Por Lucydalia Baca C. y Martha Solano Martínez
Aún preso del asombro que le produjo saber que se alzó con la vigésima octava edición del Premio Ortega y Gasset, Octavio Enríquez, periodista de la unidad de investigación y actual coeditor de la sección Nacionales del Diario LA PRENSA, asegura que nunca creyó ganar.
“Es un trabajo al que le dediqué mucho tiempo, trabajo, esmero, pero nunca pensé cuando estaba metido revisando papeles que algún día podía ser concursable, para meterlo en un sitio. Pero cuando vi la convocatoria del Ortega y Gasset pensé que iba probar suerte, pero nunca que ganaría”, señala emocionado Octavio, a quien este premio le confirma que, a pesar del contexto “lleno de candados, todavía se puede hacer buen periodismo en el país”.
Por su parte, Eduardo Enríquez, jefe de Redacción de LA PRENSA, asegura que ahora “nadie puede dudar que somos el mejor equipo de Centroamérica” y que “hacemos periodismo de clase mundial”.
Los Premios Ortega y Gasset fueron creados en España en 1984 por el Grupo Prisa, propietario del diario El País, en memoria del filósofo José Ortega y Gasset, con el objetivo de homenajear los mejores trabajos periodísticos del ámbito hispano y para resaltar “la defensa de las libertades, la independencia, el rigor y la honestidad como virtudes esenciales del periodismo”.
Octavio Enríquez se convierte en el primer nicaragüense y primer centroamericano que recibe el premio a título personal.
En la región solo un equipo integrado por tres periodistas del diario La Nación, de Costa Rica, lo recibió en el 2005, por un trabajo que dejó al descubierto una telaraña de corrupción política alentada por la multinacional de telecomunicaciones Alcatel.
Octavio Enríquez relata que al recibir el anuncio a través de una llamada del secretario del jurado y subdirector de El País, José Manuel Calvo, sintió una necesidad urgente de abrazar a su esposa e hijos. Sin titubear Octavio agradece a Dios y dice que la sorpresa de ver condensados meses de esfuerzo en un premio lo llena de una felicidad insuperable.
Comparte el galardón con su esposa Gloria, sus hijos Sofía y Matías, con solo semanas de nacido, sus padres y hermano.
En la vigésima octava edición de los Ortega y Gasset, el jurado se enfocó en la lucha contra el poder, en la independencia, la investigación y la valentía de los periodistas postulantes.
La investigación publicada en una serie de reportajes llamados “La revolución del exministro del Interior” vio la luz a lo largo de cinco entregas. La primera, el martes 19 de octubre de 2010, corresponde a los artículos “Fundador del FSLN millonario” y “Borge: ‘No soy ladrón ni he matado a nadie’”, en los que Enríquez da a conocer cómo ha ido creciendo el capital del comandante Borge, fundador del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Según el jurado, el trabajo de Octavio Enríquez, que incluye también las entregas “Borge sangró al Seguro Social”, “Ni una prueba de que Cruz Azul pagó préstamo INSS” y “Fondos del INSS sólo para ‘mentes brillantes’”, es una muestra de “la lucha contra el poder plasmada en una labor periodística de investigación realizada en condiciones muy adversas sobre las transacciones y el enriquecimiento ilícito de Borge… es una investigación minuciosa, valiente y bien documentada”, dice el dictamen del jurado.
Los reportajes “Obispo exige investigar préstamos” y “Fiscal no ve falta en caso INSS” completan la serie publicada durante casi una semana en las páginas de LA PRENSA.
Además de Enríquez, también recibirán el premio Ortega y Gasset 2011 el salvadoreño Carlos Martínez D’Abuisson, en la categoría de periodismo digital, por su blog El criminalista del país de las últimas cosas , el cual es publicado por el periódico salvadoreño El Faro.
También el fotógrafo español Cristóbal Manuel, por su fotografía Joven paseando desnudo por Puerto Príncipe , publicada en El País, y el comentarista venezolano Moisés Naím, en la categoría trayectoria profesional. Él se desempeñó como ministro de Industria y Comercio de Venezuela a principios de los noventa y fue director del Banco Central de ese país.
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También lo dedica y comparte “con los compañeros y amigos que también han sido cómplices de lectura y del buen periodismo; y con la gente que, a pesar de todo lo malo que vive el país, de la situación caótica institucional, de la bajeza moral de la dirigencia política, cree que aún se pueden hacer cosas buenas y se puede luchar por mejorar el país. A todos ellos, si tiene un nombre este premio, es para ellos”, asegura.
MOTIVACIÓN PARA EL PERIODISMO JOVEN
Octavio confía en que este premio sirva de motivación a esa generación de jóvenes periodistas que “vivimos la revolución siendo niños y veíamos a los comandantes como unos señores vestidos de verde olivo que todos queríamos ver y conocer. Pero que después de ese pasado romántico, hicieron llorar a nuestras madres” por el temor que les causaba que se llevaran a sus hijos al servicio militar.
“Ahora estamos en otro contexto que es muy difícil, porque el hecho de ser periodista te ubica en una situación de paria, sobre todo cuando te preguntan si sos de un medio independiente… Pero aun con tantos candados se pudo hacer buen periodismo, contactar las fuentes, documentar, y salieron las cosas bien. Se logró exponer la verdad como tal y si me preguntás cual es esa verdad, es que Borge en su discurso defiende a los pobres, pero en su alcoba cuenta sus millones”, enfatiza Octavio.
A pesar de considerarse hijo de una generación del desencanto, considera que para la generación que vivió la revolución ese sentimiento se multiplica. Ha escuchado a personalidades como los escritores Sergio Ramírez o Gabriel García Márquez, para quienes la revolución fue una estafa.
“Creo que sí. Basta ver en lo que se han convertido los dirigentes de las revolución. Es como dice George Orwell, se convirtieron en cerdos. Esos son los dirigentes revolucionarios, se convirtieron en todo lo contrario de lo que predicaron”, lamenta Octavio.
El joven periodista el año pasado ganó los premios Pedro Joaquín Chamorro y el María José Bravo al periodismo investigativo.
Octavio, un apasionado del periodismo y cuyo sueño es convertirse en escritor, espera continuar haciendo su trabajo y este, como todos los premios que ha recibido, lo compromete a hacer un mejor trabajo cada día. “Hay una enorme responsabilidad… El poder del periodismo conlleva una gran responsabilidad”, afirma.
Se siente comprometido con él mismo para sentirse bien. Con sus lectores y con la población sufrida, que merece un mejor país, en lugar de este que se está desmoronando en medio de una candidatura ilegal y una oposición fracasada.
“No me quiero sentir como el héroe que acaba de ganar un premio, sino como alguien que puso su granito de arena para mejorar las cosas que estamos viviendo. Hay muchas personas que lo hacen todos los días, con la única diferencia que no son periodistas y no les dan premios”, indica.
Octavio no oculta el orgullo de sentirse heredero de generaciones de grandes periodistas que han hecho historia en un país que cuenta con “muy buenos periodistas y una cultura literaria envidiable”, entre ellos el Director Mártir de LA PRENSA, Pedro Joaquín Chamorro. “Me siento orgulloso de continuar en la senda de estos grandes del periodismo”, reconoce.
También siente orgullo de compartir esa senda con “periodistas recientes que han recibido grandes premios como Carlos Salinas, Yader Luna, Amalia Morales, José Adán Silva, Dora Luz Romero, Jorge Loáisiga, Moisés Martínez y Carlos Fernando Chamorro.
“Todos compartimos eso, somos contadores de historias. Contamos historias y no creo que nadie esté pensando en un premio cuando hace una historia. Está pensado en una historia para que la gente lea o vea. Y cuando la historia es tan buena, sobrevive a sus autores. Probablemente nadie se acuerde de que la historia de Tomás Borge la escribió Octavio Enríquez, pero sí se van a acordar de la historia del comandante. Y con eso uno se siente pagado”, reconoce Octavio, para quien lo más importante es que la gente sienta confianza en lo que lee. “Esa es una aspiración que todos debemos tener y estar conscientes de que cada día es un nuevo periódico y son nuevos retos y nuevas cosas las que hay que hacer. Esto es una gran responsabilidad”. aseguró Octavio.
Eduardo Enríquez, jefe de Redacción del Diario y editor de la unidad de investigación, asegura que este premio significa para LA PRENSA que “se está haciendo un periodismo de clase mundial” y que “nuestros periodistas no tienen nada que envidiar a los de ningún otro medio en español”, porque en la persona de Octavio Enríquez se ha ganado el premio más importante al periodismo en español.
“Para mí es un orgullo, porque el trabajo que hemos hecho en equipo se ha venido viendo desde el año pasado, cuando se ganaron dos premios nacionales y ahora con este importante premio internacional”, indica.
El jefe de Redacción añade que este premio compromete a LA PRENSA a seguir “demostrando toda la corrupción y los malos manejos que se están haciendo en este gobierno”, y al equipo del Diario a “que pongamos ese nivel de calidad como un punto a alcanzar y mantener en nuestro trabajo diario”, porque ahora “ya nadie puede dudar que somos el mejor equipo de Centroamérica”, aseguró eufórico el jefe de Redacción durante un simbólico festejo que se realizó en medio del ajetreo del cierre de la edición.
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