He escrito varias veces sobre las luchas feroces por el poder que se han librado en el mundo imaginario de la mitología y la leyenda y se libran en la realidad. Padres que asesinan a sus hijos por el poder, y viceversa. Dioses y humanos que se aferran al poder y no lo ceden voluntariamente, hasta que son derrocados de manera violenta y sangrienta.
Pero también hay casos de personajes poderosos que han preferido entregar el poder, para evitar derramamiento de sangre y no pelear con sus padres o hijos. Uno de esos casos es el de Semíramis, la legendaria reina asiria del siglo VIII antes de Cristo, la que fundó Babilonia, la gran ciudad que en el Libro del Génesis de la Biblia se menciona como Babel, donde los hombres quisieron construir una torre que llegara al cielo y como castigo a su soberbia fueron condenados por Dios a hablar en lenguas distintas, para que no se entendieran entre ellos.
Entre muchas grandes obras, Semíramis creó los famosos Jardines Colgantes de Babilonia, que fueron calificados como una de las Siete Maravillas del Mundo antiguo. Pero también se dice que quien los creó fue el rey Nabucodonosor II, para demostrar su gran amor por Amytis, la princesa meda o persa con quien se había casado, a fin de que ella recordara la hermosura florida de su patria que era muy diferente a la desértica Asiria.
Los griegos creían que Semíramis era hija de una diosa asiria llamada Derceto, la cual tenía cuerpo de pez y cabeza de mujer, y quien la abandonó en unas rocas del desierto. Pero allí anidaban unas palomas, las que se compadecieron de la criatura y la alimentaron dándole a comer con sus picos la leche y el queso que robaban a los pastores y cualquier otra clase de alimentos que podían conseguir. Un día los pastores descubrieron a la niña, quien era tan linda que les pareció una princesa, de manera que decidieron llevarla al palacio del rey Nino. El poderoso monarca la llamó Semíramis (que quería decir paloma), la crió como si fuera su hija y cuando fue mayor la casó con uno de sus generales.
Semíramis acompañaba a su esposo en las guerras de conquista del rey Nino, y en una ocasión, en Bactria, antigua región y ciudad del Asia Central, escaló las murallas y abrió las puertas para que el ejército asirio pudiera tomarla. Maravillado Nino por la hazaña de Semíramis, decidió hacerla su reina quitándosela al general al que la había dado por esposa. Pero al poco tiempo Nino murió (según rumores porque Semíramis lo habría envenenado) y ella asumió todo el poder del gran imperio asirio.
Semíramis continuó las guerras de conquista que Nino había comenzado y hasta llegó a conquistar Egipto y Etiopía. Sin embargo fue contenida en la India, donde los asirios no pudieron vencer al ejército indio de elefantes.
Semíramis regresó a Babilonia y encontró que su hijo mayor, Ninias, estaba conspirando para derrocarla y dispuesto a asesinarla, si para conseguir su objetivo eso fuese necesario. Semíramis se llenó de tristeza pero no actuó contra su hijo. Lo que hizo fue renunciar al trono y retirarse a un aislado lugar, donde murió al cabo de poco tiempo.
Según la leyenda, después de morir Semíramis se transformó en una hermosa paloma que voló hacia los cielos, donde ocupó un lugar entre los dioses. Y con esa forma de paloma Semíramis fue divinizada y adorada por su pueblo.
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