MIAMI
El joven nicaragüense Américo Eustaquio Praxitele, de 31 años, fue asesinado por su pareja sentimental Ana Patricia Díaz, de 40 años, de un disparo en la parte superior del cráneo cuando la víctima se quedó dormida en su sofá frente al televisor. Todo indica que el móvil de la tragedia que culminó en homicidio seguido de suicidio fue pasional, de acuerdo con la información de la familia de la víctima.
Díaz, de origen hondureño, era presuntamente una mujer celosa, violenta y tomaba medicamentos antidepresivos al momento de cometer el crimen, así la describió Alejandro Ponce, hermano mayor de Américo. La Policía aún no concluye las investigaciones, tampoco ha revelado detalles del arma.
De acuerdo con las autoridades, el crimen ocurrió entre las 12 de la medianoche y las 3:00 de la madrugada del miércoles, en la residencia de la pareja ubicada en el 1818 SW y la 11 terrace en La Pequeña Habana. El cuerpo fue encontrado por la dueña de la fábrica de pan Judío, donde Eustaquio laboraba como gerente, quien fue a buscarlo sorprendida por la ausencia del joven a su trabajo.
“La Policía nos dijo que mi hermano estaba dormido cuando la mujer lo mató. Él era fanático del basquetbol y le encantaba sentarse en su sofá para ver sus partidos favoritos por televisión, él se quedó dormido y ella ahí le disparó para luego suicidarse en el cuarto”.
De acuerdo con Ponce, la Policía le comunicó a los familiares de Eustaquio que en el dormitorio encontraron una carta escrita por Díaz, en la que escribió: “Estoy cansada de toda esa situación, tenemos muchos problemas y le voy a poner fin a esta situación”.
Ponce relató que su hermano estaba saliendo noche de su trabajo debido al incremento en la demanda del producto.
“Sus compañeros de trabajo nos comentaron que ella —Díaz— llegó a buscarlo al trabajo en las primeras horas de la noche y ahí discutieron, ella se fue y que a las 10:15 p.m. lo llamó por teléfono y nuevamente discutieron. Al parecer al llegar él a su apartamento la discusión continuó, él se sentó en su sofá como solía hacerlo y se quedó dormido”, aseguró Ponce.
“A mi hermano, una prima de Paty, —así llamaban a Díaz—, le alertó que tuviera cuidado con ella porque era una mujer conflictiva y que había tenido relaciones tormentosas con sus parejas anteriores”.
Ponce dice que su hermano le restó importancia a la advertencia, pero que tiempo después empezaron los problemas. Al momento de la tragedia la pareja llevaba un poco más de tres años de convivencia, la edad del único hijo de Eustaquio, que procreó con su esposa que reside en Nicaragua.
Ponce dice que su hermano estaba casado y con planes de traer a su esposa e hijo a Estados Unidos, cuando repentinamente se involucró sentimentalmente con Díaz. Eustaquio no concluyó el trámite migratorio.
“Ella —Díaz— lo amenazaba con quitarse la vida si él la dejaba. Una vez escuché que ella le dijo que se iba a matar y que él sabía que ella lo haría. Mi hermano era un hombre calmo, incapaz de discutir, no le gustaban los pleitos, yo le admiraba su serenidad”, dijo.
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