KABUL/AP
La muerte de Osama bin Laden produjo una mezcla de reacciones en todo el mundo, desde celebración y alivio para sus enemigos hasta sorpresa entre sus seguidores, algunos de los cuales advirtieron que su deceso no acabará con los ataques terroristas.
Celebraciones espontáneas estallaron en Nueva York, cerca de la Zona Cero, donde las Torres Gemelas del Centro de Comercio Mundial se desplomaron el 11 de septiembre de 2001, y en las afueras de la Casa Blanca, donde el presidente Barack Obama anunció el asesinato de bin Laden en un ataque de helicóptero en Pakistán.
“Esto es justicia”, dijo la filipina Cookie Micaller en la capital de Filipinas, Manila, donde lloró y recordó a su hermana que pereció en el Centro de Comercio Mundial. Añadió que los ataques terroristas probablemente continuarán: “No creo que esto vaya a parar”.
Afuera del icónico hotel Taj Mahal en Mumbai, India —uno de los sitios de los ataques terroristas de 2008 que mataron a 166 personas— la noticia fue recibida con incredulidad y alivio.
“Es una buena sensación que haya un terrorista menos”, dijo Sufyan Khan, un estudiante musulmán de 20 años. “Envía una señal de que el mundo es un poco más seguro que antes”.
Seguidores de línea dura y simpatizantes de bin Laden expresaron su conmoción y consternación o juraron venganza.
“Mi corazón está roto”, dijo a The Associated Press en una entrevista telefónica Mohebulá, un combatiente talibán convertido en agricultor en la provincia de Ghazni, en el este de Afganistán. “Anteriormente hemos escuchado muchos rumores sobre su muerte, pero si él sí ha muerto, es un desastre y un día oscuro”.
Salah Anani, un líder militante jordano-palestino acusado de tener vínculos con al-Qaida, dijo: “Habrá pronto otro líder”.
“Obama, el asesino, se jactaba de su supuesta victoria, pero porque tiene un corazón muerto, no podía ocultar el temor de lo que viene”, dijo.
Un importante ideólogo de al-Qaida con el nombre en línea de “al-Assad Jihad2” publicó en sitios en internet extremistas un largo elogio de bin Laden y prometió “vengar la muerte del jeque del Islam”.
Embajadas de Estados Unidos y estadounidenses en todo el mundo estaban en alerta por posibles represalias por la muerte del hombre que planeó los ataques del 11 de septiembre de 2001. Otros países occidentales también pidieron vigilancia.
El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Westerwelle, dijo que una “reacción violenta” de simpatizantes de al-Qaida no se puede descartar, mientras que a las misiones diplomáticas británicas les recomendaron revisar su seguridad, mantener la vigilancia y evitar las manifestaciones y grandes multitudes de personas.
“El terrorista internacional más buscado del planeta ya no está, pero la muerte de bin Laden no representa la desaparición de los afiliados de al-Qaida y aquéllos inspirados por al-Qaida, que seguirán participando en ataques terroristas en todo el mundo, “, dijo Ronald Noble, jefe de la agencia policial internacional Interpol.
Los líderes del mundo felicitaron a Estados Unidos y a Obama y calificaron el ataque contra bin Laden como un duro golpe para al-Qaida, aunque muchos señalaron que sólo debilitará el terrorismo, pero no lo acabará.
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, elogió “la tenacidad de Estados Unidos” en su caza de 10 años por el líder de al-Qaida, mientras que el primer ministro italiano Silvio Berlusconi dijo que su muerte era un “gran resultado en la lucha contra el mal”.
En Israel, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu dijo que era “una resonante victoria para la justicia, la libertad y los valores compartidos de todos los países democráticos que luchan hombro a hombro contra el terror”.
El presidente de Kenia Mwai Kibaki señaló que el asesinato de bin Laden llegó casi 13 años después de los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, ataques atribuidos a al-Qaida que mataron a 225 personas.
“Su asesinato es un acto de justicia para aquellos kenianos que perdieron la vida y los muchos más que sufrieron heridas”, dijo Kibaki.
Brian Deegan, un abogado australiano de Adelaida, perdió a su hijo en las detonaciones en un complejo hotelero en Bali, Indonesia, vinculadas con al-Qaida en 2002. Dijo que sintió un escalofrío cuando escucho la muerte de bin Laden en un radio de auto.
“No siento ninguna satisfacción por su muerte, nada me va a devolver a Josh”, dijo.
Ataques atribuidos a militantes vinculados con al-Qaida han matado a más de 260 personas en Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo.
Said Agil Siradj, presidente de Nahdlatul Ulama, la mayor organización musulmana en Indonesia, dijo que la muerte de bin Laden ayudará a restaurar una imagen del Islam como una religión de personas, no de violencia y radicalismo.
Este sentimiento fue compartido por musulmanes moderados en otras partes del mundo.
“Los actos de bin Laden nos despojaron de la libertad de hablar y movernos,” dijo Mohammad al-Mansouri, un destacado abogado y activista de derechos humanos en los Emiratos Arabes Unidos. “El nos convirtió en objetivos en nuestros países y sospechosos en cualquier país extranjero al que viajáramos”.
Sin embargo, en algunos lugares hubo sentimientos encontrados.
“El era como un héroe en el mundo musulmán”, dijo Sayed Jalal, quien se dedica a arrastrar un carruaje en la ciudad afgana de Jalalabad. “Su lucha siempre fue contra los no musulmanes e infieles, y en contra de las superpotencias”.
En la capital afgana, líderes locales estallaron en aplausos cuando el presidente Hamid Karzai les dio la noticia.
Karzai le dijo a los periodistas que recibió “el castigo que merecía” y que sus manos “estaban manchadas con la sangre de miles y miles de niños, jóvenes y ancianos afganos”.
Karzai también aprovechó la oportunidad para volver a reprender a las fuerzas internacionales por concentrar su labor militar en Afganistán. Karzai ha dicho en varias ocasiones que los operativos deberían concentrarse al otro lado de la frontera con Pakistán donde, de acuerdo a los reportes, están los refugios de líderes talibanes y de al-Qaida.
Entretanto, los analistas de seguridad se preguntan si el hecho de que Bin Laden fuera encontrado en una residencia a unos 60 kilómetros de la capital paquistaní podría complicar las relaciones con Estados Unidos.
“El era el hombre más buscado del mundo, pero no parecía ser el hombre más buscado de Pakistán”, dijo Gareth Price, un investigador de Chatham House, en Londres. “¿Por qué Pakistán no vio que él estaba viviendo en un agradable complejo turístico en las afueras de Islamabad?”.