El cocodrilo rescatado del parque de Corinto se encuentra estable, pero todavía su situación es crítica, informó la directora del Zoológico Nacional, Marina Argüello.
El reptil, que llegó a tener un estado de desnutrición de hasta un 75 por ciento, continúa siendo alimentado y vitaminado por los especialistas del zoológico.
Mostró progresos, pero continúa comiendo poco y vomitando una parte de los alimentos, lo que indica que probablemente tiene algún problema en el estómago, según Argüello.
La semana pasada el veterinario del Zoológico Nacional, Eduardo Sacasa, dijo que probablemente el animal había comido una bolsa de plástico.
La directora expresó que sería fácil saber lo que tiene el cocodrilo si pudiera aplicársele rayos X, pero el zoológico no cuenta con esa tecnología.
Por lo pronto, lo que se está haciendo es alimentar al cocodrilo de forma más esporádica, para dar tiempo a que haga la digestión.
El cocodrilo, de entre 30 y 35 años de edad, llevaba casi toda su vida habitando en una pila del parque de Corinto, la ciudad portuaria más importante del país.
A juicio de Norving Torres, director de la Fundación Amigos del Río (Fundar), que ha realizado varios estudios sobre cocodrilos, los especímenes de esta especie sufren porque la gente los caza pequeños y los traspasa a las alcaldías, y porque su hábitat se está reduciendo.
Según Torres, la gente los vende o dona a las alcaldías y estas, al no saber qué hacer, los meten en las pilas de sus parques, hasta que crecen de forma descontrolada y en condiciones lamentables.
Por eso recomendó que a los cocodrilos debe dejárseles vivir en su hábitat natural, y Nicaragua tiene condiciones para eso.
“Hay evidencia, estudios que demuestran que Nicaragua tiene las mejores poblaciones de cocodrilus acutus, y que su situación, junto con la del caimán, está mejorando en los últimos años”, aseguró Torres.
Datos suministrados por Fundar indican que en el río Coco, el río San Juan y Estero Real hay entre seis y nueve cocodrilos por kilómetro cuadrado, la frecuencia más alta en Centroamérica.
Sin embargo, las actividades humanas podrían ser una amenaza para esta especie, según Torres, por el cambio de uso de suelo que hay incluso en algunas áreas protegidas.
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