La libertad de conciencia, que es ante todo libertad religiosa, es una de las conquistas de derechos humanos más importantes en toda la historia de la humanidad. Como proclama y garantiza la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 18: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.
Durante largo tiempo la intolerancia religiosa causó grandes males a muchos pueblos del mundo. Pero gracias a esa cimera conquista de la doctrina de derechos humanos, que es la libertad de conciencia, por lo menos jurídicamente se puso fin a la intolerancia religiosa y en muchos lugares del mundo se logró de manera real y definitiva.
La intolerancia religiosa es un anacronismo, un mal recuerdo de épocas oscuras cuando la civilización humana no había alcanzado el progreso que ha logrado en la actualidad. Sin embargo, en algunos lugares del mundo todavía se practica la intolerancia religiosa, inclusive como doctrina oficial de Estado y estandarte para justificar crímenes de lesa humanidad. Nos referimos a los crímenes del terrorismo que se encubre con la bandera islámica, aunque el islamismo no sea una religión terrorista como no lo puede ser en nuestro tiempo ninguna fe religiosa.
Pero la intolerancia que se practica todavía en algunos países como remanente odioso de aciagas épocas anteriores, no sólo se basa en motivos religiosos sino también en sentimientos antirreligiosos. Es una absurda intolerancia de personas que se declaran ateas, o sea que niegan la existencia de Dios, a lo cual tienen derecho, pero usan su irreligiosidad para atacar la religión y perseguir a los creyentes.
Nos referimos expresamente a las organizaciones extremistas españolas “Ateos en lucha” y “Asociación madrileña de ateos y librepensadores”, las cuales han programado realizar este Jueves Santo, en Madrid, una denominada “procesión atea”, la cual tendrá lugar en el barrio de Lavapiés donde la mayoría de las calles y avenidas tienen nombres de santos católicos y otros vinculados con el cristianismo.
“Somos un frente de ideas que estamos exclusivamente para castigar a la conciencia católica. Nuestro propósito es hacer daño en las ideas de la gente. No nos andamos con contemplaciones…”, expresó en una declaración pública un vocero de las organizaciones antes mencionadas. O sea que son ateos que se han puesto prácticamente en pie de guerra contra la religión católica y las personas que la profesan, a pesar de que estas no le hacen daño a nadie con sus creencias y sus prácticas religiosas, que por lo demás están protegidas por la Constitución española.
Los organizadores de la “procesión atea” del Jueves Santo han escogido ese día para agraviar más profundamente el sentimiento de los católicos, pues precisamente en ese día se celebra la víspera de la crucifixión de Jesús y la institución de la Eucaristía, que es el corazón y la cumbre del rito católico. Además, como demostración del carácter malévolo de la planeada “procesión atea” del Jueves Santo en Madrid, sus organizadores han anunciado que van a montar diversos espectáculos burlescos, ofensivos y denigrantes contra la Iglesia católica, como unas tales “Hermandad de la Santa Pedofilia”, la “Cofradía del Papa del Santo Latrocinio” o la “Cofradía de la Virgen del Mismísimo Coño”.
La “procesión atea” del Jueves Santo en Madrid es también una estúpida evocación de la Guerra Civil Española de 1936 a 1939, la cual se desencadenó precisamente a raíz de las persecuciones que se desataron contra la religión y los creyentes católicos. No es por casualidad que los organizadores de ese agravio a la religión católica, anunciaron que una de las paradas principales la harán en la plaza de Agustín Lara, donde están las ruinas de las Escuelas Pías que fueron incendiadas por extremistas antirreligiosos el 19 de julio de 1936. Y al respecto un portavoz de “Ateos en lucha” dijo: “Esa Iglesia la quemó el pueblo de Madrid, en la revuelta que hubo con la República. Para nosotros es una referencia imprescindible”.
¡Qué locura! Parece increíble que en la desarrollada, culta y civilizada Europa, de la cual España forma parte orgullosamente, haya todavía personas y grupos de extremistas dementes, que ofenden los sentimientos de los creyentes católicos y tratan de volver a encender la antorcha de la guerra civil, que fue la más catastrófica de todas las guerras españolas.
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