Por Ahmed Al-Haj
SANA/AP
El acosado presidente yemení Alí Abdulá Salé dijo desafiante este miércoles que no renunciará ni permitirá que su país degenere “en un estado fallido”, mientras se combatía en la capital por tercer día.
La respuesta de Salé, leída por su vocero, indica que está dispuesto a intensificar la lucha contra la poderosa oposición de las tribus con las que combate desde el lunes. Los enfrentamientos han dejado por lo menos 41 muertos y decenas de heridos.
El conflicto también aumentó las probabilidades de que el levantamiento de tres meses en Yemen pueda convertirse en una revuelta encabezada por las milicias después que las protestas callejeras y la mediación árabe no lograron poner fin al régimen autoritario de Salé que lleva ya 32 años.
“No dejaré el poder ni saldré de Yemen”, dijo Salé, según anunció su vocero Ahmed al-Soufi.
También fustigó los esfuerzos respaldados por Estados Unidos para negociar su salida. “No recibo órdenes del exterior”, dijo la declaración leída por el portavoz en una reunión con aliados tribales.
“Yemen no será un estado fallido. No se convertirá en un refugio para Al Qaeda”, agregó la declaración en otra alusión a los temores en Occidente de que el caos en Yemen abra las puertas a una filial de Al Qaeda.
La filial yemení es asociada con el intento de destruir un vuelo sobre Detroit el día de Navidad de 2009 y con explosivos hallados en paquetes interceptados el año pasado en Dubai y en Gran Bretaña.
Pese a sus declaraciones desafiantes, Salé también prometió que tratará de impedir que la violencia “arrastre el país a una guerra civil”.
Los choques empezaron el lunes después que las tropas del presidente intentaron tomar el complejo del jefe de la mayor tribu yemení, Hashid. Cientos de combatientes tribales respondieron con enérgicos ataques a las fuerzas del gobierno.