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Migdonio Blandón B.

La Semana Santa

La conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo que hace veinte siglos aconteció en Jerusalén, Él, que siendo la segunda persona del Dios Trino y Uno, Creador de todo lo que existe, que redimiéndonos del pecado, con su doctrina ha querido enseñarnos el camino de la salvación; y que ha sido el proyecto divino, al crear al hombre a su imagen y semejanza para la eternidad; y con su amor libre albedrío y el sentido del amor.

Dios es amor y en él nos da el oxígeno vital que aspirado a su semejanza, si no se desvirtúa, la vida trasciende a Su reino celestial, de eterna felicidad, amor y paz. Así Él, quiso por su sacrosanto amor redimirnos, humanizándose en el vientre purísimo de María; y en su humana divinidad sufrir el martirio de la cruz para, venciendo la muerte y resucitando al tercer día con su resurrección gloriosa ser luz, camino y guía; y un día determinado ir con Él al Padre.

Es el sentido de la Cuaresma que desde hace siglos la Iglesia con la intención de avivar la fe cristiana, en su rememoración se ha concretizado la Semana Santa. En la que en los primeros siglos, había mucho fervor y toda era penitencial, siendo así aún en estos últimos. Los que por gracia de Dios hemos llegado a cierta longevidad, somos testigos de grandes cambios en las distintas generaciones y en varios países, tomándose dicha semana solo como vacacional.

A fines de los años treinta del siglo pasado, que ya había vehículos de motor, en lo que se llamaban los días grandes, en muchas poblaciones no había circulación, lo mismo que caballos y bueyes era rarísimo que alguien los ocupara para trabajar. Para la mayoría de la gente eran días de asueto y había mucha asistencia a los ritos eclesiales. También había gran respeto y comedimiento; y la generalidad incluso los no creyentes la consideraban: Semana Santa.

En los países desarrollados, supuestamente de mayoría cristiana que en esos días no dan vacaciones, la Semana Santa pasa inadvertida. Incluso en Latinoamérica, a excepción de quienes van a celebraciones eclesiales, la mayoría de los que tienen medianas posibilidades, aprovechan dicha semana para ir de paseo, especialmente a los distintos balnearios, siendo todo festivo y hasta de grandes bacanales, olvidándose de lo que motivó las vacaciones.

Cuando se trabaja la mayor parte del año y se tienen esos días de vacaciones es de justicia aprovecharlos debidamente para pasear, veranear o si se quiere visitar otros países. Pero, por el futuro, que el día menos pensado ineludiblemente llega a su fin, si hay un destello de la gracia de la fe cristiana, incursionar en la propia conciencia; y saber que con la vida todo se lo debemos a Dios; y que a su término debe dársele cuenta de todo lo que ella y con ella hicimos

Actualmente aquí, aprovechando las vacaciones, gran número de veraneantes van a muchos balnearios; y la policía extenderá su vigilancia a todos ellos, para evitar accidentes, que a menudo se suceden al calor del febril entusiasmo. Dios quiera puedan evitarse y que la susodicha policía actúe con sensatez, respeto, no propasándose, para ser también respetada.

Y que Dios en su infinita misericordia, no permita que ninguno de los que hemos recibido la gracia de la fe, olvidemos el verdadero sentido de la Semana Santa; y doquiera estemos, meditemos, que Él, siendo Dios, haciéndose hombre sufrió cruento martirio, para redimirnos y alcanzarnos la salvación

El autor  es miembro comunitario de Ciudad de Dios y Redemptor Hominis

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Opinión conmemoración Iglesia Semana Santa archivo
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