Mientras la inflación llega al 8.5 por ciento a noviembre de este año, es decir, 1.5 por ciento por encima del 7 por ciento que tenía proyectado el gobierno del presidente Daniel Ortega, la población sigue aguantando los abusos de poder del gobernante y las mezquindades de varios dirigentes políticos de la oposición, salvo alguna excepción que evidencia la voluntad de apoyar la unidad frente a lo que se perfila como una dictadura maquillada con ribetes de legalidad que los socios del régimen le dan en la Asamblea Nacional.
Puede parecer que ese 1.5 por ciento de inflación sea poco, insignificante y tolerante para la economía del país, pero la realidad es otra y se puede comprobar en el lamento diario de la población que compra productos o servicios más caros, mientras los salarios siguen congelados.
Asimismo, hay quienes creen que en medio de todo, el gobierno de Ortega está haciendo cosas buenas. ¡Por Dios! Siempre he dicho que por qué un funcionario público debe exigir que le reconozcan o alaben cuando hace su trabajo como es. En primer lugar, quiso ser y se postuló para ese cargo, y en segundo lugar, es su obligación hacer bien las cosas con los impuestos de los contribuyentes.
También hay personas que dicen que las Casas para el Pueblo, que el parque de diversiones de los Niños y Niñas Felices, que las lucecitas de Managua, que la reparación de las calles, que los proyectos sociales que impulsa el gobierno, etc., etc., etc., son cosas buenas y no se le reconocen. Claro que se ven esas cosas, lo que no puede ser es que un gobierno exija que se le haga fiesta de sus obligaciones que ejecuta con fondos públicos. Insisto, es su obligación porque, entre otras cosas, para eso buscaba el poder político y económico de la nación. ¿O no?
Parece que todos estos encantos típicos de los regímenes dictatoriales tienen a varios líderes opositores con la mirada en esos maquillajes, mientras olvidan que a través de la ocupación de facto de las instituciones de los distintos Poderes del Estado y entes autónomas, el orteguismo tiene amurallada su dictadura, y lo que falta, lo sigue construyendo con el beneplácito de sus socios políticos corruptos en el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), Bancada de Unidad Nicaragüense (BUN) y hasta el propio Partido Conservador (PC), quienes gozan de las migajas que les da la dictadura.
Si a esto sumamos que también hay una sopa de letras (pequeños partidos políticos oportunistas) que merodean la figura de don Fabio Gadea Mantilla como candidato opositor, el problema es mayor porque todo esto impide una verdadera unidad con un proyecto de nación genuino que rescate el respeto a los derechos de los nicaragüenses.
Los resultados de la reciente encuesta de M&R publicada en LA PRENSA ayer y hoy, deja claro hacia dónde vamos si continuamos con las mezquindades de varios dirigentes opositores que no dan paso a quienes sí quieren mejorar el país. Estos oportunistas deben dejar de actuar como depredadores que sólo pretenden apoyar a don Fabio con la intención de ocupar ministerios, embajadas y diputaciones, paliar su pobreza o aumentar más sus patrimonios. Nicaragua es primero.
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