SANTIAGO/ AFP
Decenas de miles de manifestantes bajo el grito de “Queremos libertad” marcharon ayer en la capital siria, pero las fuerzas de seguridad los repelieron con gases lacrimógenos y porras mientras el levantamiento en el país, que cumple un mes, alcanzó las concentraciones más numerosas y extendidas hasta la fecha, según testigos y activistas.
La violencia en las afueras de Damasco fue el único gran disturbio registrado durante las protestas de ayer en varias ciudades de Siria, pues las fuerzas de seguridad en general se dedicaron a observar en lugar de reprimir.
El cambio sugiere que el presidente Bashar Assad puede estar tratando de reducir al mínimo las muertes, que han servido para despertar más indignación y movilizar a los manifestantes.
Más de 200 personas han muerto por la represión del Gobierno durante las manifestaciones de las últimas cuatro semanas, según el principal grupo prodemocrático sirio.
Las protestas han obligado a Assad a buscar a los líderes locales y ofrecer concesiones en un paso altamente inusual para un líder autoritario que mantiene un férreo control sobre el poder junto a un pequeño círculo de familiares y asesores.
Pero la ola de protestas plantean el mayor desafío en décadas para el puño de hierro de la familia Assad.
“Las demandas de la calle están mucho más avanzadas que lo que el presidente está ofreciendo”, dijo Mazen Darwish, un destacado escritor y activista sirio en Damasco. Darwish dijo que las protestas de ayer parecen ser las más grandes y extendidas hasta ahora, con más de 100,000 personas en las calles.
Los manifestantes han aumentado sus demandas cada viernes, el principal día de protestas en el mundo árabe.
En tanto, Human Rights Watch informó ayer que organismos de seguridad y de inteligencia sirios han detenido y torturado a cientos de manifestantes desde que comenzaron las marchas en contra del Gobierno.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A