Julio Moya, el mejor lanzador de los años ochenta y uno de los más destacados en la historia del beisbol nacional, se siente como pez en el agua, ahora que ha regresado a la Primera División.
Moya es el entrenador de pitcheo de los Defensores de Río San Juan y asegura que ha sido una buena experiencia volver a conectarse con el juego que lo hizo famoso.
“Me debe de faltar pedagogía, pero carácter y deseos de ayudar me sobran”, dice Moya, de 55 años, quien decidió afeitarse la cabeza y dejarse crecer un tupido bigote.
Nacido en la comarca La Fuente, León, Moya acumuló un récord de 66-31 y 2.06 en su carrera, en la que aparece una triple corona en 1984, una campaña de 21 éxitos en 1983 y cuatro triunfos en el Mundial de Cuba en 1984.
“Lo que uno hizo le da un cierto respeto, pero eso no es lo más importante a la hora de enseñar. La clave es tener maneras de llegarle a la gente, y como estos muchachos son del campo, pues hablamos el mismo idioma”, dice Julio.
A través de una recta muy rápida y un control excepcional, Moya fue capaz de registros como el 0.14 en efectividad en 1984, cuando solo cedió dos carreras limpias en 128 entradas, un récord que persiste en el beisbol nica.
“He sido bien tratado en San Carlos y mi deseo es colaborar para hacer un papel decente. Le agradezco a Carlos Reyes y Marvin Throneberry porque me tomaron en cuenta”, aseguró Moya.
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