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Orlando J. Icaza Gallard

Justicia y Salud

Recientemente la justicia nicaragüense de manera muy diligente ha condenado criminalmente a un médico por razones que sinceramente desconozco en todos sus pormenores.

Pudiese ser un fallo justo, pero también un acto de injusticia.

Deseo hacer algunas preguntas y señalar ciertas observaciones producto de mi experiencia sobre lo que yo he vivido como médico en Nicaragua y en el extranjero durante mis casi 40 años ejerciendo esta profesión.

¿Existe en Nicaragua un colegio médico que regule la calidad profesional del médico? ¿Hay control de las licencias que se otorgan a los profesionales que ejercen en cualquier campo de la salud? ¿Se obliga a los profesionales de la salud a mantenerse al día en su profesión? (Educación médica continuada). ¿Existen regulaciones sobre las numerosas escuelas de medicinas que hay en el país? (Calidad de los profesores, métodos de enseñanza, comparación con escuelas de medicina internacionales y métodos para medir la calidad del profesional que se forma).

¿Existen condiciones mínimas en centros hospitalarios y clínicas que garanticen que un doctor pueda practicar su profesión en ese lugar? Hablo de laboratorios, rayos X, farmacia, técnicos calificados, limpieza, sistemas de asepsia y control de desechos, condiciones físicas apropiadas por razones de espacio, etc. ¿Hay algún organismo calificado nacional e internacionalmente que inspeccione hospitales, laboratorios, centros de salud, etc. y al menos cada dos años certifique estos estándares mínimos?

Si la repuesta a las anteriores interrogantes es sí, entonces la siguiente pregunta sería:

¿Tiene Nicaragua un sistema legal capacitado para juzgar y analizar los errores como los supuestamente cometidos en el caso médico de que tanto habla la prensa nacional?

Si alguna de estas preguntas se contesta negativamente, no tengo la menor duda que se comete un acto de extrema injusticia al condenar a un médico por cualquier error que éste cometa. Lo siento por el paciente y su familia quienes dolorosamente tienen que pagar por estos actos.

No creo tampoco que un colegio médico pueda evitar por sí solo que se cometan más errores de los ya cometidos.

Se tiene que conformar un equipo de profesionales que, junto con el gobierno y la cooperación del ciudadano común, se impongan la inmensa tarea de vigilar para que se practique una medicina razonable. Que en vez de ser un ejercicio de muerte y dolor, la medicina sea un ejercicio para sanar, para aliviar cualquier mal y sobre todo para sembrar esperanzas.

En Nicaragua no existe tampoco un sentido del voluntarismo social. Conozco muchas personas que se pasan jugando canasta o naipes toda una tarde, pero son incapaces de visitar un hospital para ayudar en el orden, la limpieza, para animar a pacientes y médicos.

El presidente Anastasio Somoza García con todo el poder y dinero que tenía, cuando fue herido de bala, al primer lugar que lo llevaron fue a la emergencia del hospital San Vicente de León. Estoy seguro que si en dicho hospital hubiese habido las condiciones mínimas de salud, Somoza hubiese vivido muchos años más.

Esos primeros minutos de asistencia son vitales, no importa cuántos helicópteros vendrán a recogernos o cuántos médicos famosos me verán en las siguientes horas y minutos.

Es necesario levantar la conciencia de la salud porque existe un analfabetismo absoluto a todos los niveles (aun dentro de los mismos profesionales de este campo) acerca de la verdadera dimensión de la medicina.

No seamos un pueblo suicida. No tratemos de echarle la culpa a un solo ciudadano de lo que todos somos culpables.

 

El autor es médico Y cirujano . Leesburg, Florida

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