Aseguró que a su hija la habían secuestrado dos abatizadores del Ministerio de Salud y quiso hacer creer que los hombres trabajaban para la nueva compañera de vida de su expareja. Pero entre cielo y tierra nada hay oculto y a Wendy Rugama Centeno el cuento se le cayó menos de cinco horas después de haberlo inventado.
A eso del mediodía de ayer el barrio Alemania, ubicado al sur de los semáforos del mercado Iván Montenegro, estaba bien “movido”, vecinos y familiares de Wendy buscaban desesperadamente a la niña de siete meses, sin saber que la misma madre había planificado su desaparición.
Al parecer Wendy, de 19 años, pretendía llamar la atención de su expareja, Cristopher Grillo Reyes, quien ya tiene una nueva compañera de vida, Raquel Lorío.
La madre de la bebé alegaba que Raquel era la principal sospechosa, porque, según ella, la acosaba con llamadas y mensajes de texto a su celular.
El supuesto secuestro puso en alerta a los agentes del Distrito Siete de la Policía Nacional, quienes se movilizaron al barrio para realizar las investigaciones pertinentes.
Ante la noticia, los medios de comunicación también llegaron al lugar. Frente a cámaras y grabadoras, Wendy aseguró a la Policía que los sujetos le habían golpeado la cabeza, la metieron al cuarto, la amarraron de las manos y que 20 minutos después, cuando recuperó el conocimiento, su hija ya no estaba en la casa.
El colmo fue que hizo que los investigadores trabajaran en un retrato hablado de los raptores y los mismos vecinos afirmaban haber visto una camioneta blanca con franjas amarillas, donde los sujetos se movilizaban.
La verdad empezó a salir a flote porque Wendy no tenía ningún signo de violencia o golpes, y sus familiares se mostraban más desesperados y preocupados que ella misma.
CON UNA AMIGA
Cinco horas después de todo el alboroto, cuando ya mil oraciones de los vecinos habían sido elevadas al cielo, el comisionado Martín Solórzano, jefe del Distrito Siete de la Policía, informó que la bebé había aparecido en la Colonia 14 de Septiembre, en la casa de una amiga de la madre.
“Afortunadamente no fue un secuestro, se descarta esa posibilidad, en ningún momento la niña estuvo en peligro, vamos a continuar con las diligencias”, indicó.
Guillermina Centeno, abuela de la niña, que en un principio rogaba y pedía a los medios de comunicación que la ayudaran a encontrar a su nieta, se mostró nada receptiva luego de enterarse de que el secuestro había sido una mentira y se rehusó a dar información al respecto.
Por su parte Wendy no dio la cara. Fue interrogada por efectivos policiales, pero al igual que doña Guillermina, no quiso brindar declaraciones a los medios.
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