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Totalitarismo electoral

En el sector más consciente —y por lo tanto democrático— de la sociedad nicaragüense, hay alarma y molestia por los abusos del Frente Sandinista, del Gobierno y de Daniel Ortega en lo personal, en su anticipada campaña electoral.

En realidad, tienen razón quienes dicen que es infame utilizar a los niños para la campaña electoral de Ortega, cuya candidatura, además, es ilegal e ilegítima porque está expresamente prohibida por la Constitución Política de la República, en su artículo 147.

Por otro lado es delictiva la propaganda de proselitismo político y electoral de Daniel Ortega, que se despliega con desmesura no solo en los espacios públicos, sino también en todas las instalaciones estatales y gubernamentales, incluyendo las escuelas e institutos nacionales de educación.

Ofenden la ética nacional y la estética ambiental, los gigantescos rótulos con su retrato que Ortega ha mandado a colocar en todas partes, inclusive sobre la cabeza de la estatua de Jesucristo que se yergue en una de las rotondas de Managua.

Es siniestra la amenaza de Tomás Borge, de que el FSLN está dispuesto a hacer “cualquier cosa” con tal de no volver a entregar el poder, lo cual significa, por lo menos, anunciar que están planeando hacer un gran fraude electoral en el próximo noviembre. Y no es menos intimidante la advertencia del antiguo jefe de la tenebrosa Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE) y ahora secretario de organización del FSLN, Lenin Cerna, de que sus huestes están preparadas para “las aguas tranquilas y las tormentas” de la campaña electoral, o sea que, como dicen sus activistas, las elecciones “las ganamos o las robamos”.

En fin, todos esos abusos de la campaña política de Daniel Ortega y el FSLN, sólo se pueden calificar como un totalitarismo electoral.

Está claro que en la actualidad es muy difícil que se pueda instaurar un totalitarismo fascista pleno, puro y ordinario, ni de derecha como el de Adolfo Hitler en Alemania y el de Benito Mussolini en Italia, ni de izquierda como el estalinismo en la desaparecida Unión Soviética y el castrismo que todavía existe en Cuba. Pero el totalitarismo, como doctrina, movimiento político-social y forma de gobierno , es un monstruo multifacético, tiene diversos aspectos políticos, sociales, económicos y culturales que no pocos regímenes autoritarios aplican en forma selectiva.

Realmente, los regímenes neototalitarios no aplican todos los métodos propios del totalitarismo pleno, fascista o comunista. Guardan algunas apariencias legales e institucionales, pero al mismo tiempo usan métodos totalitarios, como Alexander Lukashenko en Bielorrusia, Hugo Chávez en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua. Son regímenes fascistoides, cuando menos, y de allí que la campaña política de Daniel Ortega viene a ser una especie de totalitarismo electoral.

Se conoce que el totalitarismo surge en cualquiera de sus diversas formas, en los países donde la legitimidad del poder político es sustituida por la violación consuetudinaria y sistemática de la ley. La ecuación es sencilla: cuanto mayor es la ilegitimidad del régimen más son las medidas ilegales que aplica para garantizar su permanencia en el poder. En este contexto hay que ubicar la sentencia judicial espuria que fue dictada en octubre de 2009 por los magistrados orteguitas, para facilitar la reelección de Daniel Ortega, la cual es aparentemente legal pero absolutamente ilegítima porque viola la Constitución. Y lo mismo puede y debe decirse de todas las disposiciones judiciales, gubernamentales y legislativas para favorecer la reelección de Ortega, que en apariencia pueden ser legales pero en realidad son ilegítimas.

Se sabe también que los pilares sobre los cuales se sostienen los regímenes totalitarios y fascistoides, son las fuerzas armadas, la propaganda masiva, el movimiento de masas en clave de turbas, el clientelismo político, el nacionalismo exacerbado, la domesticación del sindicalismo, el apoyo del clero, la sumisión empresarial y la inexistencia o dispersión de la oposición.

Prácticamente todos esos factores están presentes, en mayor o menor grado en el actual régimen de Daniel Ortega. Salvo el apoyo del clero, pues la Iglesia católica permanece firme en la defensa de la libertad, la democracia y la justicia y Ortega sólo tiene a su favor unos cuantos clérigos desacreditados. De modo que no cabe ninguna duda de que la campaña política abusiva y arbitraria por la reelección ilegal e ilegítima de Daniel Ortega, no es otra cosa que un totalitarismo electoral.

COMENTARIOS

  1. Que fastidio
    Hace 13 años

    A lo largo de estos años que Daniel ha estado en el poder se han escrito miles de kilómetros en artículos, comentarios y críticas a su gobernabilidad. A las puertas de una nuevas elecciones que se ha ganado con tanto cañoneo. Se ha gastado energía, papel, tinta y tiempo. Se ha cambiado el curdo de la historia política del país. Todo ha quedado solo en papel y letras. Nada más. Solo se he destruido al país y al pueblo.

  2. Pedro
    Hace 13 años

    Veneno puro compáñero Luis.

  3. Doug M
    Hace 13 años

    1000% de acuerdo con el articulista, es asi. Lo que nos queda como pueblo es protestar popular y masivamente el lanzamiento de la candidatura de ortega, “legalizada” por una espuria CSJ y que no importando los resultados de las votaciones, un CSE tambien espurio, copado por ilegales y corruptos individuos dara el triunfo al mismo. No a un descalificado, ilegal candidato F$LNista, no a un ilegal CSE y si a la observacion nacional e internacional. Esos son nuestras exigencias.

  4. Raul López
    Hace 13 años

    !!!Que papel!!! el de estos señores de La Prensa. Editorializando con las bilis para un lector que necesita comer eso cuando observa la estabilidad real de Nicaragua. Muy lejos del caos que presentan estos señores

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