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 David McField, originario de El Rama, es uno de los poetas más destacados y ha sido distinguido con la orden de la Independencia Cultural Rubén Darío. LA PRENSA/ARCHIVO/C.LAGUNA.

David McField: Negritud rítmica y realismo social

Este extraordinario poeta originario de El Rama, nacido en 1936, llega a Managua en los años sesenta trayendo consigo la danza y ritmos del tambor del palo de mayo, que presentó en el barrio La Mecatera bajo una lluvia intensa; este hecho histórico fue visto por él como “un asombro” de la cultura popular y la poesía que se baila y se canta.

Por Arnulfo Agüero

Este extraordinario poeta originario de El Rama, nacido en 1936, llega a Managua en los años sesenta trayendo consigo la danza y ritmos del tambor del palo de mayo, que presentó en el barrio La Mecatera bajo una lluvia intensa; este hecho histórico fue visto por él como “un asombro” de la cultura popular y la poesía que se baila y se canta.

En abril del 2008 sostuvimos una amena conversación cultural en una oficina de la Cancillería de Managua, ostentada el nombramiento de director general para Asia, África y Oceanía, y hablamos sobre parte de su vida y su poética, sus ideas y libros.

Tuve la experiencia de ver que el tema ritual del palo de mayo y sus historias, versos de sus canciones, saltaron a flor de piel hermanadas con su poesía que se entrecruzaba, por lo que cualquier estudioso que quisiera aproximarse a su corta pero vibrante obra literaria no podrá omitir la memoria musical de su raza afrodescendiente, y las vivencias del pueblo trabajador nicaragüense.

Su llegada a la historia de la literatura nicaragüense la retrata el mismo: “Entré a la poesía por la puerta trasera como entran todos los de abajo, porque no podían sacarme, ya estaban los poemas ahí, y toda Nicaragua cantó la música y letra de David McField, entre ellas: Paloemayo, Marie, Pancasán, El niño negro, Quien tiene que cambiar, El mundo al revés”.

Poesía y música, música y poesía. Valga resaltar, estos poemas vueltos canción, o canciones en versos rítmicos con historias sociales fueron interpretados por grupos de música alternativa revolucionaria, cantados en los años ochenta por más de un millón de personas. Y aún lo siguen cantando.

La popularidad de sus versos contrasta con su personalidad de bajo perfil. Nos encontramos con un poeta alejado de las pasarelas de los festivales, recitales de cafetín, de la televisión y los medios impresos, su imagen es casi inexistente; no obstante, sus poemas han sido celebrados y escuchados al ritmo candente y bailable del Caribe.

Sin duda estamos ante un poeta de gran personalidad y carácter de independencia, valores de conducta que me hace recordar a su contemporáneo y nativo de Bluefields Lizandro Chávez Alfaro (1929), autor de Los monos de San Telmo, premio Casa de las Américas, 1963.

“¡Dios es negro!; el que no le guste, que se vaya donde el diablo que es blanco”, es una de sus clásicas expresiones donde demuestra el temple de su ser y sus ironías de contraste.

McField es autor del celebrado poema Black is black (negro es negro) y del primer poemario multirracial e insurgente Dios es negro , el que vino a marcar en 1967 un hito sin precedentes para la literatura de la Costa Caribe por su “negritud rítmica y realismo social”.

En este mismo año, sus poemas Margen y Tarde salieron publicados en la revista de literatura Mokuana, junto a los de Ernesto Mejía Sánchez, el padre Ángel Martínez, Noel Rivas, Julio Cabrales, Fernando Gordillo, Beltrán Morales y el guerrillero Julián Roque.

Asimismo dio a conocer su cuento El milagro , en la revista 7 Hombre y jaguar , donde llegó a ser editor junto a los poetas Félix Navarrete y Paul Tiffer.

Su obra literaria abarca también los textos: En la calle de en medio (1969); Poemas para el año del elefante (1970); Poemas populares (1972), Los veinticuatro: poemas y canciones (1975); y sus nuevos poemas Recolección y su primera novela, Ciudad Rama.

Lo veo sereno pero de convicción firme en su palabra expresa: Para él la poesía no habla del “negro con alma blanca” porque es un verdadero disparate de los religiosos clericales de la Conquista.

“Negro es negro” es otra de sus frases que ha externado más de una vez convencido de su cultura y raíz; lo esencial ha dicho es luchar juntos, tanto los negros como los indios, los sumos…

Y que en este crisol de razas florezca y viva la poesía, la buena poesía escrita tanto por blancos, negros o mestizos. Saber escribir es el reto y atreverse a decir lo que otros no dicen, pero con ingenio, esto suma a la grandeza del poeta, es lo que nos deja sus lecturas.

La Prensa Literaria

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