CORRESPONSAL/ GRANADA
Mejorar la calidad de vida de sus familias y de la misma comunidad es lo que buscan unos 27 pescadores organizados en la cooperativa Miralagos, de Granada. No obstante la personería jurídica es lo que les impide avanzar para poder acceder al crédito.
Uno de los propósitos de formar esta cooperativa es poder cambiar sus viejas canoas por embarcaciones de fibra de vidrio y motores nuevos. También desean comprar mejores trasmallos, otros aperos y adquirir gasolina a precio favorable.
La cooperativa Miralagos está formada por pescadores de la comunidad que lleva el mismo nombre, la que se ubica en la parte este del edificio donde funcionó el Instituto Nacional de Oriente, frente a la costa del lago Cocibolca.
En este sitio habitan unas 30 familias, todas dedicadas a la pesca artesanal. En los patios de sus humildes viviendas se puede ver a la familia entregada a la misma labor. Unos vendiendo y limpiando el pescado, otros reparando las precarias canoas con trozos de madera y alistando sus trasmallos.
JORNADA MADRUGADORA
Los hombres entran al lago a las tres de la madrugada hasta donde dejan las redes tendidas y regresan con el producto a las dos o tres de la tarde. Mientras las mujeres se encargan de vender el pescado en un pequeño acopio que han formado.
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María Elena Lanuza, miembro directivo de la cooperativa, dijo que comercia el pescado en el acopio y aseguró que la falta de personería los está atrasando porque no pueden hacer préstamos en ningún banco. Su mamá, Juliana Lumbí, también compra el pescado a sus hermanos y lo vende en su casa.
Ramón Lumbí Mayorga, de 50 años y vicepresidente de la cooperativa, dijo haber procreado 13 hijos con su esposa y ahora la familia creció con los 25 nietos que han venido al mundo. Entre yernos y nueras, sobrinos y tíos, este barrio de pescadores de Granada ha ido creciendo de generación en generación y la pesca es su sustento.
“Mi abuelo Salomé Raudez fue uno de los primeros pescadores de la comunidad, luego mi papá Siriaco Lumbí Raudez, y yo he seguido este trabajo desde la edad de 9 años”, dijo. Asegura que la pesca está muy mala y lo que sacan con costo da para comer.
Su hermano mayor Siriaco Lumbí (59) también es pescador y coincide con él. Dijeron que ahora sacan mojarras, guapotes, tilapias y otras especies, pero en menor cantidad porque el oleaje está muy fuerte y el pez se va a las profundidades.
Aseguran que no pueden adentrarse mucho porque no hay combustible suficiente y las canoas tampoco se los permiten. Para don Ramón, lo otro que está afectando es la presencia de pescadores de otras zonas.
“Con la crisis se ha venido gente de otros lados a pescar y la cosa está muy dura, a veces solo sacamos tres piñas de mojarras, las vendemos a 25 córdobas cada una y ni siquiera para la gasolina sacamos”, sostuvo.
GASOLINA CARA
Los pescadores dijeron que con la carencia del crudo ya no pueden pescar muy lejos. Necesitan un mínimo de siete galones de gasolina para adentrarse a las aguas y aseguran que entre más lejos lleguen la pesca es mejor.
“Salimos seis hombres en cada bote, ahora solo nos alejamos tres kilómetros de la costa por que el galón está a 120 córdobas, pero antes íbamos a Puerto Díaz y a las costas de Chontales para poder traer un buen producto”, dijo.
“Hemos estado luchando por mucho rato para conseguir la personería. Hace unos tres años vino gente de Inpesca, del MTI, del Intur y la Alcaldía, pero la verdad es que las palabras se las lleva el viento, nada se hizo y no volvieron ”, explica Lumbí.
Estas familias también hicieron un llamado al gobierno municipal, ya que se acerca de nuevo el invierno y aún están esperando que los reubiquen en otra zona.
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