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Familia Gumán Rivas

El costoso regreso a la escuela

Con lista en mano y un saquito de tela al hombro la mujer avanza alerta y se interna en el laberinto de tramos. Tenis, jeans y camiseta. Usa una cola alta para no fatigarse tanto con su pelo largo y crespo, pero aún así las gotas del sudor no dejan de resbalar por su sien. Debe llevar un par de horas en este mercado, pues el saco se mira lleno y las tiras que lo sostiene están tensas de tanto cargar. “¿Cuánto vale? ¿Y por docena? ¿Eso es lo menos? Deme seis”. Saca el dinero de un rincón de su cuerpo y espera el cambio para guardarlo rápidamente en el mismo lugar.

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Fotos La Prensa/ Uriel Molina/ Guillermo Flores/ René Ortega/ Oscar Navarrete

 

Con lista en mano y un saquito de tela al hombro la mujer avanza alerta y se interna en el laberinto de tramos. Tenis, jeans y camiseta. Usa una cola alta para no fatigarse tanto con su pelo largo y crespo, pero aún así las gotas del sudor no dejan de resbalar por su sien. Debe llevar un par de horas en este mercado, pues el saco se mira lleno y las tiras que lo sostiene están tensas de tanto cargar.

“¿Cuánto vale? ¿Y por docena? ¿Eso es lo menos? Deme seis”. Saca el dinero de un rincón de su cuerpo y espera el cambio para guardarlo rápidamente en el mismo lugar.

Según cuenta Nelva Montenegro, de 32 años, es la segunda vez que visita el mercado Oriental este año para hacer las compras escolares. Una tarea para la que prepara un prepuesto superviviente a los eufóricos gastos navideños. Es madre soltera y asume los gastos de sus hijos “a como puede”.

No tiene tiempo para hablar o prefiere no hacerlo. Continúa cotizando y comprando, recorriendo los andenes abarrotados de artículos escolares y vestidos de azul y blanco, sin inmutarse siquiera por la ráfaga de tomas que le hace el fotógrafo mientras le sigue los pasos.

Un par de camisas, camisolas, calcetines, un solo pantalón o falda, un par de zapatos, una mochila sencilla, equipada con una docena de cuadernos universitarios clásicos, algunos lápices y lapiceros, la regla y el borrador. Así estaría compuesta una canasta escolar bastante menuda y modesta que ronda los mil córdobas, tomando como referente los precios más favorables de la oferta esta temporada.

El economista René Vallecillo reconoce como la primer variante entre una familia que pertenece a un grupo económico alto, medio o bajo, el hecho de elegir entre la opción pública o privada para la educación de sus hijos. De aquí parten la proporción de los demás gastos de cada uno.

Familia Ruiz Urbina

“Todos los padres le queremos dar lo mejor a nuestros hijos, pero este deseo se cumple en dependencia de las capacidades económicas de cada casa, el nivel adquisitivo de los padres y el número de miembros de la familia que trabajen y la cantidad de hijos que tengan”, señala Vallecillo.

El colegio público siempre será la primera opción para la mayoría de nicaragüenses de clase media baja y baja. La gratuidad, la facilidad de acceder a los libros por medio de préstamo o bibliotecas públicas y la menor exigencia de materiales adicionales dan un respiro al bolsillo. Sin embargo, para las familias con varios hijos en edad escolar la cantidad de paquetes escolares a comprar se multiplica y el bajo presupuesto tendrá que dividirse en menores partes para cada uno.

En el caso de los colegios privados está la matrícula, colegiatura, transporte, uniformes, útiles escolares y materiales de mayor precio y exigencias extracurriculares para actividades académicas adicionales. Aunque existe un ingreso significativamente mayor, las dimensiones de los gastos también son mayores y se multiplican con la cantidad de hijos.

Para el caso de las personas asalariadas el experto recomienda practicar el ahorro y previo a estas fechas, apartar un poco más de dinero para este gasto ineludible que llega año con año. No es tan recomendable recurrir a préstamos, pero si va a adquirir una deuda, que ésta sea correspondiente al dinero que usted gana y que se asuma de manera responsable.

En el caso de las familias que cuentan con menores ingresos o con entradas de dinero que no son permanentes, ahorrar en bienes o ir “acopiando” útiles escolares sería una opción para alivianar la carga, de esta manera no tendrían la tentación de gastar los ahorros monetarios en alguna emergencia de otra naturaleza y al final su lista le será menor. De poquito en poquito la canasta se va completando.

Un compra inteligente inicia desde la elaboración de un presupuesto y de la lista de artículos estrictamente necesarios para el paquete escolar. Para cualquiera de los casos hacer recorridos en mercados, librerías y distribuidoras para realizar cotizaciones previas a la compra es lo más recomendable, de esta manera usted sabrá qué es lo que más se ajusta a su presupuesto y necesidades. Aprovechar las ofertas de la variedad de ferias es beneficioso para quienes cuentan con un monto real, pero quienes prefieren resolver al menos para las primeras semanas, tienen la opción de comprar pasado el primer mes cuando la demanda baja y la oferta estabiliza precios.

Otro punto importante que señala el economista es tomar en cuenta a la hora de la compra la calidad y la cantidad de artículos a comprar, pensar en la funcionalidad real que le dará su hijo a cada cosa e invertir en lo que sea más provechoso y duradero. Las compras escolares son un gasto familiar, que implica involucrar también al estudiante en la inversión, enseñar a sus hijos el costo y el sacrificio que implica cada compra le ayudará a dimensionar el valor real de las cosas. Lo barato puede salir caro… pero lo caro puede ser lujo innecesario. b

La casa está siempre llena de niños. Entre hijos pequeños y nietos, suman 10 los que asisten a la escuela. Doña Berta Guzmán Rivas, de 54 años, es viuda desde hace 11 años, sus hijas mayores llegaron hasta la primaria y luego tuvieron que buscar trabajo para aliviar la carga del hogar.

En el barrio José Dolores Estrada, a unas cuadras del colegio público que lleva el mismo nombre, en la casa de Berta Guzmán entra y sale gente todo el tiempo. Entre los más de 15 miembros que la habitan y las personas que llegan a entregarle ropa para lavar o planchar.

Gracias a su trabajo, Guadalupe, Moisés, Larry y Cristian continúan estudiando. Le toca preparar cuatro paquetes de uniformes, cuatro mochilas equipadas con unos cuantos cuadernos y libros.

A 20 pesos la docena de ropa lavada y 100 córdobas la misma cantidad planchada. Este año tendrá que redoblar esfuerzos, pues tiene previsto cambiar a sus hijos de colegio.

“En el José Dolores (colegio) he tenido muchos problemas, hay mucha inestabilidad, anomalías, robos y violencia, por eso decidí cambiarlos de colegio y hacer un sacrificio para que estén seguros y no dejen de estudiar”, asegura Bertha Guzmán. La nueva opción educativa es el colegio José A. Hoober Reyes, ubicado en el vecina barrio La Primavera, aquí la matrícula tiene un costo de 20 córdobas y la mensualidad del mismo precio es según le explicaron para el pago de vigilancia del centro y para cubrir algunos gastos de materiales educativos necesarios.

Familia Chavarría Rodríguez

“Desde que murió mi marido dejé el negocio en el mercado porque no me siguieron dando crédito, trabajo en lo que sé hacer y siento que la gente del barrio me ha apoyado. A la mayoría de la cuadra le lavo y le plancho y también tengo clientes fuera… he estado teniendo problemas este año porque si no se va la luz, se va el agua, pero ahí vamos con la ayuda de Dios que no nos desampara”, cuenta la madre.

Sus hijas aportan lo que pueden en la manutención de la vivienda, pero cada una tiene su propia carga económica de acuerdo con el número de hijos de cada una.

María José “Chepita” Guzmán, de 30 años, enfrenta el gasto de tres hijos. Kenia, que entrará a tercer año de secundaria; Kevin, de seis años, que ingresa a primer grado y Katherine, de siete y con Síndrome de Down que espera continuar a segundo grado en una escuela regular o ingresar hasta ahora en una escuela especial donde potencien sus capacidades.

“De momento todos saben que arrancamos las clases con lo que tenemos del año pasado, yo estoy esperanzada en mi pago de esta quincena para comprar al menos los cuadernos”, dice “Chepita”, trabajadora de una zona franca en la que el salario básico son mil córdobas, pero que actualmente está pasando por una época de inestabilidad laboral que la mantiene en vacaciones forzadas, pues según su empleador no hay suficiente trabajo y las mandaron a descansar indefinidamente.

Pero doña Berta no se aflige. “Los chavalos siempre se emocionan con regresar a clases por las cositas nuevas que pueden llevar, en nuestro caso al menos un par de cuadernos bonitos les compramos, con eso resuelven y acomodan varias clases en uno y así van. Los libros van de mano en mano. Las faldas si están buenas las tiño, las de este año ya están listas, azulitas. Pero las camisas y las mochilas ya no daban para más, tuve que botarlas, incluso hice shores algunos pantalones para evitar la tentación de mandarlos con los mismos por tres años… de alguna manera compraremos las cosas. Dios proveerá”. b

María Xavier Gutiérrez y Francisco Vigil trabajan por cuenta propia y hacen frente a los gastos de sus dos hijos.

“Como es una empresa independiente y que trabaja con proyectos, tenemos tiempos buenos y tiempos regulares, como en toda familia”, cuenta María Xavier.

Ella es madre de María Belén de cinco años y de Diego Vigil Gutiérrez, de 8 años. Hasta el momento han realizado una tercera parte de las compras escolares de este año y esperan completar el paquete a finales de enero para recibir el año escolar completamente equipados. María Belén en su tercer nivel en el preescolar privado Montessori y Diego en cuarto grado el colegio privado Alemán Nicaragüense.

“Tenemos más o menos el prepuesto de cada año y en base a eso cuadramos los primeros ingresos del año para cubrir estos gastos. Los gastos son más en los colegios privados y también pesan, pero para nosotros vale la pena por la calidad y diversidad de educación”, dice María Xavier, quien se incluye en la lista de estudiantes de este hogar para este año, pues cursa la carrera de Diseño Gráfico en la UCA, la segunda en esta universidad donde hace años estudió Comunicación Social.

“Solo la colegiatura del niño son 210 dólares mensuales, más 50 de recorrido. En el caso de la niña son 170 dólares al mes. Esa parte ya está cubierta, pero quedan pendientes unos 400 dólares aproximadamente en libros”.

Hasta el momento María Xavier ha recorrido las principales librerías y distribuidoras en busca de la mejor oferta y precios en útiles escolares. Una docena de cuadernos, lápices, colores, pegamento, plastilina, estuches geométricos y accesorios… una larga lista de materiales, una por cada colegio. Ya tienen mochilas, “caras, pero duraderas”, la de Diego costó 80 dólares. Faltan los uniformes de unas 4 camisas y dos o tres pantalones y faldas.

“Yo calculo que en el regreso a clases se gastan más de mil dólares entre los dos, la familia entera se reorganiza para esto. Desde los horarios y las responsabilidades hasta los gastos de cada uno. Además del dinero es un asunto de buena organización, disciplina, sacrificio y responsabilidad”. b

Doña Petronila Urbina Robleto tiene cuatro hijos. Cada uno ha formado ya una familia, pero todos continúan viviendo juntos en una pieza del segundo piso de un edificio en los escombros del viejo centro de Managua.

Familia Vigíl Gutiérrez

Sus nietos suman 13 y la mayoría son parte de este gran hogar. Niños menores de quince años, en edad escolar y ansiosos por regresar o entrar por primera vez a clases.

“Yo tengo a cargo dos nietos de mi segundo hijo, él trabaja en una empresa telefónica y ha podido comprar una parte de los cuadernos, él es quien se encarga de ir al mercado con sus chavalos y buscarles sus cositas”, cuenta Doña Petronila, de 51 años. “Yo hice lo que pude con ellos como madre soltera, pero siempre busqué que siguieran estudiando, los que no quisieron o no pudieron llegaron hasta primaria, pero dos son bachilleres y una está en la universidad. Ahora hay que seguir con estos chavalos a como uno pueda”.

Yeyming es la mayor de sus hijas. Con 30 años es madre de Kerling, de 11, que este año ingresa a sexto grado; Keyling, que a sus seis años debutará en tercer nivel de preescolar y Enmanuel Enrique y Enrique Manuel, sus gemelos de tres años que deberán esperar otros tres años más para unirse a sus hermanas en el colegio.

“Uno vive estimando el uniforme de cada año con la esperanza de que sirva para el siguiente, pero ellos crecen y la ropa se daña”, cuenta Yeyming Ruiz Urbina. “Ahorita no he comprado nada, será con el próximo pago de mi marido, él trabaja en una empresa de seguridad y gana 1,500 como básico, pero con las horas extras que hace esperamos que llegue a los dos mil… El año pasado compramos dos faldas y cuatro camisas, pero ahora son dos niñas, una de ellas usará las faldas viejas, pero las camisas no le quedan. Por libros no me preocupo, en el colegio me le prestan y eso me da un respiro para comprar los cuadernitos”.

Para Yeyming la mejor opción es el colegio República de Alemania, la gratuidad y la cercanía las ha convencido que es la mejor opción educativa para todos en esta casa. Sin embargo, la inversión en clases extras para que su hija mayor pueda aprobar los exámenes de reparación son 80 córdobas semanales que pesan también para el resto de su familia. “Es un sacrificio más que hay que hacer, pero la vida es dura y sabemos que es importante que estos chavalos se preparen para que salgan de aquí. Yo me arrepiento de no haber seguido estudiando”, reconoce Yeyming, quien aprobó hasta quinto grado de primaria.

Yuri Rocha Urbina es la menor de las hijas de Petronila. Este mes inicia su segundo año en la carrera de Trabajo Social y Gestión del Desarrollo gracias a una beca en la Universidad Centroamericana y, en febrero, su hija Sherling Solís Rocha, de cinco años, comenzará sus estudios en tercer nivel de preescolar, junto a su prima Keyling. Su pareja trabaja en una imprenta comercial con un salario de 1,800 córdobas y ella hace prácticas en una organización donde le ayudan con 20 dólares.

“Hace dos años la puse en un preescolar privado, pagábamos 80 córdobas la mensualidad pero al final no me gustó el trato y la niña se enfermaba mucho”, dice Yuri, quien ha desempolvado la lonchera y ha ajustado los uniformes que compró en ese entonces para que la pequeña Sherling vea algunas cosas que utilizará este año en el colegio mientras llega la fecha de pago para ajustar el resto de la canasta escolar. b

Para María Elena Rodríguez y su esposo la carga es menor, pero la responsabilidad continúa. Padres de cinco hijos dicen haber cumplido parte de su tarea, sus tres primeros hijos son mayores de edad ya trabajan y costean sus estudios. La cuenta de sus ahorritos va para Gloria Elena de nueve años y César Daniel, de seis, que estudian en el colegio Madre Cayetana Alberta, la escuela privada de monjas en Unidad de Propósito.

“Ya tengo varios años con esta tiendita que voy surtiendo poco a poco, me ha dado resultado y mi esposo con su negocio de venta de pescado ha sido un gran respaldo para familia”, dice con alivio doña María Elena. “Gracias a Dios tenemos la posibilidad de darle a nuestros hijos una mejor educación y con uno que otro sacrificio ellos van mejorando cada día”.

Mientras cuenta su experiencia, los clientes no dejan de entrar a la tienda que tiene en el salón al entrar a su casa. En la calle principal de Unidad de Propósito es una de las ventas más populares donde ofrece desde lápices y recargas telefónicas hasta ropa para damas y caballeros.

Sus hijos, dos niños alegres y parlanchines, ayudan a su madre a buscar los artículos escolares que quedaron del año pasado. No hay mucho que guardar, un par de libros y un par de uniformes. Los libros se guardan para hacer recortes para las tareas o los regalan a alguna familia que los necesite. Los uniformes se usan unas semanas más aprovechando el buen estado en el que quedaron.

“Tratamos de ahorrar un poco entre sus ganancias y las mías durante el mes de diciembre, un mes lleno de gastos pero en el que ya estamos con las preocupaciones de enero”, explica María Elena.

“Alistamos unos 1,500 córdobas más o menos por cada uno. Se les trata de comprar todo nuevo, pero sí buscamos las promociones. Son más de una docena de cuadernos por cada uno y al menos unos cinco libros de las materias básicas y las adicionales por ser colegio religioso. Los libros son nacionales y un poco más baratos, pero 200 pesos no dejan de pesar y sumando la mensualidad de 375 córdobas se te hacen más de 4 mil pesos por todo. Hacer este gasto de una sola vez y sin ahorrar sería imposible”.

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COMENTARIOS

  1. jcl
    Hace 13 años

    El Gobierno debiera de proporcionar lo articulos básicos, como lápices, borradores, gomas, cuadernos…, si realmente quiere hacer la educación primaria universal y gratuita.

  2. Doña Marchanta
    Hace 13 años

    En los mercados los comerciantes apoyamos a los asalariados, a la gente con menos ingresos poniendo precios solidarios a los cuadernos, lapices, lapiceros, mochilas, zapatos y el uniforme completo. Por eso estamos realizando jun a la Nueva COMMEMA la FERIA ESCOLAR SOLIDARIA que es la forma en que nosotros apoyamos la educacion y la batalla por el sexto grado. Los cuadernos por ejemplo los tenemos mas baratos que y los precios de los demas productos se mantienen. En el mercado Todo es mas barato.

  3. Gloria Argentina Aguirre Mendieta
    Hace 13 años

    el gobierno siempre lo hace a partir del 2007 hay articulos que se les da a los y las estudiantes y eso gracias a un gobierno de los y las pobre que les viene a beneficiar gracias a dios por eso debemos seguir manteniendo este gobierno para que continue dando la oportunidad a los que se quieren preparar.

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