Por Juan Carlos Tijerino A
[email protected]
Ya son casi las doce del mediodía y la sala de emergencias del centro de salud Sócrates Flores, ubicado en el barrio Monseñor Lezcano, permanece aún abarrotada de gente.
Por la hora, en esta sala donde apenas hay una banca y dos sillas viejas para sentarse, no es para que esté todavía colmada de tanta gente, pero lo está.
Usualmente hay un médico y un par de enfermeras para atender todos los casos que lleguen.
Además de las emergencias reales y falsas, deben priorizar por orientaciones del Ministerios de Salud (Minsa) a los ancianos que a diario acuden para medirse la prisión o inyectarse la insulina.
En promedio una persona debe esperar de dos a cuatro horas para ser atendida.
Como de costumbre, en los centros de salud visitados se negaron a brindar información por no contar con la autorización del Minsa.
[/doap_box]
Y para colmo, la única doctora asignada para atender las emergencias tiene rato de estar zurciendo la cabeza herida de un niño.
Lo atiende con lentitud. Pareciera que lo hace adrede, como para que el resto de pacientes se canse y se retire del lugar.
Compitiendo con la doctora está una enfermera, que camina de un lado para otro, llevando y trayendo expedientes y medicamentos. Cuando logra detenerse, pregunta si hay algún diabético que necesite su dosis de insulina.
Cuando termina de atenderlos pregunta ¿quién más trae orden para inyectarse?
Mientras tanto, el resto de pacientes continúa esperando a que la doctora se desocupe. Situaciones como esta, son similares en otros centros de salud de la capital, lo que varía es que en el Sócrates Flores el personal pareciera que se esfuerza más por mantener bien informada a la población sobre los “avances del Gobierno de Unidad y Reconstrucción Nacional”.
La propaganda del mandatario Daniel Ortega está en todas partes. La cara del gobernante es omnisciente. Está por todos lados.
En el centro Francisco Buitrago también tardan en atender a la población, pero en este caso se debe, según un funcionario que pidió el anonimato, a que muchas personas llegan por emergencias que en realidad no lo son. “Aquí vienen personas que desean que le saquemos un uñero o porque le salió un granito en la nalga. La otra vez una joven decía que tenía unas pelotas en el tronco de la pierna, y resulta que eran ronchitas del vello púbico “, explicó la funcionaria.
Añadió que por esas falsas emergencias, las salas de emergencia se saturan, por lo que deben priorizar los casos.
“Una embarazada con vómitos y sangrado es prioridad, igual ocurre con los hipertensos o con las personas que vienen con síntomas de apendicitis, niños con temperaturas y los cólicos nefríticos (piedra en los riñones), al resto le digo que deben esperar”, dijo la fuente.
En el Silvia Ferrufino la historia es similar, lo que varía es que la gente por no levantarse temprano se va directo a emergencias para salir más rápido.
