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José Israel Núñez Henríquez

¡Tiranócratas… así son!

Yace inherente en el inconsciente colectivo de la humanidad la ávida tendencia de modificar en el momento preciso aquellos modelos de representación y de control del poder (“…conjunto de formas de constreñir la acción humana”) sobre todo cuando estos ya no corresponden a la voluntad de sus pueblos, ya que la labor de la sociedad es “no permitir que empeoren” las cosas cuando marchan mal. Es decir, cuando los gobernados deciden romper con el miedo inscrito en la interioridad de cada individuo se derrumban como efecto dómino, los regímenes más arcaicamente autoritarios.

Algunas naciones al verse acorraladas ya no tienen más alternativas que optar por los estallidos sociales como panacea y así bregar ante quienes se arrogan la “tenencia divinizada” de los derroteros de la sociedad, por eso en lo que concierne a los albores de este siglo XXI el planeta entero ha presenciado el despertar del denominado mundo árabe, pues al resultar ingrávido los patrones medievales de regímenes autoritarios in saecula saeculorum (por los siglos de los siglos) para dirigir de forma omnímoda-monárquica, descalificadora y excluyente; la población se ha visto decidida a poner fin a décadas de férreas autocracias y no está demás comentar que, parte de la razón del fenómeno se suscita en que el Egocrata se erige en el epicentro frenético de la dictadura obedeciendo así a pensamientos automáticos y fijaciones arquetípicas de la concentración del poder egocentrista.

El origen de la voracidad y aferramiento al mando radica en una ciega ambición, orgullo, prepotencia, arrogancia, codicia, cólera; en una desmedida y desleal competición, crueldad, en el aprovechamiento de las diferencias y la abusiva imposición de modelos de opinión únicos, ya que expresan el egoísmo, el núcleo del apego, el aferramiento adictivo a esta estructura elemental, aprendida, tan agresiva y depredadora que llamamos Ego y que hasta hoy ha dado fundamentos a las Egocracias.

El clásico perfil psicológico (que puede definirse como el conjunto de características psicoconductuales y rasgos de la personalidad que deben tener los servidores públicos) de los Faraones modernos estriba en una descomunal megalomanía, mitomanía (Demagogia Express) y a su vez mórbida estrategia dirigida a dominar a las conciencias individuales y a doblegar las voluntades de los hombres, constantes brotes de narcisismo que enervan los ánimos de una “corte de sátrapas parasitoides” dispuesta a rendir un ritual culto a la “personalidad sultánica” mezclado con delirios paranoides (síndrome de Stalin), viven en un mundo interior subjetivo muy lejos de la realidad de sus congéneres que provoca una “patológica sordera” a los clamores ciudadanos. “La mentira no puede crecer hasta convertirse en la verdad, por más que aumente su poderío”, Rabindranath Tagore; se proyectan como aborrecedores de quienes difieren de su ideología monocromática por lo que se tornan detractores de la réplica, intolerantes, suelen situarse en un podio por encima del bien y del mal, se arrogan una supuesta devoción casi kamikaze de la población en general (creen que todos deben amarlos), se vuelven expertos en endeudar moralmente a las gentes, algunos recurren a limpiezas étnicas o matanzas selectivas con la justificación de salvaguardar su proyecto personal para estatizarse en el pináculo gubernativo y se autoproclaman “líderes únicos e indiscutibles” convergiendo en absurdos en relación a sus discursos monotemáticos erosionados cayendo por demás en el dilema diacrítico: ¿quién debe primar?, ¿el ego oficial versus el ego mediático?

Sin duda, que el estadio mental de un Egocrata desvaría en un sui géneris apego al poder absoluto manifestado en un narcisismo anacrónico desde el principio en un contexto intersubjetivo.

Por otro lado, algunos expertos sugieren y con los cuales coincido que, “… los salvadores de la patria y los tiranos vienen al mundo a dividir y gobiernan para solo una parte de la nación condenando a la otra al exilio, el escarnio, la muerte o el silencio”.

¿De qué lado estaría usted?, si desde el rebaño de los borregos conformistas obtusamente dirigidos por el autócrata de turno o desde aquel espacio en que solo usted gobierna su universo bajo el respeto del imperio de la norma jurídica.

“No permitas que lo que no puedas hacer interfiera en lo que eres capaz de hacer”.

John Wooden

Opinión tiranos archivo
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