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El mimo Niño Costrini es el personaje en solitario de Sebastián Guz, quien hizo dos presentaciones y una capacitación durante su visita.

Fabricantes de carcajadas

El trabalenguas concluye y uno de los jóvenes pregunta gritando: “¿A qué venimos?” Y la respuesta uniforme de todos es: “A jugar y aprender”. Sin embargo cuando a Jessenia le pregunto a qué viene a este lugar, distante casi 10 kilómetros de su casa, tiene una respuesta más profunda. “Yo quiero ser como Rafa, quiero viajar, ir a otros países, quiero aprender muchas cosas y que las personas me admiren por lo que hago. Aquí los chavalos me dicen siempre que quieren ser como él y eso me pone orgullosa porque soy su hermana”, asegura la morena sonriendo.

de Granada es para los niños y niñas de los barrios más pobres el boleto que puede sacarlos de la marginación brindando sonrisas. Ya hay diez que lo lograron y marcan la senda

Fotos de La Prensa/ Oscar Navarrete/ Uriel Molina.

Jessenia tiene 14 años, es sumamente delgada, tiene el cabello liso y negro. Ella, igual que los cuarenta niños reunidos en el recién construido rancho-teatro, sigue con atención las instrucciones de dos jóvenes que ahora comienzan con un trabalenguas “una gallina ética, pelética, pelenpenplética, se casó con un gallo ético, pelético, pelenpenplético y tuvieron unos hijos éticos, peléticos…” mientras mueven los brazos.

El trabalenguas concluye y uno de los jóvenes pregunta gritando: “¿A qué venimos?” Y la respuesta uniforme de todos es: “A jugar y aprender”. Sin embargo cuando a Jessenia le pregunto a qué viene a este lugar, distante casi 10 kilómetros de su casa, tiene una respuesta más profunda. “Yo quiero ser como Rafa, quiero viajar, ir a otros países, quiero aprender muchas cosas y que las personas me admiren por lo que hago. Aquí los chavalos me dicen siempre que quieren ser como él y eso me pone orgullosa porque soy su hermana”, asegura la morena sonriendo.

Rafael Largaespada es el Rafa al que se refiere Jessenia. Llegó a las puertas de la Casa de los Tres Mundos en Granada hace diez años siguiendo los pasos de uno de sus primos, que se perdía todas las tardes y un día llegó montado en unos zancos que fueron lo máximo para el pequeño nacido en el barrio Villa Progreso.

“Yo conocí la Escuela de Comedia y Mimo cuando empezaba, Diego nos enseñó todo lo que sabemos pero además nos ha pulido con otros amigos que han venido a capacitarnos”, destaca Rafa.

Este joven de pocas palabras ha realizado junto con sus hermanos de arte giras en Alemania y Holanda y algunos países centroamericanos, donde además de ganar dinero y dar continuidad al proyecto se ha dado a conocer como un artista nato del mimo.

“Cuando acompañé a mi primo tenía 13 años y me gustó, así que ambos nos quedamos. Ahora él vive en Alemania y yo no sólo hago mimo, hago de todo, pero sí el favorito es el mimo, me cuadra (gusta) más por el movimiento del cuerpo, lo dejo que hable por sí solo, a veces me siento más libre cuando actúo como mimo que cuando estoy conversando”, afirmó Rafa.

En la actualidad la Escuela de Comedia y Mimo se encuentra en una zona poco conocida de Granada, de espaldas al vaivén de los turistas que recorren las principales calles empedradas, pues se ubica en el barrio El Mamón, en la Villa, Reparto San Carlos, a 125 metros al sureste de la pila de agua.

La calle no está adoquinada, se levanta mucho polvo y hay que esquivar las grietas hechas por el constante paso del agua de los lavaderos del vecindario, carente de aguas negras. Llegamos a la Casa de las Botellitas como le conocen, pues sus paredes son paneles elaborados con botellas plásticas, malla de gallinero y cemento y unos vitrales originales hechos con botellas de vidrio de colores.

“La idea de hacer los paneles de botellas es parte de la filosofía de la escuela, estamos interesados en hacer cosas útiles con lo que todos llaman desecho y lo hemos logrado, nuestra casa es un ejemplo, nuestros instrumentos, adornos y todo se procura hacer a partir de materiales que reciclamos”, asegura Diego Gené, fundador de la escuela.

Cuando Diego se presenta dice que es payaso de profesión y corazón, él es el gestor y promotor del proyecto que pensó y soñó realizaría en la Isla de Margarita, en su Venezuela natal, pero para suerte de los nicaragüenses allá no cuajó la idea y poco tiempo después, en 1999, se enamoró de Granada y decidió regresar a dar vida a su idea, en la ciudad que le robó el corazón.

“En abril del 2001 comenzamos en la Casa de los Tres Mundos, después salimos de la casa porque necesitábamos más espacio, después nos donaron este terreno y hemos ido creciendo poco a poco, pero de forma constante, gracias al entusiasmo de los muchachos. Este proyecto ahora es de ellos, yo voy de retirada, ahora que están alcanzando la mayoría de edad, ellos están asumiendo la directiva y esa era una de las metas”, comentó Gené.

Y es que cuando llegó a Granada, Gené no imaginó que serían los niños quienes asumirían el reto de aprender e iniciar en una profesión que a él lo encantó tanto que se retiró en Inglaterra de estudiar Ciencias de la Educación por ella.

“En mi familia siempre me decían que dijera que era comediante, que payaso no sonaba bien, pero eso soy. Soy un payaso y lamento que usen una palabra que encierra tanta arte y dedicación para ofender, quizás por eso es que los niños se acercaron porque no veían esto como una ofensa, pero también creo que lo acogieron porque los adultos tienen otras oportunidades”, aseguró.

Al inicio llegaron muchos niños, no hubo ninguna convocatoria, relata Gené. Pasaron la voz de unos a otros y con ayuda de mi mamá, que era una gran pedagoga, me quedé con diez, aquellos a quienes les gustaba y son quienes están aquí hasta ahora.

La Escuela de Comedia y Mimo de Granada tiene un semillero grande, 65 niños y niñas que como Jessenia viajan en un bus desde los barrios más pobres como Villa Progreso, donde son recogidos y llevados a la Casa de las Botellitas. Allí almuerzan, hacen las tareas y después aprenden sobre la comedia, esto ocurre durante todo el año y los alumnos se van de vacaciones después del Festival de Arte Callejero El Berrinche, que se realiza cada año con la primera luna llena.

“Hemos tenido tres experiencias con El Berrinche, vienen colegas de otros países y son tres días que se traslada el arte a las calles; debo decir que cada año ha ido mejorando, hacemos funciones nocturnas pero también vamos a los barrios y hacemos en ellos funciones gratis, es grandioso”, aseguró Gené.

Parte del éxito de la Escuela de Comedia y Mimo es la constante capacitación por parte de extranjeros dedicados a este arte. Recientemente el visitante fue Sebastián Guz, quien da vida al mimo Niño Costrini.

Guz, cofundador del circo Xiclo, primer agrupación de circo callejero de Argentina, señala que el arte callejero es una excelente forma de acercar a las personas hacia un mundo mejor.

Desde hace 16 años, lo que comenzó en la secundaria como un pasatiempo, lo ha llevado a presentarse en todo el mundo junto a su esposa Romina Krause, quien hace el personaje de Nina y afirma que no hay nada mejor que ser payaso.

“Estoy impresionado con el proyecto, me habían hablado de él pero no me esperaba tanta magia y alegría, me parece muy bien que haya proyectos sociales que ayuden a los niños y les den una salida a las personas autóctonas de tener una profesión tan noble como es el circo”, destacó.

Durante su estancia realizó dos presentaciones gratuitas de su espectáculo Humanus Comicus, la primera en el anfiteatro Azul del Teatro Nacional Rubén Darío y la otra en Granada.

“Un comediante se hace, porque hay dos tipos de personas, unos que nacen con una simpatía natural, es esa persona que siempre cuenta chistes, te hace reír y tiene una alegría natural, pero el payaso no sólo es eso, sino que debe tener información y debe estudiar para saber qué le causa gracia a la gente”, afirmó.

Pero en su espectáculo no sólo hace reír, sino que hace un llamado a la reflexión sobre el mundo y lo que estamos haciendo por él y las futuras generaciones.

“Tengo una hija de dos años y siempre me pregunto sobre lo que hacemos por los niños y por el mundo que les estamos dejando. Es por eso que no todo es risa, me gusta dejar siempre un mensaje”, destacó.

Con el cabello al rape, a excepción de un copete en el frente que se levanta constantemente, haciendo ejercicios físicos “agotadores”, lanzado una bola de tenis en una cesta colocada en su frente y haciendo circo contemporáneo con una bailarina inflable, la diversión es una garantía.

Así lo confirman los premios recibidos en el Festival de Daidogei en Japón, FestiClown Galicia y Festival Internacional de Valladolid.

“Soy un tipo muy jodido en la vida real, tengo las complicaciones de todos, los miedos, las incertidumbres, pero con el trabajo me libero porque exorcizo con humor lo que siento, sin duda es más fácil llevar la vida con humor que sin él y esto es para todas las personas”, destacó.

Alguien que pueda dar fe de que la vida se lleva mejor con humor y gracias al humor es Léster Jirón Zeledón, un joven esteliano que se integró a la escuela hace seis años.

Cuando vine aquí había dejado de estudiar, relata Léster, a veces trabajaba cuando salía algún trabajo pero estaba con mis amigos en el barrio Boris Vega.

“Fui a unas charlas porque querían hacer una escuela como esta allá, pero no hubo nadie que se hiciera cargo, entonces como me vieron entusiasmado, me contactaron y me vine… desde entonces sigo aquí, me bachilleré, doy clases, hago presentaciones y estudio Mercadeo y Publicidad. Para mí la escuela fue una gran oportunidad, sin este proyecto quién sabe dónde estaría trabajando para comer nada más, esto ha marcado una gran diferencia para mi vida y para la vida de los otros y queremos que siga siendo así para otros chavalos y chavalas”, afirmó Léster.

Una de las condiciones para que los niños permanezcan dentro del programa de la Escuela de Comedia y Mimo es que permanezcan dentro de la escuela.

“Yo siempre les digo que no todos nacemos para ser ingenieros, doctores, si tienen la vocación, los voy a apoyar, pero también en este mundo se necesitan técnicos, artistas, panaderos y, eso sí, abogo por la excelencia y por hacer aquello que te dé felicidad y para eso se necesita estudiar”, afirmó Gené.

A la escuela llegan con frecuencia cooperantes, jóvenes que apoyan a los niños y niñas con sus tareas, les dan clases de inglés y alemán, aunque su idioma universal sea la risa.

“Muchos de nuestros niños pasaron a la secundaria este año y los mandaron al turno vespertino, eso nos limita porque no tenemos la capacidad para atender por la mañana y la tarde, sería un incremento en los costos. Ojalá que se pueda hacer algo para que ellos pasen al turno matutino y no dejen la escuela”.

Pero si cree que verá a un mimo con la cara pintada de blanco y guantes en una presentación de la escuela, déjeme decirles que una característica de los mimos nicaragüenses de esta escuela es la carencia de maquillaje.

“No usamos maquillaje completo, no es una exigencia, lo usa el que quiere, pero los muchachos por lo general sólo destacan algunos rasgos en sus presentaciones”, aseguró Gené.

Otra característica es que la escuela y su grupo de teatro callejero carece de un nombre particular y todos los miembros usan su nombre propio para sus personajes.

Diego, Léster, Ankar, Enmanuel, Gustavo, Rafa, Mario, Gisha, Luis Manuel, Yader, Carlos, Josué son los primeros nombres de la lista, fueron los primeros en salir del barrio y tener otra visión del mundo; 65 niños más están preparándose y la meta es llegar a cien alumnos.

“Estamos en la ruta y sin duda estos muchachos harán que Nicaragua sea reconocida como uno de los países con mayor desarrollo del arte circense de calidad y no por barrios llenos de delincuencia”, concluyó Gené. b

45 minutos b

MIMOS: ARTE EN EL SILENCIO b

La Prensa Domingo

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