Qué pena tener que sufrir la vergüenza de ser gobernado por un personaje como Daniel Ortega, un inepto que maneja al país bajo un sistema de corrupción, con improvisación, incompetencia e indolencia.
Un aprendiz de dictador que se ha enriquecido obscenamente con los fondos de una nación empobrecida y los usa a manos llenas en el despilfarro de los recursos públicos en una abusiva y eterna campaña electoral llena de propaganda, demagogia y narcisista culto a la personalidad, y con los mismos ha sobornado y corrompido todo el sistema democrático.
El orteguismo en cuatro años terminó con la independencia de los poderes del Estado, tiene una Asamblea Nacional zancuda en pleno, una Corte Suprema secuestrada, un Tribunal Supremo Electoral asaltado y una Policía y un Ejército sumisos, obedientes, partidaristas y deliberantes a los deseos de la pareja gobernante y, para no dejar nada en pie, le compró la conciencia a aquel hombre de Dios que una vez fue guía y pastor de su pueblo.
Pero el primer golpe maestro fue el comprarle la conciencia a los estudiantes universitarios con un 6 por ciento del presupuesto nacional, que por ley les pertenece, y les hace creer que es por la generosidad de la “revolución cristiana, socialista y solidaridad”.
¿Dónde están aquellos “bravos” estudiantes que al son de los morterazos, año con año, asolaban Managua sembrando el terror, azuzados por el eterno chantajista que gobernaba desde abajo? Hoy son unos sumisos y eunucos secuestrados por el poder político de la pareja gobernante. De un tajo el dictador neutralizó la amenaza estudiantil de tener que enfrentar los morteros y todo el poder de manifestación que eso significa. Como dice la canción ranchera “los morteros callaron”.
¿Dónde están los estudiantes y el claustro de catedráticos de la Facultad de Derecho de la UNAN, quienes, por patriotismo, ética profesional o por vergüenza ciudadana deberían salir a defender los fundamentos del Derecho Constitucional consagrados en la Constitución Política, donde nadie puede estar por encima de la ley?
Este pobre pueblo está solo e indefenso ante los abusos del dictador, el único bastión de resistencia cívica que queda está compuesto por los obispos comprometidos, la prensa independiente, unos cuantos políticos o movimientos cívicos decentes, pero está haciendo falta la esencia, el alma y el espíritu de lucha representado en el movimiento estudiantil; son ellos los únicos a quienes los dictadores les tienen miedo.
El doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal escribió un editorial en 1962 titulado “Unámonos contra el fraude” y el mismo parece escrito ayer: “Los que no creen en la fuerza de un pueblo compactado decidido deben recordar los ejemplos de otros países americanos, en donde la ciudadanía ha obtenido el restablecimiento de sus derechos mediante la acción popular cívica”.
No podemos quedarnos de brazos cruzados ante los abusos de Ortega, hoy al igual que ayer tomemos el ejemplo de aquellos hombres viriles, como: Casimiro Sotelo, Julio Buitrago, Leonel Rugama, doctor Danilo Rosales, Francisco Buitrago, Fernando Gordillo, Sócrates Flores, Manolo Morales y el Rector, doctor Mariano Fiallos Gil, todos clamando y exigiendo a una sola voz ¡No más Somoza!
Ortega juró defender la Constitución, y alguien que ha violado la Constitución, y no ha tenido respeto por el pueblo ni por el orden institucional, no se le debe respeto y para protestar no hay que pedir permiso, a eso se le llama desobediencia y resistencia civil.
Estudiantes, hay que protestar, hay que salir a las calles y con civismo exigir ¡No más Ortega!, ¡No a la reelección ilegal!, ¡No al fraude electoral! Honremos a nuestros mártires y héroes que ofrendaron su sangre por la libertad, ellos solo querían heredarnos una Patria mejor.
El grito de Pedro Joaquín Chamorro y de todos los mártires de la UNAN retumba como un cañón, ¡Nicaragua volverá a ser República!, ¡A la libertad por la Universidad!
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