Ahora que Roberto Alomar está donde pertenece, en el Salón de la Fama, la representación latina en Cooperstown se ha incrementado. Y volvemos a recordar a Roberto Clemente como el precursor de los inmortales, lo mismo que la prolongada espera de Tany Pérez y el rápido ingreso de Rod Carew.
Pero además es natural preguntarnos, ¿cuántos latinos más podrán ingresar en los próximos años? Hasta antes de 2002, cuando las Grandes Ligas no habían decidido aplicar una política más rigurosa sobre el asunto de los esteroides, la proyección de la presencia latina en el Salón era sustanciosa.
- Martín Dihigo fue un sensacional pelotero cubano que brilló en las Ligas Negras. Hay una campaña que resume su grandeza y es la de 1938 en México: tuvo marca de 18-2 y 0.90 como lanzador, pero además se llevó el título de bateo con .387. Es Salón de la Fama en Cuba, México y EE. UU.
Otra representación latina está formada por los narradores Buck Cannel (argentino), Felo Ramírez (cubano) y Jaime Jarrín (ecuatoriano), a quienes nos gustaría ver agregado un día a nuestro René Cárdenas, pionero de las transmisiones en español.
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Sin embargo la vinculación con esas sustancias va dejando fuera —al menos por ahora— a figuras del calibre de Rafael Palmeiro, y seguro pasará lo mismo cuando corresponda al turno a Sammy Sosa, Iván Rodríguez, Manny Ramírez y Alex Rodríguez, a pesar de lo impactante de sus estadísticas.
Las esperanzas entonces se ubican en jugadores como Pedro Martínez, Mariano Rivera y Omar Vizquel, siempre y cuando se mantengan a distancia de cualquier sospecha, como lo han hecho hasta ahora, que los vincule con los esteroides, de cuya etapa parece haberse sacudido el beisbol.
ALOMAR, ESPECTACULAR
Roberto Alomar no sólo fue un estupendo segunda base, capaz de batear .300, acumular 10 Guantes de Oro y participar en 12 juegos de Estrellas con 210 jonrones y 472 robos en su carrera de 17 años, sino que resultó un verdadero espectáculo con su manopla, su bate y sus piernas. Fue una sensación.
CLEMENTE, PRECURSOR
Roberto Clemente abrió el camino en muchas formas para los latinos con su liderazgo, pero tuvo tiempo de batear 3000 hits, con promedio de .317, cuatro cetros de bateo, un título de Más Valioso, 12 Guantes de Oro y 12 actuaciones en Juegos de Estrellas y perdió la vida tratando de ayudar aquí.
CAREW, EL HOMBRE HIT
El mejor bateador latino de la historia fue ingresado a Cooperstown después de resumir .328 en su carrera, con 3,053 hits y 1,015 remolques. Carew pasó bateando sobre .300 durante 15 años al hilo, entre 1969 y 1983. Fue el Más Valioso en 1977, cuando elevó su average hasta un astronómico 388.
MARICHAL, IMPONENTE
El hombre de la patada alta para lanzar utilizó sólo 16 campañas para ganar 243 juegos, después de acumular 20 triunfos en seis ocasiones. Tuvo temporadas de 25 y 26 victorias, con nueve viajes al Juego de Estrellas y 244 partidos completos. En ocho ocasiones lanzó al menos 260 entradas.
APARICIO, EL GRANDE
Aunque hubo otros venezolanos que le antecedieron en el shortstop, fue él quien llevó el juego al máximo nivel. Fue exaltado tras acumular .262 en 18 campañas, en las que ganó el título de Novato del Año (1956), fue a 10 Juegos de Estrellas, atrapó nueve Guantes de Oro y robó 506 bases.
ORLANDO, EL TORO
Aunque ingresó vía Comité de Veteranos, “Peruchín” acumuló credenciales sólidas en su carrera de 17 campañas, en las que tuvo un promedio global de .297, con 379 jonrones y 1,365 empujadas. Se llevó el premio de Novato del Año en 1958 y Más Valioso en 1968, con siete Juegos de Estrellas.
PÉREZ, EL LÍDER
Tany Pérez fue uno de los pernos centrales de la Gran Maquinaria Roja de los años setenta. Igual que Cepeda coleccionó 379 estacazos, con .279 de promedio, pero con 1,625 impulsadas. Pérez se retiró con 2,732 hits, de ellos 505 dobles y participó en siete Juegos de Estrellas.
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