Llegar a la fortaleza El Coyotepe es rencontrarse con muchas historias que marcaron un episodio de la vida política de Nicaragua.
En el kilómetro 29 de la Carretera a Masaya, en el cerro Coyotepe, se ubica este fortín, una construcción arquitectónica entre barroco y medieval, levantada en 1893, durante el gobierno de José Santos Zelaya.
Según explica Roberto Lanzas, responsable de la fortaleza El Coyotepe y scout, “José Santos Zelaya la inició. Él hizo los cuatro torreones y el muro. El objetivo era un fortín militar, para entonces estaban en conflicto los liberales y los conservadores”, cuenta.
Después se construyeron los niveles de las cárceles y el edificio del centro, terminando la construcción en 1942. “Ya para esa época era un cuartel de la ciudad de Masaya, para presos políticos que no estaban con el Gobierno”, agrega Lanzas.
LA FORTALEZA
Este monumental sitio está compuesto de cuatro torres, de las cuales solo una cuenta con escalinata, desde donde se aprecia todo un panorama fresco y natural: el volcán Masaya, el Mombacho, el caserío y la laguna de Masaya.
Además cuenta con dos niveles, donde se construyeron las temibles y oscuras celdas, que hoy guardan esas historias sangrientas, donde se practicaba todo tipo de torturas, desde colgar a los presos de las paredes con grilletes, arrancarles las uñas, encerrarlos en cuartos oscuros por varios días y después sacarlos al sol hasta que quedaran ciegos; hasta choques eléctricos.
- La Fortaleza, El Coyotepe, está ubicada en el kilómetro 29 carretera a Masaya.
- Abierta al público de lunes a domingo, de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.
- La entrada general es de 10 córdobas para turistas nacionales y un dólar para extranjeros.
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En el recorrido por este fortín Lanzas hace una breve pausa al recordar a personalidades que aguardaron estas celdas. “La historia cuenta que David Tejada y René Tejada (exoficiales de la Guardia Nacional) estuvieron en la fortaleza. De aquí los sacaron y los tiraron al volcán Masaya; esa es una de las reseñas históricas, de innumerables guerrilleros que no se saben los nombres ni se sabe cuantos murieron”, dice.
El primer nivel cuenta con 65 celdas y el segundo con tres celdas grandes. En este último metían solo en una celda hasta 800 personas, entre las que había inocentes.
Una de las guerras fuertes fue en el periodo de Benjamín Zeledón, en 1912, cuando se dio un conflicto contra los yanquis.
“Es una de las batallas épicas, que hizo historia”, dice Lanzas.
Pero fue en los años cuarenta, en el gobierno del general Anastasio Somoza, que se convirtió en cuartel de la Guardia Nacional, donde por órdenes de él mismo se construyeron sótanos.
“Bajo el mandato del presidente René Schick, en el 66, él dona la fortaleza a la Asociación Scouts, para formar jóvenes con valor, pero como después murió, vuelve a mandar Anastasio Somoza, quien la quita nuevamente y la sigue ocupando la Guardia Nacional”, explica este señor de piel morena y amable carácter, quien se conoce de punta a punta este sitio.
Con su lámpara de color amarilla guía a quien llega a buscar información sobre la fortaleza. Sin temor alguno camina por las celdas oscuras, que hasta da escalofríos caminar, por su vieja construcción, paredes rayadas y por sus espeluznantes historias.
Este lugar también fue tomado por los sandinistas en 1979 y usado como cárcel hasta 1982.
Desde los años noventa le pertenece a la Asociación Scouts de Nicaragua, que cuidan y administran el sitio.
“Aquí hay un vigilante y dos guías, quienes se encargan de guiar a los turistas y traducir a los extranjeros”.
POCO PRESUPUESTO
Detrás de la fortaleza se ubica el campo escuela Scouts, donde estos jóvenes realizan actividades para sobrevivir y dar mantenimiento a este histórico lugar.
“El Gobierno pasa una ayuda económica, pero es bien bajo el presupuesto; con eso se solventan ciertas cosas, para pagar el agua y la luz y para los trabajadores en el campo escuela, además la calle para llegar acá está mala y hay que limpiar los túneles constantemente”, refiere Lanzas.
Entre los proyectos que mantienen a largo plazo, según contó Lanzas, está poner escalinatas en los otros torreones, “También queremos poner un cafetín, la luz, y se piensa rehabilitar el museo que desde hace siete años no funciona, además de restablecer los servicios higiénicos y darle una mejor vistosidad al turista”, dice.
SOBRE EL COYOTEPE
El Coyotepe recibe este nombre por estar ubicado en el Cerro de los Coyotes, pues se dice que en algún tiempo en él abundaron madrigueras de estos mamíferos.
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