Carlos Martínez Alonso es un biólogo doctorado en Inmunología. Fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, y Secretario de Estado del Ministerio de Ciencia e Innovación de ese país.
Con más de 30 años en el campo de la investigación, está convencido de que los países no investigan una vez que alcanzan el nivel de “desarrollados”, sino que llegan al desarrollo porque investigan, y ésa es la recomendación que brindó anoche en el Centro Cultural de España en Nicaragua, luego de ofrecer una entrevista a LA PRENSA.
¿Cuál es el objetivo de su charla en Nicaragua?
Uno de los aspectos que me preocupé (como presidente del CSIC) era la cooperación internacional y utilizar la ciencia como un instrumento de desarrollo con los pueblos menos desarrollados pero altamente competitivos, fomentar acuerdos bilaterales, un nuevo marco internacional para desarrollar ciencia y el conocimiento.
¿En qué consiste su charla?
Voy a desgranar desde algunos de los aspectos más importantes desde el punto de vista de la generación de conocimientos de los últimos años: la rapidez en la generación de conocimiento, su implementación, esto va a resultar o generar una nueva revolución industrial en los próximos años.
¿Cuáles son las características de la próxima revolución?
Es verdad que habrá una próxima revolución y eso no nos cabe la menor duda, que será una revolución vinculada a la generación del conocimiento y al desarrollo tecnológico.
¿Qué se necesita para lograrla?
Debe haber una política transversal de la investigación. Se necesita un sistema público liderado por alguien con una visión de futuro, ser capaz de incorporar esa visión en el entorno global en el que la ciencia esté incluida, tener un apoyo público claro, y ser perseverante en el apoyo. Ser capaces de trasladar ese conocimiento a las iniciativas privadas.
¿Se necesita siempre recursos económicos?
Hay varios aspectos. Primero, la mejor eficiencia de los recursos que uno tiene. Segundo, una preocupación por la incorporación de la investigación y la innovación. Tercero, facilitar la incorporación de la investigación como área transversal en todos los mecanismos de cooperación que el país sea capaz de captar. Cuarto, todo cuesta.
¿Cuáles son los retos?
La crisis energética, la crisis del bienestar social y el envejecimiento, la crisis alimentaria y la deficiencia del agua, y la crisis financiera y económica. A manera de broma diré que las crisis financieras están en manos de los políticos y los economistas.
¿Alguna última observación?
Somos los ciudadanos los que debemos obligar a los políticos a la apuesta por la investigación, por la generación del conocimiento en sus programas electorales.
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