14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Sergio Ramírez

Fantasmas tenaces

Que una generación tras otra de escritores latinoamericanos trasplantados a Estados Unidos se manifieste en español con vivacidad creativa es una prueba de que la literatura castellana será cada vez más ubicua, no solo en cuanto a escenarios, sino en cuanto a la lengua misma. Un castellano de las Islas Canarias, o de La Patagonia, y otro de San Pedro de Macorís, o de San Juan de Puerto Rico, o de San Cristóbal de Las Casas, o de Castilla La Mancha; y también un español literario de Atlanta, de Los Ángeles o de Brooklyn.

Pero al otro lado del espejo hay otros que desde sus raíces latinas escriben en inglés, como Rosario Ferrer, Julia Álvarez, Sandra Cisneros, Oscar Hijuelos, Junot Diaz, Daniel Alarcón. El fenómeno de la emigración es complejo y siempre enriquecedor. Se puede cambiar de lengua para escribir, sin abandonar la historia propia y la historia nacional y sin abandonar del todo la lengua de origen, que queda mezclada con la nueva.

Es la lengua dinámica del emigrante niño que escucha hablar en su casa el español y en la calle el inglés, y entonces lo que va a dar a la escritura literaria es una mixtura, una amalgama verbal que significa la creación de un nuevo lenguaje que no hace sino reflejar la experiencia diaria, que es una experiencia oral transmutada en experiencia escrita y que, por tanto, no puede dejar de ser literaria.

Es lo que resulta en la novela de Junot Diaz (1968), hijo de emigrantes dominicanos, The Brief Wondrous Life of Oscar Wao (La maravillosa vida breve de Oscar Wao). Escrita en inglés, no puede explicarse sin las constantes inserciones del español oral caribeño. ¿Cuántos españoles dominicanos habrá, en todo caso, en Estados Unidos? El de Newark, el de Manhattan, el de Providence, el de Miami.

Es una novela escrita en un nuevo inglés, un inglés distinto, que no es fácil de traducir. Las complejidades que presenta a la hora de trasvasarla al español no son pocas, la primera de ellas, que el sistema nervioso de la novela, el que crea las sensaciones, se halla en el español oral que reproduce, y que solo tienen sentido al lado del texto narrativo en inglés; porque si no, todo el texto en español, el original más el traducido, pierde su sustancia al anularse las diferencias verbales.

Pero este lenguaje híbrido, o mixto, no es sino una consecuencia cultural que nos enseña el mundo de donde proviene la novela. La novela proviene de la emigración y toda emigración no solo deja atrás una historia nacional, sino que la trae consigo, en la memoria y en los sentimientos de la familia. La familia, como protagonista, es un distintivo de la literatura latinoamericana, de lo que resulta siempre una saga. Somos cronistas del pasado, y de los sucesos públicos que ensombrecen ese pasado, en cualquier idioma que escribamos.

Seguramente Junot Diaz, que ganó con esta novela el afamado Premio Pulitzer, sería de todas maneras un excelente escritor si hubiera olvidado ese pasado dominicano, pero lo que estoy juzgando es una novela suya escrita en clave latinoamericana, que cuenta la historia de una familia bajo el peso del terror de la dictadura del Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, y que entra en disputa con La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa para narrar el trujillato.

Trasplantado a su inglés híbrido se hace cargo de la historia de su país y no abandona la sustancia imaginativa latinoamericana que nunca deja de traslapar la historia pública, siempre preñada de excesos y anormalidades, con las historias privadas, porque las dictaduras, los exilios, son factores del destino que alteran las vidas privadas, y el novelista, entre nosotros, siempre está allí para servir de cronista desapasionado de las maneras en que las vidas privadas se transforman bajo ese peso que bien podemos llamar destino o llamar poder.

¿Qué poder es ese? El poder de las viejas dictaduras, de los caudillos vestidos de generales napoleónicos, sin olvidar el tricornio emplumado y que se proclaman sin sonrojo padres de la patria o rebautizan a las capitales con su propio nombre, como Trujillo, que ordenó que Santo Domingo se llamara Ciudad Trujillo, y que mantienen las salas de tortura en los sótanos de sus propios palacios presidenciales, o a las prisioneros metidos al lado de las fieras en las jaulas de su jardines zoológicos privados, como hacía Anastasio Somoza; el poder de las satrapías militares científicas de la segunda mitad del siglo veinte, que practicaban la doctrina de la seguridad nacional persiguiendo sin tregua al enemigo interno, que eran los jóvenes, miles en las listas de desaparecidos, niños arrancados del vientre de sus madres antes de ser asesinadas para ser dados en adopción. Todo eso ha sido novelable y lo sigue siendo. Está en la sustancia de nuestra realidad y de nuestra literatura, y entre ambas se crea una frontera dichosamente difusa.

Pero está también el poder de las grandes desigualdades económicas que empuja al exilio a miles de espaldas mojadas, los que traen en sus bocas la lengua mojada, porque estas emigraciones en busca del sueño americano no son sino exilios. Y está el poder del narcotráfico, que asesina todos los días y desmiembra familias, corrompe y compra jueces, fiscales y policías, y aún políticos, y financia campañas electorales. Todo esto ha sido novelable y lo sigue siendo, y la novela latinoamericana no puede desprenderse de esta piel en cualquier lengua y desde cualquier lugar que se la escriba.

Los escritores más jóvenes siguen aferrados a los viejos temas de la historia pública porque esos temas son fantasmas que no pueden desterrar de la memoria que han heredado, una textura que va más allá de la lengua en que se expresen. Son, al fin y al cabo, historias de desterrados, las que todo el que se va lleva consigo al exilio, en su memoria y en su lengua. Pero solo quien recibe la gracia de la escritura puede expresar la historia, o su historia, en las palabras.

 

El autor es escritor. Masatepe, marzo 2011.
www.sergioramirez.com. www.facebook.com/escritorsergioramirez

 

Opinión fantasmas la fiesta del chivo tenaces archivo

COMENTARIOS

  1. O NOS MOVEMOS O NOS VAMOS
    Hace 13 años

    LAS NUEVAS CORRIENTES LITERARIAS SON COMO LOS PSUNAMIS, SE PASAN LLEVANDO TODO A SU ALRREDEDOR POR LA MISMA FUERZA QUE LOS EMPUJA! ESO SE LLAMA DESPLAZAMIENTO CULTURAL”.

  2. malasndro democrata anticaudillo
    Hace 13 años

    una lastima que escritores como usted no escriba sobre democracia con primarias partidarias ejecutivas y lejislativas con un consejo electoral que en base a un padron partidario sea quien procese quien sera el candidato del ejecutivo y lejislativo por cada partido para respetar el voto de cada ciudadano y sepoaracion de elecciones lejislativas y ejecutivas.
    quitese la mascara caudil;lista antipueblo y parece como hombre para tener un consejo supremo apolitico y profecionbal .
    ocupe su puestoq

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí