliquia llegó a ser indispensable para presidir las asambleas.

Las personas particulares también hacían lo imposible por conseguir una reliquia. Se llegaba a pagar por el cuerpo de un mártir sumas considerables, verdaderos tesoros que los fieles cambiaban por lo que ellos consideraban el auténtico tesoro eterno. Así lo hace constar Baronius en sus notas al martirologio romano cuando dice: “Christianos consuevisse redimere corpora sanctorum ad sepeliendum ea, acta diversorum matyrum saepe testantur (‘los cristianos acostumbraban recuperar los cuerpos de los santos para darles sepultura, dando fe de los hechos de los distintos mártires’)”.

La adquisición de una reliquia fue motivo en más de una ocasión de altercados, incluso combates, entre distintas ciudades que se la disputaban. Así ocurrió en Francia, entre los habitantes de Poitiers y los de Tours que mantuvieron una larga reyerta por la posesión del cuerpo de San Martín.

La iglesia católica clasifica las reliquias en tres categorías, las de primer grado son los cuerpos o partes de éstos conocidas como el cuerpo (o coporis), los huesos (ex ossibus), carne (ex carne) y cabello (ex capillus).

En una segunda categoría se encuentran los objetos que tuvieron contacto físico con el Santo o Martir, como sus ropas, rosarios, biblias, cruces, bastones, vendas, etc.

Y en la tercera categoría está cualquier objeto que haya tocado una reliquia de primer grado, es decir que haya sido usada en el cabello, piel, cuerpo, así son consideradas reliquias los restos del primer sarcófago o caja mortuoria así como la tela que cubrió la misma.

En algunos capillas se conservan las cadenas y objetos de tortura así como cruces y clavos de aquéllos que morían crucificados. En los Museos Vaticanos se conservan muchas reliquias de este tipo. Los lugares en que los mártires habitaban fueron tenidos como reliquia, y en muchas ocasiones se construyeron basílicas en los mismos.

Las últimas reliquias traídas a Nicaragua para consagrar un altar fueron las de Santa Faustina Kowalska conocida como Apóstol de la Divina Misericordia. Éstas fueron colocadas en el Altar de la Parroquia Jesús de la Divina Misericordia, por Monseñor Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico Henryc Josef Nowacki.

En esa actividad Monseñor Brenes dio a conocer que fueron recuperadas, tras 38 años de pérdida, las reliquias del Altar mayor de la Antigua Catedral de Managua.

“Las reliquias pertenecen a San Toribio de Mogrovejo, fueron recuperadas después de 38 años y estamos muy emocionados porque a demás de la importancia para la Iglesia tienen un valor adicional porque fueron un regalo del Arzobispado de Perú a nuestro primer monseñor José Antonio Lezcano, conocido por todos como Monseñor Lezcano y es una reliquia entonces doblemente especial para nosotros”, enfatizó monseñor Brenes.

Este año en Nicaragua fueron recibidas con honores las reliquias de San Juan Bosco y mientras usted lee este artículo en la iglesia Monte Tabor estarán las reliquias de San Pío de Pietrelcina quien fue conocido porque su cuerpo mostraba los estigmas o señales de la pasión de Cristo.

El que una reliquia viaje de un país a otro requiere de una serie de papeleos y sobre todo de certificaciones que eviten la burla a la fe de las personas que se acercan a ellas en busca de un milagro de fe.

De acuerdo con las escrituras bíblicas muchas personas tocaban las ropas de los apóstoles y se sanaban, mientras otros se apostaban cerca de ellos para que la sombra los curase y así ocurría. b

RELIQUIAS FAMOSAS

La Prensa Domingo

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